Impresiones de un peregrinaje a la India (y 9): Epílogo y 13 lecciones

2025-01-27

Llega la etapa final del relato del peregrinaje de Gopala a la India, Yatra, camino sagrado a lo divino. En esta ocasión, este poeta y profesor de Yoga Sivananda nos cuenta los últimos detalles de su intensa experiencia y también extrae sus conclusiones y lecciones aprendidas.

Yatra

Como te dije en mi última crónica, todo lo que comienza finaliza. Entonces olía a vuelta a Europa. Ya estoy en Europa. Tras volar de Rishikesh a Delhi y de ahí a Múnich y luego a Madrid. Mi maleta está llena de presentes (estatuillas y murtis) y ausente de pasados (ropas y otros enseres de viaje) que regalé a los sadhus.

Me quedaron por contar algunos detalles de esta experiencia poderosa: mi encuentro con el sabio Vyasa, la contemplación del Ganga Arati, la visita a un templo repleto de Shiva lingams o cómo me quedé sin pelo. Eso te lo cuento enseguida. Luego me despido del yatra y de ti volviéndome a sincerar con unas breves conclusiones, a modo de epílogo y mis trece lecciones aprendidas.

Vyasa, rodeado de agua

En la mañana hemos ascendido levemente las montañas desde el hotel de Badrinath donde nos alojamos. Hemos visitado las cuevas de Vyasa, que es considerado el avatar escritor de Vishnu y uno de los siete Chiranjivi, de los que se dice son seres que viven muchos años o que son inmortales. De ahí que se le atribuyan obras datadas con varios siglos de diferencia, entre ellas el Mahabharata.

Sea como sea se le respeta por su vínculo con el conocimiento. Resuena su sabiduría en la cueva donde se supone escribió. Me permito fotografiarme a su lado en una preciosa escultura de su persona (foto de arriba), a ver si algo de su conocimiento alcanza mi mente, pero sobre todo mi corazón. Después doy un paseo con Swami Santoshananda, compartiendo proyectos y planes del centro de yoga de Madrid. El ruido del agua de las montañas nos acompaña.

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Ganga Aarti

No importa cuántas veces lo presencio. La experiencia es cada vez diferente, a cuál más sublime. No hay duda. Cada templo tiene sus matices, incluso la hora de su celebración, que no es la misma, aunque siempre al atardecer, bueno, y al amanecer en algunos lugares. Eso te permite presenciar más de uno cada día. La secuencia es similar. Frente al Ganges y sus aguas se celebra la puja para al río y para a los asistentes. Solo los brahmanes o pandits pueden celebrar. Relucen sus túnicas.

Una invocación universal de los elementos de la naturaleza. El agua del río, las flores de la tierra, el aire abrazado por el olor del sándalo humeante y el fuego con las llamas de las lámpara de aceite que se blanden al aire en el sentido de las agujas del reloj. Las lámparas adquieren de esta forma el poder de la Madre Ganga. Algunos pujaris se protegen con un guante. El calor que desprende las cientos de lamparillas se nota a distancia. Suenan las campanas, los cantos y el propio Ganga Aarti:

“Om Jai Gange Mata, Maaia Jai Gange Mata”
(Om, alabanzas a la Madre Ganga, Madre Ganga, salve a ti)

¿Quieres escucharlo?:

Al final coloco mis manos sobre la llama, como todos los peregrinos, y deposito mi ofrenda, una pequeña lamparilla de barro con su propia llama y algunas flores al río. Mis deseos, ofrecidos a la Madre, se van río abajo camino del océano. De esta forma se van…

Templo de los trece pisos

En este viaje he visitado por primera vez el Tera Manzil Mandir, también conocido como Tryamabakeshwar, en Rishikesh. Tiene 13 pisos. En cada uno de ellos hay estatuas de dioses y diosas. Pero me dejo llevar por las de Shiva, la deidad principal del templo, Tryamabakeshwar, el Señor de los Tres Ojos. Sí, trece pisos a los que vas ascendiendo por escaleras. Los pasillos y las esquinas están repletos de pequeños templitos y también de tiendas donde puedes comprar todo los relacionado con las deidades y sus pujas. Comercio y divinidad van de la mano.

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Parece que fue construido por Adi Shankaracharya en algún momento entre los siglos VIII y el IX de nuestra era. Las dataciones siempre confunden en la India.

A medida que vas ascendiendo, las vistas del Ganges y de la ciudad de Rishikesh son más asombrosas y los templitos dedicados al Shivalingam me van dejando huella. Es una meditación remontando una montaña. Cada curva del camino me da un nuevo regalo.

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Paro en todos los templos, no puedo evitar percibir la fuerza transformadora de Shiva.

Me quedo sin pelo

Estoy en la otra orilla del Ganges. Llegué caminando, cruzando el Janki Setu, con la imagen de Rama presidiendo uno de sus pilares. El famoso puente Lakshman Jhula, junto al templo, está de reformas, por lo que la vuelta en barca y luego en rickshaw es necesaria, teniendo en cuenta la hora que es. En una esquina de la calle que lleva al embarcadero para cruzar el Ganges de nuevo, me encuentro con una barbería. Me visualizo sin pelo. Me siento en el sillón del peluquero y le digo que proceda. Lo hace con celeridad y me siento lleno de energía, sin cabellos y con un masaje activador de cuero cabelludo y cabeza. Eso sí, hay que renegociar el precio, pues me ha puesto aceites naturales de calidad.

