Platón. La Caverna, EXIT. La vida en sombras. La humanidad encadenada a la fe en la percepción de los sentidos y la mente, a la ignorancia de nacimiento autoalimentada. El periplo de la persona que se libera. La entrega para ser Luz. El periplo de regreso a la Caverna por amor. El desprecio de los acomodados a las cadenas. Escribe David Rodrigo.
Platón. La Caverna, EXIT.
La humanidad encadenada en la oscuridad de la caverna. Todos mirando al frente, lo mismo. Sombras.
Sombras que todos creen realidad, la realidad.
La Caverna, la oscuridad, las sombras, los nacidos esclavos, los muertos esclavos, el convencimiento en el error, la ignorancia de nacimiento, vida limitada a las sombras y muerte, es el mundo de los sentidos y los movimientos del campo mental (creencias, motivaciones, pensamientos, emociones, acciones, resultados, experiencias), que son agitados por los objetos de los sentidos, las sombras que la mente rumia, los fantasmas, las apariencias.
Las cadenas que atan a todos los esclavos haciendo que vean todos lo mismo, las sombras, son tus hábitos mentales, tus surcos mentales conscientes e inconscientes -latentes y potenciales- que te llevan hacia fuera, hacia la fe en los sentidos y las sombras que perciben. Las cadenas son tus hábitos mentales con los que te das identidad, te das valor a ti, a lo tuyo, a tu vida y al mundo, con los que juzgas y a partir de los cuales reaccionas, con tu habla, con tu acción, y, por tanto, siembras los frutos de tu acción, que son tus experiencias en la vida, de felicidad y sufrimiento, etc.
Nadie te ha esclavizado a tus cadenas más que tú. El ser humano se aferra a las cadenas que le esclavizan, a sus surcos mentales.
La persona libre
Pero uno, alguno, se libera de las cadenas. El buscador. Con gran esfuerzo abandona sus hábitos mentales que le llevan a los sentidos y sus objetos, las sombras proyectadas en la pared de la cueva, e inicia su búsqueda interior por el estrecho canal de la concentración por el que puede que salga de la caverna a lo desconocido.
Se va dando golpes en el sinuoso canal oscuro, sin movimiento de sombras. Solo, agotado, herido, sin saber dónde va ni qué le pasará ni por qué él y nadie más… pero sigue. El buscador sincero sigue; y su determinación y amor por descubrir la verdad le da más fuerza, determinación, paciencia, amor y luz interior con la meditación.
Sigue su camino de resistencia, a contracorriente propia y ajena, su práctica meditativa se profundiza, no importa el tiempo.
Hasta que sale al fin de la cueva y tanta luz le puede.
Acostumbrados a la oscuridad, sus ojos no toleran la Luz misma, el Sol, la Consciencia pura, el Ser, la Verdad que buscaba sin saber bien qué era.
La paz del reflejo claro
Obligado a bajar la mirada, humilde, mira el reflejo directo y claro de la Luz y las formas perfectas en el agua tranquila, en su intelecto purificado, en su razón más profunda.
Siente ahí, en su corazón, la paz, la plenitud y la belleza de la Realidad, el Sol, la fuente de la Luz y la Vida.
Se deleita contemplando el reflejo del Sol y las formas perfectas en el agua cristalina de su intelecto. Goza en sí mismo; ahí se queda, descuidado.
La realidad ya no son sombras, sino luz.
La entrega
Pero sabe que la Realidad es todavía lo reflejado. Tras acostumbrar su visión a la luz, no se acomoda en la paz y la dicha pura reflejada, se arma de valor y se desafía definitivamente alzando su visión directamente al Sol.
Sabe lo que es, dónde va, pero, pese a ello, tiene todavía miedo, mucho, resistencia a darse completamente, a perder su pequeño yo en la inmensidad de la Vida misma.
El momento de la verdad.
El pequeño gran paso definitivo.
La entrega.
Valiente, decidido, confiado, incierto, pase lo que pase, levanta su mirada al Sol. La Luz le quema los ojos, pero no deja de mirar.
Ya no mira con los ojos. Ve directamente con la Luz, uno con la Vida una.
El amor
Se quemaron los velos. Ni rastro dejaron.
Sólo impresiones mentales que no le tocan pero que le recuerdan a sus seres queridos esclavizados en la cueva, la humanidad ignorante de la belleza perfecta de la Verdad.
Decide por amor hacer el recorrido de vuelta y liberarles.
Si difícil y duro fue el ascenso, también es complicada ahora la bajada a la oscuridad de la cueva de los sentidos, a las cadenas de las sombras.
Llega el liberado a trompicones a las entrañas oscuras de la cueva y, excitado, intenta describir a los humanos la Verdad luminosa y perfecta fuera de la cueva y la vía de salida, la CavernExit.
Le tratan de loco, se mofan, le amenazan incluso, y se acomodan en sus cadenas.
David Rodrigo, maestro tradicional de Advaita Vedanta, Yoga Sutras y Meditación, que transmite la luz, el amor y el poder de esta sabiduría universal como filosofía de vida, experimental y práctica.
Estudió y practicó tradicionalmente en Rishikesh, India (2008-14), donde empezó a transmitir. Cofundador en España de la Escuela de la Vida Plena, un viaje de autoconocimiento de la plenitud y la armonía de tu Yo Real y de la Vida.Retiros y Cursos abiertos (online y presencial):
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