Notas de un alumna veterana: ¿El yoga no fomenta la amistad?

2024-07-19

Nuestra lectora practicante de yoga, La alumna veterana, que nos propuso publicar sus notas, nos ha enviado su nuevo escrito. Habla de sus amigas las del yoga y las del pilates, que habitan como en territorios diferentes, y ella se encuentra en medio un tanto dividida… Para comunicaros con ella: info@yogaenred o redes sociales (@yogaenred) con vuestros comentarios.

Hola amigas de YogaenRed y quienes me quieran leer. Me permito escribir de nuevo, y os agradezco  como siempre la oportunidad de expresar mis inquietudes. Esta vez no voy a hablar de mis experiencias en clase de yoga, ni de los profesoras y profesores que han pasado (y permanecido de algún modo) por mi vida, sino de mis amistades y el yoga. Y me gustaría mucho conocer vuestra opinión sobre el tema, si llegáis a leer este nuevo desahogo hasta el final.

Se podría decir que tengo dos tipos de amigas: las que son fanáticas de pilates y las yoguinis. De mis amistades masculinas solo puedo hablar de dos grupos bien diferenciados: los que juzgan con condescendencia mi práctica de yoga (amigos de mi marido casi todos) y los que me miran con cara de pitorreo por eso mismo. Un dato: calculo que ronda el 80% los individuos de ambos grupos que no podrían atarse los cordones de los zapatos sin recurrir a un asiento.

De mis amigas yoguinis, y llamo así a las que realmente dedican al yoga toda o la mayor parte de su vida, solo puedo quejarme de que tienen poco tiempo en general para vernos fuera de clase, y menos para quedar en ir al cine o tomar algo. Muchas de ellas hacen escasas concesiones al consumo y tampoco al ocio y la cultura. Llevan un estilo de vida austero, y casi no dedican tiempo ni dinero a otra cosa que no sea el yoga. Siempre están superocupadas en cursos y talleres o en preparar reels para difundirlos en instagram. De modo que cuando tengo el día tonto y me pide el cuerpo ir al cine y comer un helado a la salida, mejor se lo digo a mis amigas  del pilates.

Estas suelen ser más pudientes económicamente, sobre todo las que se lamentan de la pasta que les cuesta pilates-máquina. Pero les funciona y suelen estar contentísimas, aunque a veces sospecho que se ponen tan proselitistas del pilates para competir con mi fidelidad hacia el yoga. Y eso que yo no entro a ese trapo, qué va, que lo de presumir y competir no queremos hacerlo las alumnas de yoga veteranas.

Hablo de mis amigas de pilates con esta naturalidad porque, por alguna razón que ignoro, son abrumadora mayoría entre mis allegadas. No discrepo en absoluto de las bondades de ese método que tanto le debe al yoga, al contrario. Sus beneficios para la salud y la funcionalidad del cuerpo están más que contrastados, pero me llama la atención que a ninguna de estas amigas mías se les haya ocurrido nunca probar una clase de yoga (más allá de ese invento entre yoga y fitness que hacen algunas en el gimnasio por variar). Es como si detectaran algo que estigmatizara al yoga, como un prejuicio o una imagen distorsionada.

Creedme si os digo –imagino que les hablo a mis amigas fans del pilates– que la práctica de yoga mejora bastante nuestra tendencia a los prejuicios. Que además de recomponernos la espalda o mantenernos en forma, es de gran ayuda para templarnos los nervios, mejorarnos el humor y hacernos más fuertes por dentro y por fuera, que no podemos ir por la vida con el trasero prieto y la cabeza floja. Atención, conexión, concentración, conciencia, sosiego… ¿Quién nos da más?

Solo por eso habría que probar el yoga. Nadie nos obliga a cantar mantras, si es lo que os preocupa. Y quizás percibáis por qué el yoga como sistema completo para cuidar la integridad de lo que somos (cuerpo, mente y espíritu) lleva sobreviviendo con éxito en los últimos 5.000 años. Pero si os vale solo con cuidar vuestra parte física… bien estará.

Después de pensar en todo ello, me queda como la sensación de encontrarme en territorio de nadie, un tanto dividida. Comparto el yoga con mis amigas yoguinis y salgo de fiesta con las del pilates, que no comparto. No sé si esto es muy raro y me lo tengo que replantear. O es la vida misma, o sea que todos somos diferentes y por eso tenemos que sentirnos unidos.

Mercedes, La alumna veterana. Una lectora de YogaenRed practicante de yoga.