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Historia de una foto

Una mañana me encontré un pandit, justo en el ghat del ashram de Sivananda en Rishikesh. Venía del sur de la India y según me contó más tarde, llevaba años visualizando este momento: bañarse en el Ganges, en este lugar. Con cuidada parsimonia llevaba a cabo su ritual. Cuando acabó y con voz bajita me dijo en un pulcro inglés: «¿Es usted tan amable de hacerme una foto junto al Ganges?». Estudió su mejor posición y se aseguró que sus manos apuntaban al sol. No pude resistirme a pedirle que me hiciera una foto a mí. Se empeñó en que yo ajustara mis manos con los rayos del sol de igual forma. Este es el resultado: fue más su intención que la mía, pero así es la India.

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Luego seguí con mi baño…

Epílogo

Tarda el cuerpo y sobre todo el alma y el corazón en adaptarse después de un peregrinaje a la India, así lo siento. Pero la vía de la adaptación es la base del yoga, así lo imprimió Sivananda en su columna de piedra como ya te conté. Yo lo tengo grabado a fuego. Adáptate, ajústate, acomódate, es la esencia del yoga. La adaptación al medio, tanto humano como divino, es una fuente inagotable de aprendizaje.

En seguida vuelvo a la rutina, pero cargado de aprendizaje para lo que me toque vivir en esta tierra.

Vengo con el corazón mucho más abierto, roto de expansión, con pocas ganas de hablar, con ganas de parar. No en vano el motivo del yatra era celebrar mi primer año de jubilación laboral. Aunque dicen que los yoguis no se jubilan nunca.

Te confieso que no acabé los libros que llevaba de compañeros. Ha habido tanto que observar, entender, aprender y respirar que la lectura no acompañó la rutina de mis actividades. En cambio los cuadernos de viaje han venido repletos de dibujos y de reflexiones de lo que he visto, oído, olido y sentido.

Mis pensamientos densos se han quedado en los Himalayas, que lo absorben todo y te regalan su grandiosidad y sus aromas.

Ha sido un viaje hacia la divinidad, la divinidad que se encuentra en la naturaleza, en la cultura, en la aproximación religiosa, en los encuentros con lo sagrado.

He corrido poco, lo que me ha permitido acercarme a la fuente, ese espacio al que la parte estática del peregrinaje, en Vrindavan, me ayudó tanto. Si no puedo permanecer quieto, no puedo moverme en equilibrio. En esta época en la que todo se reduce a la mínima expresión en el tiempo, permanecer en quietud no está ya en nuestros hábitos.

Trece lecciones

Me gusta compilar, así que comparto contigo trece lecciones que he aprendido:

  • del Srimad Bhagavatam, a reconciliar el corazón con la mente y la devoción con el entendimiento.
  • de las pujas, esas preciosas ceremonias devocionales en las que los colores, aromas y sonido se encuentran en perfecto equilibrio, que puedo estar presente.
  • de la atención en los puranas, que la base de la práctica del yoga está en la compasión y en el amor incondicional a todo lo que nos rodea, sin excepción.
  • que nada nos pertenece: que quiero caminar por la vida como si no fuese mía, porque no lo es.
  • que no siempre estoy conectado como deseo, pero lo intento, aprendiendo cada día.
  • que cantar sienta bien. Repetir los nombres sagrados una y otra vez alivia el cuerpo y el alma y te va transformando. Solo hay que atender con paciencia.
  • que me cuesta permanecer en quietud mucho tiempo. Pero que si estoy atento y me doy cuenta de cuándo no lo estoy, de cuándo la mente se va a otros espacios y a otros tiempos, ya sea pasados o futuros, todo es más fácil.
  • que si me dicen que está prohibido hacer fotos, por algo será y que es mejor no hacerlas.
  • que existen médicos que están a tu lado hasta que estás casi curado.
  • que en la India hay un gran nivel de autogestión para resolver los problemas cotidianos sin tanta intervención exterior.
  • que todo está en transformación constante y sobre todo la montaña.
  • que en la India hay que tener especial cuidado con vacas y monos. No los ignoro, son objeto de adoración, pero he de tener precaución con ellos.

Y finalmente he aprendido que si la mente me vence, aparece el cansancio, y si mi corazón predomina, se hace la magia. Que si la mente se diluye como el ghee, se postra ante mi corazón. Como Sri Ramakrishna decía del Bhagavatam, “te fríe en la mantequilla del Conocimiento y te lleva a las mieles del Amor”. Cuanta poesía hay en las personas de sabiduría.

Así que estoy lleno de Prem,
de amor al universo
y te cuento sin tapujos.
Así fue este yatra,
un camino hacia la divinidad.

Gopala es profesor de los Centros de Yoga Sivananda Vedanta.
La peregrinación: Para celebrar mi jubilación como gerente del Consejo general  del Poder Judicial, he decidido sumergirme en un peregrinaje a la India del Norte con swamis, profesores y estudiantes de los Centros de Yoga Sivananda Vedanta. Por el mero gusto de compartir te lo iré contando, no como un diario narrativo del viaje, sino como un surgir de experiencias personales.  Así nace “Impresiones de un peregrinaje a la India”. Gracias a YogaenRed por hacértelo llegar.
Ver toda la serie publicada por YogaenRed AQUÍ

www.sivananda.es / www.gopala.es
Puedes ver los detalles de los lugares del peregrinaje en https://www.sivananda.at/es/sivananda-yoga-yatra/