El yoga no va de perfección. Al menos tal como la entendemos la mayoría de los mortales no iluminados. En la práctica de yoga necesitamos referentes que ya hayan recorrido más camino, que cuenten con mayor madurez espiritual, que sean fuente de inspiración y a los que poder tener de modelo. Escribe Ana Canelada.
Pasa igual con las posturas. Tenemos una referencia, pero no podemos tener tan presente la palabra “perfección” porque su percepción errónea puede acabar con la práctica del más dedicado de los alumnos, creando una idea de ineptitud que no sirve como fuente de crecimiento personal.
Las creencias sobre la perfección están tan arraigadas que dar cabida a la equivocación supone a veces tristeza, frustración, rechazo a uno mismo y a todo lo conseguido anteriormente.
La perfección es relativa… ¿Quién define lo que es perfecto? ¿En base a qué criterio? ¿En base a qué definirías la falta de perfección en un Trikonasana de Iyengar o uno de Krishnamacharya?
Muchos alumnos centran su práctica de yoga (y no me refiero solo a ásana) en lo que hacen en clase, guiados, corregidos, sostenidos… no vaya a ser que me equivoque o no sepa qué hacer…
Parte del crecimiento en cualquier tipo de aprendizaje es permitir espacio a la equivocación, al error. En el error, se aprende.
Yoga es una práctica personal e íntima. La asistencia a clases regladas es necesaria, sobre todo en los primeros años del camino, pero no puede generar dependencia. Donde realmente se aprende es en la práctica personal, a solas.
Tú y tu esterilla. Ni música, ni audios… nada. Tú.
Ahí serás realmente conocedor-a de la atención que prestas en clase, de si puedes trabajar en tu memoria, si vas haciendo los “clicks” que te permiten no practicar posturas que no son las apropiadas en ese momento, si vas conociendo tu cuerpo y sabes cómo se comporta según hayas tenido el día, si al sentarte contigo a respirar, tu mente está más o menos agitada de lo habitual…
Solo lo sabrás si te enfrentas –te pones de frente– a la posibilidad de equivocarte y no tener una práctica “perfecta”.
Prueba, practica, siéntate contigo, observa, equivócate… Si te equivocas, surgirán las preguntas… y ahí aprenderás.
Las clases con más practicantes tienen un papel importantísimo, ni que decir del acompañamiento de un profesor-a y un-a maestro-a, si lo tienes, que te va a inspirar y guiar por el camino, pero finalmente estarás tú, solo tú recorriéndolo.
No tengas miedo a equivocarte, da espacio a la equivocación desde lo que ya sabes. Arriésgate a no ser perfecta-o, reconócete en tu imperfección y relájate ante ella.
Permítete equivocarte.
Ana Canelada. Enseña yoga con sinceridad, honestidad y coherencia. Clases de ásana, meditación y filosofía del yoga. Madrid y online
www.anacanelada.com
@anacaneladayoga