Es la última obra de este filósofo tan apreciado por los interesados en las corrientes filosóficas orientales, y, según ha afirmado, el libro más importante surgido de su prolífica escritura. La editorial, Galaxia Gutemberg, lo presenta como «modos y estrategias de orientarse en la mente del mundo y navegar en ella, metafisica de bolsillo». PVP: 19€
En el precioso preludio del libro (ver avance editorial), describe así Juan Arnau la meditación soleada: «La meditación soleada es una meditación de caminantes. Más interesados en el paisaje y en lo que está fuera, que en el propio yo y sus heridas. Eso de afuera puede ser un niño o una anciana, un prado o una tempestad. La meditación soleada es una meditación horizontal. El santo occidental mira a lo alto, al dios celestial y trascendente. El santo hindú cierra los ojos y mira al interior, al origen, al dios fuente y manantial. La meditación soleada mantiene los ojos abiertos y contempla su rededor, pero de un modo particular. Ofrece la posibilidad de aproximarse a las cosas sin deseo ni memoria. Un imposible que en ocasiones sucede: limitar la percepción a la mera percepción, olvidando incluso las palabras que nombran aquello que vemos.
La idea de la meditación soleada se me ocurrió leyendo un mito. Un mito que se cuenta en uno de mis textos favoritos de la India antigua: la upaniṣad de la Amistad. En el principio sólo existía el Uno primordial. Pero se aburría y no era feliz en su soledad. De modo que, recreándose en sí mismo, creó un universo de infinitas criaturas. Las contempló y las vio como piedras, carentes de vida e inteligencia, hirsutas como leños. Entonces pensó: «Entraré en ellas para despertarlas». Y, convertido en viento, se introdujo en ellas para insuflarles la vida. Un único ser se convirtió en diferentes devenires (one being become different becomings). Y, desde el fondo de su corazón, pensó: «Gozaré de las cosas del mundo», y abrió cinco galerías para salir a la luz y orearse a través de los sentidos. Este es el principio vital al que cantan los poetas, que transita de un cuerpo a otro sin que le afecten la luz o la oscuridad, ni las consecuencias de las acciones. Pues es y no es el sujeto de la acción, no le afecta el deseo, pero se deja arrastrar gustoso por él. Espectador de todo lo que sucede en el mundo, goza de todas las experiencias posibles, sean terribles o dichosas.
El pasaje explica, en términos antiguos, lo que nosotros nos proponemos explicar en términos modernos».
Con este comienzo, ¿cómo privarnos del placer de leer este libro?
Meditación soleda. Propuestas para una cultura mental, es, como se deduce por su propio subtítulo, muy ambicioso. La editorial lo presenta así:
La meditación soleada es una visión y un modo de estar en el mundo. Parte de la idea de que el cosmos es una mente extendida y la materia una experiencia mental. La mente no es aquí el cerebro, sino la experiencia de la percepción, la memoria, el deseo y el lenguaje. Estos son los cuatro componentes del mundo para el empirista radical. Toda su indagación se inicia ahora, cuando percibe, recuerda y desea, mediante un lenguaje heredado que le ayuda a entender su identidad. El empirismo radical se distancia de cualquier tipo de genealogía o explicación sobre las causas que nos han traído hasta aquí (big-bangs, neolíticos, karmas o ADNs). Acepta el hecho de que somos una flecha en movimiento y trata de dilucidar adónde nos dirigimos.
La meditación soleada es cultura mental. Modos y estrategias de orientarse en la mente del mundo y navegar en ella. Este libro es una metafísica de bolsillo. Síntesis de años de investigación en la que concurren los presocráticos, la fenomenología, el sufismo, el budismo, el vedanta y la filosofía de la ciencia, y que permiten ciertas intuiciones:
– La percepción es una fuerza que nos atraviesa. Cuando percibimos, es otro el que percibe a través nuestro. Ese otro es el origen. Cuando estamos atentos a algo, cuando advertimos que percibimos, sintonizamos con el origen. La atención es un modo de viajar al origen. Así es como la conciencia original experimenta el mundo.
– La obsesión por una vida interminable refleja nuestra incapacidad de vivir el presente. Lo eterno no es un asunto temporal. Lo eterno es un eje vertical que corta al tiempo horizontal. Lo convocamos cada vez que hacemos el origen presente. Lo eterno alienta en nosotros, es el ahora, no algo que sobrevendrá tras la muerte.
– El Ser es experiencia pura. Una experiencia compartida con el origen.
El autor
Juan Arnau es escritor, astrofísico y doctor en filosofía, especialista en pensamiento oriental y filosofía de la ciencia. Ha sido investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Míchigan, El Colegio de México y las universidades de Barcelona, Benarés y Granada. Actualmente es profesor titular de Filosofía sánscrita en la Universidad de Complutense de Madrid. Defensor del humanismo en la era de la distracción tecnológica, colabora habitualmente con el diario El País. Ha publicado ensayos, traducciones del sánscrito y «ficciones filosóficas». Algunas de sus obras son: Antropología del budismo y Budismo esencial (Alianza), Cosmologías de India. Védica, samkhya y budista (Kairós), Manual de filosofía portátil (Atalanta) y La fuga de Dios, La mente diáfana. Historia del pensamiento indio, En la mente del mundo. La aventura del deseo y la percepción y Buda (Galaxia Gutenberg)
Para saber más sobre el tema:
– https://elpais.com/babelia/2022-05-30/ortega-y-gasset-la-meditacion-soleada.html