Yoga Academy/ Yoga y percepción de la realidad

2024-11-28

Uno de los grandes objetivos del yoga es la obtención de la claridad en la mente para permitirnos percepciones directas y transparentes, aquellas que evidencian que la realidad no puede ser únicamente lo que nuestros sentidos y nuestra mente “ven”, “oyen” o interpretan. Así que la percepción es una clave mayor en el yoga, tanto o más como lo es para la ciencia. Escribe Mayte Criado.

Estamos hiperconectados, pero vivimos en una época de soledad y aislamiento. Vaya ironía. En esta sociedad de inmediatez, de  superficialidad y de escasa implicación con lo que llamamos realidad, funcionamos con una mente que recibe inputs continuos que no filtran debidamente ni el cuerpo ni la observación libre, ni mucho menos eso que llamamos corazón abierto o alma.

Nuestra mente depende de numerosos condicionamientos que nos pasan inadvertidos y nos convierten en seres que responden más bien a través de impulsos y emociones. Es del todo evidente que nuestro sistema de percepción solo funciona en un plano muy limitado.

Tanto el yoga como la ciencia están sumamente interesados en el estudio de la mente humana y en su capacidad para “ver” y/o “percibir” la realidad de una forma objetiva, pero también reinterpretándola y adaptándola en cualquier sentido que le convenga. Yoga y ciencia albergan diferencias cuando estudian la naturaleza de la percepción, y cada época expone las evidencias científicas que van formando parte de sus teorías, aunque, sea como sea, los seres humanos seguimos afligidos y desconectados interiormente.

Por otro lado, uno de los grandes objetivos del yoga sigue siendo la obtención de la claridad en la mente para permitirnos percepciones directas y transparentes, aquellas que evidencian que la realidad no puede ser únicamente lo que nuestros sentidos y nuestra mente “ven”, “oyen” o interpretan. Así que la percepción es una clave mayor tanto para el yoga como para la ciencia.

¿Por qué el yoga se interesa tanto sobre la percepción de la realidad?

Según se cuenta en la Chhandogya Upanishad, hubo un sabio que tuvo un hijo muy brillante llamado Shvetaketu. Cuando se hizo mayor, su padre le dijo: “Hijo, en nuestra familia hemos sido brahmanes no sólo de nombre sino porque hemos sido buscadores de Brahman. Hemos sido llamados brahmanes porque hemos sido ardientes buscadores de la Inmensidad. Así, debes ir y buscar el conocimiento de Brahman”. Shvetaketu se fue entonces en busca del conocimiento de Brahman. Buscó durante doce años y cuando regresó al hogar paterno, había estudiado y dominaba todas las ciencias y se había convertido en un erudito arrogante y seguro de sí mismo. Cuando estuvo delante de su padre le contó todo lo que había aprendido. Su padre lo escuchó y le hizo preguntas que determinaron que, efectivamente, su hijo había adquirido una gran instrucción. El padre le dijo: «Shvetaketu, ya veo que te has hecho sabio y altivo, pero ¿aprendiste la enseñanza mediante la cual lo inaudible se vuelve audible y lo invisible se vuelve visible?». La respuesta de Shvetaketu fue que no le habían enseñado a oír lo inaudible y no había oído hablar en ningún momento ni en ningún sitio de tal enseñanza. Entonces Shvetaketu rogó a su padre que le diera esa instrucción, ya que tenía conocimiento de un orden de la realidad completamente diferente. Su padre comenzó a enseñarle el yoga.

De todas las definiciones que he leído y escuchado sobre qué es el yoga, ésta es la que más me llena. El yoga es esa enseñanza mediante la cual lo inaudible y lo invisible se revelan reales y perceptibles en todo el ser. Cualquier camino espiritual busca la total integración de las capas del ser, el cuerpo, la energía, el mundo de los sentidos, la mente y las emociones, el alma y el espíritu. Todas las herramientas de los caminos espirituales convergen en esta clave superior, de modo que una persona pueda estar abierta y disponible para un tipo de realidad completamente diferente. Cualquier vía por la cual los seres humanos puedan completarse, percibir la realidad e integrarse es un yoga.

La percepción de lo invisible es por tanto muy importante para el yoga, pero también lo es para la ciencia. De alguna forma, el yoga también busca la verificación empírica. Pero evidenciar aquello que no se ve ni se oye parece un imposible. ¿Cuándo hablamos de evidencias nos referimos a los resultados de un experimento o a los resultados de la experiencia? Es una reflexión compleja ya que quien vive la experiencia de la percepción sutil a través del cultivo del yoga por años, obtiene resultados poco medibles y expresables al menos por ahora.

Tanto la ciencia como el yoga parten del supuesto de que la realidad tal como la revelan nuestros sentidos ordinarios, no es la verdadera realidad. La realidad toma la forma de las apariencias y del ruido de nuestra mente. La ciencia busca en los entresijos del cerebro y los procesos de la psique, mientras que el yoga propone un viaje de exploración que comienza limpiando los órganos de percepción y regulando las energías a todos los niveles. Son trayectos diferentes. Para el yoga, se trata de limpiar y liberar; un tipo de limpieza y un equilibrio que resultan ser cualitativos, es decir, destinados a poder percibir significados y dimensiones de la realidad incluso no medibles. Se intenta esculpir el cuerpo y el carácter, se limpian los órganos internos, se limpia la mente tratando de calmar sus fluctuaciones, se reconstruyen los sentimientos y se alimentan los valores y el sentido de la vida, pero todo (y no es poco) con el afán de percibir la realidad desnuda y límpida para que nos revele quiénes y qué somos.

¿Dónde puede llevarnos el yoga? Hay mucha literatura sobre ello y bastantes compendios sagrados. “Sagrados” es una manera de decir que aluden a la realidad inaudible e invisible. Todas las enseñanzas se dirigen hacia el mismo objetivo crucial: el conocimiento de la realidad. Se considera que a través del yoga emerge un tipo de orden considerado correcto. El término “correcto” aparece para señalar que, como explica Patánjali en los Yoga Sutra, la percepción ordinaria es siempre errónea. Así, la cumbre del yoga parece deslizarse por debajo, detrás y más allá de este sistema nublado de percepción ordinaria hasta poder ver lo invisible y escuchar lo inaudible y que, como dicen los Upanishads, «aquel que no ve que lo que está dentro también está fuera está verdaderamente engañado».

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