Yoga, aburrimiento y energías dispersas

2024-09-20

La práctica del yoga no es un ejercicio divertido ni pretende serlo, y están muy desorientados quienes se inicien en ella si les decepciona por este motivo. El yoga no se crea para entretenernos sino para todo lo contrario, que es centrarnos, concentrar nuestras valiosas energías dispersas. Escribe Pepa Castro.

Una clase de yoga puede resultar aburrida, por supuesto. O mejor diríamos rutinaria, monótona e incluso irritante si la persona que la dirige no es lo bastante competente. Pero eso no es culpa del yoga, sino de quien dirige la sesión.

A propósito de esto, hace unos días la profesora Ana Canelada escribía en un artículo en YogaenRed algo con lo que no puedo estar más de acuerdo. Decía que un buen profesor te enseñará a entender las posturas (hablaba de ásana en concreto, pero es extendible a todo el yoga) «sabiendo qué es lo que estamos buscando y trabajando, dónde hay que soltar y dónde sostener, tanto a nivel físico como a otros niveles». Quien no haya padecido a un instructor que cree estar impartiendo ciencia infusa, no sabe lo que se agradecen las pertinentes explicaciones.

Hacer por hacer, repetir sin entender, sin dotar de todo el sentido a lo que se hace, vale de poco, sea yoga o lo que sea. Es cierto que la propia práctica te va enseñando a escuchar y comprender cada vez más, pero para llegar a ese nivel de experiencia hará falta un tiempo, y no todas las personas van sobradas de paciencia y deseos de descubrir.

Todo en el yoga te lleva hacia dentro, muy lejos de entretenerte, divertirte o distraerte. De ahí su grandeza y su poder. La misma entonación del Om antes de la sesión, con las manos unidas ante el pecho, tiene un sentido profundo, no es un mero gesto ritualista. La reverberación del sonido grave se transmite desde la garganta a cada rincón del cuerpo y concentra todas las energías dispersas con las que llegamos a la esterilla desde la vida enloquecida de fuera. Cualquiera está en condiciones de comprobar esta alquimia.

Interiorizar no es desconectarme

Hay un antes y un después de cada sesión de yoga. Vamos a clase a interiorizarnos, que es prestar atención a lo que sucede dentro de una misma, escucharse, verse, respirarse, sentirse. Esta es la gran diferencia con cualquier otro ejercicio meramente físico, y no nos cansamos de repetirlo. En un vídeo que circula por instagram, la cantante Madonna responde a la típica pregunta (que cuesta tanto explicar en dos palabras) sobre qué es el yoga. Ella dice que el yoga comienza con un estado mental y que las posturas son algo que se hace mientras meditas. Así huye de tópicos complacientes y va directamente al núcleo de la cuestión. No es una respuesta fácil, pero de ahí parte, en efecto, todo que nos lleva a conocernos y a liberarnos.

Liberarnos del papel del yo pequeño, ese que nos deja encallados en la experiencia de verlo todo a través de la lente miope de nuestra propia mente, la que gira siempre en torno a «lo mío», «lo que me pasa a mí», mis emociones, mis pensamientos, mis deseos y contrariedades…, en lugar de elevar la mirada para darme cuenta de que solo soy parte de la vida, de una realidad que comprende todo y a todos.

Interiorizarme no es desconectarme del mundo ni ensimismarme en mi confortable burbuja o asfixiante bucle, sino confrontar dentro de mí ese yo autorreferencial e infantil con la propia naturaleza y la realidad, sobre todo de la vida afectiva, de la relación con los demás. «La vida surge cuando las células se dividen y se ponen al servicio del bien común. Cualquier ser vivo es resultado de una solidaridad extrema. Esa es la vida».

La interiorización y el estado meditativo se inducen gracias a la atención en la respiración, la gran guía, la fuente de vida y de la consciencia, la que conecta todo y a todos con el prana que alienta las energías humanas y cósmicas. La respiración consciente nos guía en el camino de la meditación, pero también nos ayuda a calmar el dolor en cualquier parte del cuerpo y a liberar la mente y el cuerpo de la ansiedad. Un poder que ninguna otra práctica más «entretenida» alcanza.

Pepa Castro es codirectora de YogaenRed.