Este artículo quiere aportar una aclaración sobre las notas de nuestro respetado filósofo Javier Ruíz Calderón a su última colaboración. Yoga solo hay uno y somos nosotros los humanos con nuestras limitaciones los que ponemos divisiones y departamentos. El yoga es unión de cuerpo, mente y alma, y debe pasar para ello por diferentes etapas. Escribe Olga Jiménez.
Se trata de esta frase de Javier Ruiz Calderón en el artículo Aclara tus dudas/ Por qué las formaciones de profesores se enseñan los Yoga Sutras y apenas la Bhávad Gita: «Por ejemplo: el Siddha Yoga de Swami Muktananda es puramente espiritual; el yoga de Iyengar es casi puramente físico; muchos yogas ‘de gimnasio’ son pura gimnasia».
Yoga solo hay uno y somos nosotros los humanos con nuestras limitaciones los que ponemos divisiones y departamentos. El yoga es unión de cuerpo, mente y alma y debe pasar para ello por diferentes etapas. El que algunos alumnos se queden en la parte más externa, en las posturas, y no quieran profundizar en los textos o en su filosofía no hace que el yoga deje de ser lo que es. El que por el contrario otros quieran quedarse únicamente con su parte de “meditación” o lectura de textos, despreciando el trabajo que pasa por purificar y depurar el cuerpo y la mente, tampoco desvirtúa el yoga en su conjunto.
Sería como si uno va a un gran supermercado y es amante de los productos ecológicos: visitará solo esos pasillos. Pero si va otro cliente apasionado por los panes y los dulces, conocerá un supermercado completamente diferente.
Por desgracia, y como muy acertadamente apunta Javier, actualmente el peso se lo lleva el negocio, y aquello que vende más, prospera más que lo que vende menos. Pero de ahí a afirmar que el yoga Iyengar es casi puramente físico tenemos un trecho muy grande. El yoga de B. K. S. Iyengar se fundamente en los pilares de yama y niyama, los principios éticos y morales que deben regir en todo practicante, como bien describe en sus textos las raíces del árbol, las raíces de nuestra existencia, Desde esa base se trabaja el tronco, la fortaleza de nuestra estructura con su limpieza interna, en órganos y sistema nervioso, lo que va preparando a un practicante para las etapas más avanzadas del yoga, para la meditación y que termina en samadhi. Describir este largo y profundo proceso de transformación como un yoga “casi puramente físico” es una simplicidad que no debemos atrevernos a contemplar.
Aquellos que tuvimos la fortuna de conocer al maestro en persona y estuvimos presentes en su práctica en sus últimos años, podíamos observar su transformación humana, cómo mantuvo su amor por todos los que acudían a él pidiéndole ayuda, y cómo su práctica se teñía cada año de una profundidad mayor. Esos últimos años su postura reina fue savásana, donde su viaje interior le hacía vivir en profunda comunión con el Ser. Desde esa vivencia volvía a estar entre nosotros y nos cuidaba como si de sus hijos se tratara.
Pasó toda su vida explicando que la divisoria entre yoga físico y yoga mental no existe. Gracias a su sentido del humor ponía frases como esta en sus explicaciones: El yoga Iyengar es 100% físico y 100% mental. El yoga, practicado así con cuerpo y mente, produce una profunda transformación en los alumnos que les anima a seguir creciendo y transformándose como seres humanos. El pranayama, técnicas de respiración, etapa capital en el sistema Iyengar, es el paso clave como entrada a las etapas que seguramente Calderón denominaría espirituales. Así nuestro maestro también decía: «Si no practicáis pranayama, no digáis que estáis haciendo yoga, decid que hacéis posturas». Él fue un profundo defensor del yoga en su expresión completa como físico, mental y espiritual.
Olga Jiménez Suárez es directora escuela Luz sobre el Yoga. Camino de la Zarzuela 11, 2º izda. 28240 Aravaca (Madrid)
Contacto: www.yogaiyengararavaca.com