Entre los textos de origen desconocido sobre los que estamos indagando, no podían faltar las úpanishad, probablemente el texto referencial más antiguo, que es a su vez la base de la filosofía Vedanta y donde se menciona por primera vez el Yoga. Conversamos con Javier Ruiz Calderón, filósofo especialista en textos vedantinos. Entrevista Blanca San Román.
Si el Samkhya Karika establece la base epistemiológica del yoga, es sin duda la filosofía Vedanta la que da explicación a los aspectos más míticos y rituales que son esenciales en el entendimiento del yoga. Conversmos sobre ello con Javier Ruiz Calderón.
Javier Ruiz Calderón es doctor en Filosofía, publica artículos (colaborador de YogaenRed), y libros, imparte conferencias, da clase en universidades y otros centros de enseñanza e investigación y participa en congresos y seminarios de sus especialidades: las Filosofías y religiones de India y la Filosofía de la religión. Es miembro activo de varias sociedades científicas y religiosas y trabaja principalmente como profesor de pensamiento asiático (sobre todo Yoga y Vedanta), sánscrito, meditación y canto védico. En 2019 se reincorporó a la Universidad Comillas, donde imparte las asignaturas «Filosofías no occidentales», «Filosofía de la religión I y II» y «Antropología y Fenomenología de las religiones».
B. S. R: Javier, antes de hablar sobre la importancia y origen del texto, me gustaría que nos hables de la autoría de las úpanishad.
J. R. C.: Son el origen del yoga; antes de ellas no hay rastro, que sepamos. Hay muchas úpanishad, pero las más importantes son trece que se compusieron alrededor del siglo VI al III antes de Cristo. En la primera úpanishad, la más antigua, comienza lo que se considera el esquema del yoga tal como lo conocemos en la actualidad.
Menciona que hay sufrimiento en la vida, un sufrimiento innecesario, debido al apego, es decir a los deseos compulsivos, exagerados. Este apego se debe a la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza; no somos solo un individuo, un ser humano, sino que en nuestro interior hay algo que nos conecta con el universo. Tenemos dentro de nosotros una plenitud enorme, una naturaleza infinita , un tesoro maravilloso que desconocemos.
Toda la práctica de yoga consiste en aquietar el cuerpo y la mente para poder percibir ese tesoro interior y llegar al estado de felicidad, paz interior, libertad, amor y compasión. Y todo esto ya está en la primera úpanishad que es la que más me gusta. Es muy extensa y tiene un nombre terrorífico: Brihadaranyaka Úpanishad. Ahí empieza el yoga. Luego hay otras doce posteriores y una en especial muy bonita que se llama Kata Úpanishad, que es del siglo IV antes de Cristo y es en la que aparece por primera vez la palabra «yoga» Ahí se define por primera vez el yoga clásico, por eso estos textos son fundamentales, el punto de partida de todos los demás.
Por otra parte, a mí me gusta mucho el Vedanta, la filosofía de la no dualidad, la única realidad total a la que todos pertenecemos. La liberación o la plenitud se alcanzan cuando uno percibe esa unidad, de la que todos formamos parte como una misma realidad. Las úpanishad son el origen del Vedanta –que significa “el final de los Vedas”–, del Yoga, del Samkhya…
Esto es lo que sabemos históricamente sobre estos textos. Mitológicamente se dice que hubo muchos sabios que compusieron todo el conjunto de textos védicos incluidas las úpanishad, y que hubo un señor que era Vyasa que compiló todo esto. La mitología también dice que nadie los compuso.
B. S. R: ¿Qué desarrollo piensas que tiene en otros textos posteriores de yoga?
J. R. C: Todos los textos posteriores se apoyan en esa base, lo que pasa es que desarrollan conceptos que en las úpanishad solo son mencionados. Por ejemplo, en la Bhagavad Gita se desarrolla el Bhakti Yoga. En las úpanishad predomina el Gñana Yoga, el yoga del conocimiento, pero también habla un poco de meditación, de devoción, incluso de forma sucinta del Karma Yoga.
Es en la Gita donde se desarrolla el yoga de la devoción y de la acción, ahí se desarrolla todo; es mi texto favorito. Luego los Yoga Sutras se centran en el control de la mente y el cuerpo, lo que posteriormente se llamó Raja Yoga, un término que introdujo muy posteriormente Vivekananda.
