Los antiguos maestros descubrieron las cualidades superiores de los animales y las materializaron en unas posturas que, al practicarlas, nos las transmiten y nos vuelven a integrar con la naturaleza, nos enseñan a conocer y comprender nuestra propia mente y nos hacen más íntegros y conscientes. Escribe esta serie de artículos Pedro López Pereda.
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El Camello (Ustrasana)
El camello simboliza el viaje que tenemos ante de nosotros, como metáfora de nuestra vida sobre la tierra. Es por eso un gran guía espiritual en nuestro camino. Los camellos han evolucionado para asumir los retos de recorrer largas distancias, viajando sobre terrenos duros y expuestos a las más extremas condiciones.
Realización del ásana del camello
Desde la posición inicial pasamos a la postura sobre las rodillas. Colocamos dos ladrillos junto a nuestros pies.
Posamos las manos sobre la zona lumbar, con los codos hacia dentro, a la anchura de los hombros. Proyectando la pelvis hacia delante y el pecho hacia arriba, vamos arqueando el tronco hacia atrás, sin dejar de percibir la extensión de la columna, y poco a poco bajamos las manos para apoyarlas en los ladrillos. Con la práctica trataremos de llevar las manos sobre los talones.
Después de mantener la postura durante 15 segundos salimos de ella inspirando profundamente, sin perder el tono muscular, hasta regresar a la postura de inicio.
El Niño (Balasana)
El niño representa la pureza y es un símbolo de renovación y esperanza en la vida. Representa etapas de cambio y crecimiento personal.
Realización del ásana del Niño
Empezamos en la posición de cuadrupedia. Separamos un poco más las rodillas y bajamos la pelvis, llevando los glúteos sobre los talones. Al espirar nos inclinamos hacia adelante, dejando los brazos extendidos en el suelo y permitiendo que el pecho descienda con cada exhalación.
Descansamos la frente sobre el piso, sobre un bloque de yoga o sobre cualquier otro apoyo.
Relajamos los hombros, permitiendo que la espalda se estire suavemente.
Mantenemos la postura al menos 90 segundos, con respiraciones fluidas, permitiendo que el cuerpo y la mente se relajen por completo.
Transcurrido el tiempo, volvemos a la postura de inicio.
El Conejo (Sasangasana)
El significado del conejo se refiere principalmente a la abundancia, el bienestar y lo sutil.
Representa también los dones de fertilidad y acopio e indica que es inminente una abundancia inesperada en el chakra Sahasrara.
El conejo es paz y armonía, representando el paso del plano físico tangible al plano superior, el mundo sutil.
Realización del ásana del Conejo
Empezamos en la postura de inicio para pasar suavemente a ponernos de rodillas con las piernas juntas, bajamos las caderas hasta sentarnos sobre los talones.
Sujetamos los talones con las manos, de manera que los pulgares queden hacia afuera. Bajamos la barbilla hacia el pecho, hundimos el abdomen, y vamos enrollando lentamente la columna vertebral para acercar todo lo posible la frente a las rodillas.
Colocamos la parte superior de la cabeza en el suelo (podemos disponer un cojín o una manta doblada para amortiguar el apoyo de la cabeza) y levantamos las caderas hacia el techo. Los talones se mantienen juntos y los hombros lejos de las orejas. Mantenemos la postura 90 segundos. Transcurrido el tiempo, volvemos a la postura de inicio.
El Pez (Matsyasana)
Cuenta la mitología que Shiva, ante la tristeza que le causaba a su esposa Parvati ver el sufrimiento en el mundo, y con tal de permitirle distinguir lo real de lo ilusorio, creó el Yoga. Con el fin de que nadie pudiera presenciar sus enseñanzas, se situaron en una playa apartada, sin darse cuenta que un pez les observaba.
Pasó el tiempo y el pez fue memorizando todas las posturas y meditaciones, hasta que un día fue descubierto por Shiva. Aunque en un primer momento le reprendió por haber espiado a los dioses, Shiva decidió convertirlo en ser humano y enviarlo a la tierra a difundir el Yoga entre los hombres. Así nació Matsyendra, el hombre pez origen del Yoga en la Tierra.
El pez es el símbolo de la conciencia, que se sumerge en el mundo inconsciente para llevar nuestros “frutos” desde Muladhara a Sahasrara.
Realización del ásana del Pez
Para esta postura nos tumbamos boca arriba, con las piernas estiradas, y llevamos las manos debajo de las caderas, apoyando las palmas en el suelo. Los codos tienen que quedar pegados a las costillas.
Desde esta posición, empujamos con los antebrazos contra el suelo para levantar todo el tronco. Una vez el tronco está separado del suelo, dejamos que la cabeza se apoye suavemente, sin forzar las cervicales, lo importante es la curva que forma la columna vertebra no el apoyo de la cabeza. Al principio es mejor apoyar la parte posterior de la cabeza. ¡Lo que activa el ascenso en Sushumna es la curvatura orgánica de la columna en extensión!
Con los codos bien apoyados y las piernas bien estiradas, abrimos el pecho y mantenemos la postura durante 15 segundos.
Para salir de esta postura, levantamos la cabeza, acercamos la barbilla al pecho y bajamos suavemente el tronco.
Posteriormente terminaremos la tabla con la postura de Savasana (ásana en la que nos tumbamos boca arriba, totalmente relajados, con los brazos y piernas extendidos junto al cuerpo, las manos a los lados con las palmas hacia arriba y los ojos cerrados) mantenemos la postura de relajación durante un tiempo superior a los 10 minutos.
(Esta serie continuará el próximo lunes)
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).