Cuando nos acercamos a la práctica del yoga, solemos empezar asistiendo a clases regulares en un centro de yoga, uno o varios días a la semana. Así poco a poco vamos impregnándonos de la práctica. Y si seguimos interesadas/os en profundizar un poco más en esta filosofía, una opción que escogen muchas personas es apuntarse a un retiro intensivo. Escuela de Yoga Mahashakti.
Hoy en día es muy fácil informarse y participar en uno; las revistas y webs especializadas (como Yogaenred), las redes sociales o los buscadores de internet nos facilitaran escoger entre innumerables propuestas.
La mayor parte de los retiros suelen tener un elemento común: la naturaleza. En general las escuelas y/o profesoras de yoga buscan espacios en los que ofrecer varios días de retiro en lugares alejados de las bulliciosas ciudades.
Los retiros oscilan entre retiros de un fin de semana hasta de dos semanas. Estos últimos suelen estar dirigidos a practicantes con cierto nivel de conocimiento. Si bien los retiros son una oportunidad para descansar, desconectar y recargar las pilas, pueden conllevar un nivel de dificultad apto para practicantes de nivel medio o avanzado.
La experiencia suele ser variopinta, pero si hemos elegido un retiro adecuado para nuestro nivel, cuando volvemos a nuestra vida cotidiana llegamos mucho mejor de cómo nos habíamos ido. Solemos tener las ideas un poco más claras, estamos más felices, sentimos que hemos vaciado un poco o mucho la “mochila” existencial y sobre todo nos sentimos más en paz… al menos los primeros días que regresamos.
Llegados a este punto, en el que todas/os las/los que hemos experimentado un retiro solemos coincidir, surgen varias preguntas: ¿Por qué nos sentimos mejor? y ¿Por qué ese estado de mayor dicha no es permanente?
Vamos con la primera pregunta…
¿Por qué nos sentimos mejor?
- Nos sentimos mejor porque, gracias al contexto en el que hemos vivido el retiro, se manifiesta con más evidencia nuestra verdadera naturaleza, la paz. Nuestro estado natural, profundo y verdadero es este: somos paz. Esta experiencia tan difícil de sentir en esta rápida e intensa vida que vivimos, emerge cuando creamos las condiciones y el contexto adecuado. Es así de sencillo.
- En un retiro aparcamos por unos días el ritmo frenético, las obligaciones y responsabilidades. En algunos retiros nos plantean que dejemos apagado o lejos, durante esos días, el teléfono, el reloj o cualquier dispositivo que nos genere distracción o preocupación. En muchos retiros suena algún sonido que nos llama a las actividades por lo que si “nos atrevemos” podemos literalmente desconectarnos de lo cotidiano.
- Hacemos una práctica de ásana, meditación y pranayama de manera intensiva, con todos sus beneficios. Esta parte armoniza y equilibra nuestro aspecto físico, mental y emocional principalmente.
- Reflexionamos sobre aspectos existenciales con los facilitadores que nos pueden dar respuestas a cuestiones transcendentes o espirituales.
- Además nos encontramos con almas afines. Las compañeras de retiro suelen ser totalmente desconocidas, no obstante se suele producir, en mayor o menor medida, una rápida afinidad que nos permite compartir y abrir nuestro corazón sin miedo a ser juzgadas.
- La alimentación suele ser equilibrada, ecológica y como poco vegetariana, si no vegana. Eso le facilita a nuestro cuerpo y al sistema digestivo emplear menos esfuerzo en digerir lo ingerido y disponer de más energía.
- Si además el espacio está suficientemente lejos de núcleos densos de población, nos permite limpiarnos de toda la densa carga electromagnética que hay sobre todo en las grandes urbes.
- Además la naturaleza, con los bosques, árboles, plantas, aire puro y sonidos naturales nos ayuda a liberar tensiones que cargamos habitualmente sin darnos cuenta.
- El último elemento que favorece todo este proceso son las fuerzas elevadas y amorosas de bien a las que nos abrimos, que permiten conectarnos o acercarnos a ellas por simpatía vibracional. El amor, la paz, el bien y la luz son atraídas, y la densidad cotidiana que nos acompaña se sutiliza o incluso libera.
Para entrar en un retiro y en todo este pacífico flujo descrito suelen hacer falta entre dos y tres días. Por eso un retiro más corto se suele quedar escaso.
Los dos primeros días las participantes experimentan resistencias y dudas. Una rutina yóguica seria y profunda requiere de cierta entrega y apertura por nuestra parte. A partir del tercer día estas resistencias iniciales se suelen disipar y la experiencia es aceptada y vivida con mucho mayor gozo.
Ya al final del tercer o al principio del cuarto día todo fluye con facilidad, la rutina cotidiana se transita con alegría y las personas desconocidas, hace tan solo cuatro días, se convierten muchas veces en amistades de corazón.
El quinto día, cuando dura esto un retiro, la paz y la dicha que se siente está tan normalizada que solo nos damos cuenta de lo bien que estamos cuando salimos del retiro y volvemos a nuestras vidas.
Antes y después
Pero lo más importante e interesante, sin restar importancia a todo lo anterior, es que en mayor o menor medida todos recibimos respuestas y revelaciones a nuestras preguntas internas, y si el retiro estaba realmente bien planteado, las experiencias existenciales vividas pueden suponer un antes y un después en nuestra vida.
Si algo busca un retiro serio y comprometido con el yoga es facilitar de herramientas y experiencias lo suficientemente profundas para que podamos a partir del mismo gestionar nuestra vida con mayor maestría, o al menos vislumbrar un camino que marca esta dirección.
Vamos ahora con la segunda pregunta planteada…
¿Por qué ese estado de mayor dicha no es permanente?
El vocablo «yoga» se suele traducir como unión o unidad, pero también puede ser traducido como proceso. El yoga es un proceso que se va instalando en nuestra vida paulatinamente. De hecho, todo lo que experimentamos y practicamos en un retiro de yoga requiere de tiempo para que pase de ser una experiencia puntual a que se integre definitivamente en nuestro interior.
Si bien es cierto que algo de poso quedará en nosotras después de un retiro, también lo es que tenemos que continuar sostenidas en la práctica para que nuestra vida se transforme para bien.
Los retiros son regalos que podemos vivir y vislumbrar en lo que nuestra vida se puede convertir. Una vida más consciente, pacífica y equilibrada que la que tenemos. El yoga nos puede aportar esto y mucho más, pero incluso no es poca cosa vivir con mayor paz el día a día de nuestras vidas.
Escuela de Yoga Mahashakti. Ver sus retiros aquí: https://www.escuelamahashakti.com/retiros-de-yoga/