Cuando te aproximas a una determinada escuela o forma de trabajar porque es «el estilo que te gusta», «el que te va», no suele ser el que más te conviene (en general), porque suele venir a reforzar ciertos patrones mentales en los que te sientes segura/o y cómoda/o. Y el yoga es una herramienta para deshacer esos patrones y hacerte resiliente y adaptativo a lo que venga. Escribe Ana Canelada.
Es increíble cómo la búsqueda de la libertad individual pasa también por una fase de miedo y apego a lo conocido.
Es tanto el miedo a lo desconocido, a la libertad verdadera, al dejarte llevar por lo que dicta el corazón o intuición, si lo quieres llamar así, que tardas un tiempo en lanzarte.
Buscas y buscas, das vueltas y vueltas cuando en realidad todo ya estaba ahí. Solo tenías que ser todavía más honesto y confiar todavía más en tí. Porque en el fondo tú ya lo sabías.
Hace ya bastante tiempo que andaba dando vueltas a la práctica de ásana. Los que me conocéis sabéis que siempre he hablado de YOGA con mayúsculas. En los talleres que imparto tanto de filosofía como de ásana, hablo siempre del gran y complejo sistema que es el yoga y que ásana es solo un trocito de todo ese sistema al que en Occidente, desde hace unos 50-60 años, se le ha dado mucha importancia.
Es posible que con lo que escriba venga la policía yóguica de varias escuelas a detenerme, jajaja, pero es que hace mucho ya que la relación que tengo con las escuelas es un poco especial. He de decir que cuando uno comienza el viaje en este mundo generalmente lo hace a través de un primer contacto con ásana y suele haber algún estilo de enseñanza que le suele gustar más que otro. A veces no es el estilo, sino el profesor o profesora que te acompaña y con el que te sientes a gusto.
Con mi experiencia he comprobado que generalmente, cuando a lo que te aproximas es a una determinada escuela o forma de trabajar porque es el «estilo» que te gusta, «que te va», no suele ser el que más te conviene (en general) porque suele venir a reforzar ciertos patrones mentales en los que te sientes seguro y cómodo. Y el yoga es una herramienta para deshacer esos patrones y hacerte resiliente y adaptativo a lo que venga.
A día de hoy creo que si me ponen delante un grupo de personas te digo, no solo por el cuerpo, qué tipo de práctica de ásana siguen.
Los que son más atléticos, más cuadriculados, más «yo fluyo», etc… tienen su propia escuela y ahí andamos inflando esos patrones mentales, a no ser que seas muy consciente de lo que estás haciendo.
Los modernos estilos de yoga han sido creados hace muy poco. En el yoga nunca se le ha dado la importancia que tiene ahora a la práctica determinada de posturas. Lo importante ha sido mantener un cuerpo fuerte y estable para la meditación, una dedicación sincera a la práctica. Pero en ningún texto fuente se habla de poner un pie así o asao en tantos grados. Estas cosas son «modernas», teniendo en cuenta los estudios biomecánicos y anatómicos que han ido apareciendo a lo largo del tiempo y que siguen apareciendo y haciendo que la práctica de ásana se vaya acercando a veces a entrenamientos funcionales. ¡Y esto no es malo! El conocimiento del cuerpo va ampliándose y está muy bien que la enseñanza de ásana vaya nutriéndose de estos conocimientos.
Mi reflexión a lo largo de estos 16 años de práctica, la mayoría en el estilo Iyengar, incluida la formación de profesoras, es que las escuelas de yoga son producto de los humanos y, como tal, no son perfectas. Cada una tiene cosas muy buenas pero también sus carencias. Y ahí es donde surge la reflexión sobre la forma de trabajar ásana de diferentes maneras para una práctica global a nivel corporal.
¿Por qué no se puede trabajar una misma postura de una forma más dinámica o más estable según el día? ¿Quién soy yo para decir si el Trikonasana de Iyengar es mejor o peor que el de Ashtanga? ¿Podemos trabajar ásana desde enfoques más anatómicos para trabajar muscularmente más unas zonas del cuerpo? ¿Es posible que para algunas personas su entrenamiento sea el equivalente a la práctica de ásana?
Lo importante es practicar ásana desde la completa atención, con la actitud y motivación correctas, para preparar el cuerpo y la mente para la meditación, la introspección y la calma. Lo importante es tener una práctica sincera y comprometida a niveles más allá de lo físico.
Tras estos años de estudio y práctica dedicada, me siento en el momento de liberarme y no tenerme que definir con ningún estilo ni escuela de yoga porque el yoga es yoga. El yoga es una herramienta para vivir plenamente, con calma, conscientemente. Es mucho más que posturas y directrices, es algo que trasciende una determinada forma corporal. Es libertad, libertad para mostrarte y ser tal como eres.
Ana Canelada. Profesora de yoga.
www.anacanelada.com
Clases de Yoga para la vida. Resiliencia y Calma. Asana, Meditación y Filosofía.