Los yogas tántricos aparecen en el siglo V después de Cristo, y aquí otra vez entramos en el mito: no hay huella de textos tántricos antes de entonces, pero el mito tántrico dice que viene de miles de años atrás. Históricamente no hay Tantra en las úpanishad, ni en la Bhagavad Gita, ni en los Yoga Sutras; es muy posterior.
B. S. R.: Y sin embargo muchos tántricos defienden que el origen del yoga está en el Tantra, lo cual es una contradicción histórica. Muchos defienden que los ritos antiguos ya eran tántricos. Lo cual es entrar en un debate sobre las creencias.
J. R. C: Para los historiadores no hay discusión; eso son mitos, leyendas. Igual que el cristianismo dice que el mundo se creó en siete días,los tántricos dicen que el Yoga viene del Tantra. Es lo mismo; son creencias respetables, igual que hay terraplanistas y es respetable.
En la India lo que tiene más prestigio es lo más antiguo y en Occidente, lo más nuevo. En la India se dice que todo es muy antiguo, que el yoga tiene 10.000 años, que Krishna pronunció la Bhagavad Gita hace 5.000 años, que la pronunció en verso, que Krishna era azul y tenía cuatro brazos (risas). Todo eso son mitos, y hay que distinguirlo de la historia. El mito es más verdadero que la historia.
B. S. R: ¿Podrías explicar por qué el mito es mas importante que la precisión histórica?
J. R. C: La historia habla de cosas pasajeras, que vienen y van. En cambio el mito se refiere a verdades o realidades eternas, con un valor eterno, que tienen un valor en todo momento. Cada uno tiene su campo. Lo que no se puede afirmar es que las úpanishad se escribieron hace 10.000 años; pues no, eso es falso, es un mito que podemos creer de igual modo que el Mahabharata lo escribió Ganesha con un colmillo y se lo dictó Vyasa. Son mitos muy bonitos que contienen verdades profundas de un gran valor simbólico, pero históricamente son falsos.
B. S. R: El simbolismo es esencial en yoga y en toda la cultura védica. Es algo que a los occidentales nos cuesta entender y decimos que mienten; pero en realidad si no están siendo veraces desde el punto de vista histórico es por que ese simbolismo tiene un propósito.
J. R. C: Hombre, mentir es decir que es verdadero algo que sabes que es falso, pero ellos no creen en esa falsedad. En la historia de la India nunca se ha distinguido entre historia y mito, están siempre mezclados. No ha habido ningún libro de historia en la India hasta el siglo X después de Cristo, y fue por influencia de los musulmanes. Ellos sí escribían libros de historia, antes de eso está todo mezclado.
Te cuentan por ejemplo la vida de un rey que después de tal batalla se fue al palacio y fue llevado por el carro de Indra. Se mezcla totalmente historia y mito, ellos no distinguen. Nosotros los occidentales sí tenemos conciencia histórica y distinguimos ambos. Son dos cosas distintas y complementarias. Puedes creer en el Big Bang y también puedes leer los textos que hablan de un universo cíclico con el huevo cósmico que procede de Brahma que surgió del ombligo de Vishnu… A mí me encanta leer esos textos, y lo me que cuentan parece precioso.
B. S. R: Aquí sí se separa entre la creencia y la concreción histórica. Creo que eso hace que muchos intelectuales duden de la filosofía del yoga, les parece algo demasiado esotérico. No sé si estás de acuerdo conmigo, ojalá no, y así podemos debatir (risas).
J. R. C: Lo bueno es que no hay por que elegir. Recuerdo que hablando con Raimon Panikkar, que tenía una mentalidad super abierta, yo le decía: “Este texto lo hago desde el punto de vista académico, este otro desde el punto de vista espiritual”, y él me contestaba: “Se puede hacer desde todos los puntos de vista, máxima profundidad espiritual y máximo rigor académico, es compatible”.
Por ejemplo, en mi práctica devocional yo puedo cantar bhajans con una enorme devoción hacia Krishna y emocionarme al hacerlo, entrar en éxtasis. Pero sé que Krishna no es un personaje histórico, da igual, para la práctica de yoga no importa. Pero no puedo decir que Krishna existió hace cinco millones de años porque no es verdad. Yo creo que son compatibles completamente ambas actitudes.
A veces se oyen cosas que vienen de falta de conocimiento, como que el yoga apareció hace 5.000 años, antes de la llegada de los arios… Eso no es así históricamente. No viene mal tener cierta cultura de la historia del yoga para no decir barbaridades como las que se oyen en muchos centros (risas).
B. S. R: Sí, es necesario tener contexto porque si no, como necesitamos tanto las «certezas”, empezamos a establecer verdades que no lo son y llevan a mucho equívoco en el entendimiento del yoga. Creo que, al carecer de contexto, se han confundido las herramientas del yoga (asana, pranayama…) con el yoga. Son parte de lo que lo define, y las que te permiten el conocimiento y la experiencia, pero no son el fin.
J. R. C: Precisamente para practicar no hace falta conocer la filosofía, porque a lo largo de la historia ha habido muchas formas de yoga distintas y muchas filosofías. En el yoga contemporáneo se conservan algunas filosofías antiguas y se crean nuevas filosofías. En un artículo que escribí en YogaenRed hablé de diferentes filosofías contemporáneas, algunas que podrían ir junto a la práctica del yoga.
Yo soy profesionalmente filósofo, aunque para mí lo más importante desde hace más de cuarenta años es la práctica del yoga. El conocimiento te ayuda a entender. Tú puedes tener cualquier propósito para practicar yoga, igual lo haces para iluminarte o para adelgaza, pero con frecuencia empiezas practicando yoga físico y luego quieres ir más allá, como pasa en las formaciones de profesores, por ejemplo, que empiezas por el asana y luego te acaba interesando mucho la filosofía, porque vas a entender mejor lo que haces.
B. S. R: Es maravilloso, ¿no? Estamos hablando de las úpanishad, un texto aparentemente hermético escrito hace miles de años y que sin embargo tiene una vigencia enorme. Mira por ejemplo el Kata Úpanishad cuando habla de la mente y los sentidos. Creo que son planteamientos que se pueden traer a la actualidad y tienen mucho sentido. Hay una parte muy poética y mítica, pero la esencia de lo que explica es muy actual.
J. R. C: Sí, el estudio de las escrituras ya se plantea en los Yoga Sutra de Patanjali, es un niyama: svadyaya. No se plantea como un estudio intelectual; es más bien un estudio profundo donde se entra en un estado meditativo.No es teoría, es práctica, porque uno al leer esos textos reflexiona y siente, poniéndose en un estado mental diferente. Esta práctica es fundamental ya que permite hacer las otras prácticas de manera más consciente. Por eso svadyaya es una práctica en sí misma.
Lo que más me gusta es cuando en los cursos puedo explicar los textos muy lentamente, cosa que normalmente no puedo hacer, ya que doy cursos muy comprimidos. Cuando puedo ir despacio, el aprendizaje es diferente.
B. S. R: Es parte del yoga, la indagación, el debate interno, aprender desde el estado de concentración profunda. Pero en Occidente queremos el resultado, “ la pildorita”. Una pildorita de Bhagavad Gita, otra de alineación, nos encantan las fórmulas.
J. R. C: Fíjate que hay una tradición en el catolicismo llamada la “legio divina” que es lo mismo: leer desde el estado reflexivo. Este tipo de estudios se hacen dentro de la tradición, y luego está el estudio objetivo de los textos. A mí me gusta combinar los dos. Primero la parte objetiva, los datos, y luego pasamos a recitar un mantra del texto y entramos en esa parte más introspectiva.
B. S. R: Eso es muy importante, y también explicar el contexto para que los estudiantes entendamos de dónde vienen ciertas cosas; así podemos entender aspectos que si no, nos resultan demasiado herméticos y aparentemente contradictorios.
J. R. C: Yo creo que las dos perspectivas son complementarias, aunque la más importante para el yoga es la interna. Tampoco es necesario ser un erudito, yo lo soy porque es mi profesión; soy filósofo y me dedico a enseñar la filosofía del yoga, pero tener conocimiento ayuda. Un ejemplo muy bonito que viene de la escuela de Desikachar es el canto védico.
B. S. R: Sí, y no viene del yoga sino de la tradición védica, pero es una herramienta de conocimiento y experimentación maravillosa.
J. R. C: Y es una práctica con resultados, de concentración, de pranayama. Yo hice un curso con Menaka Desikachar y ella contaba que llevaba años practicando yoga y era una persona muy apocada, muy tímida. En un momento dado empezó con el canto védico y eso le ayudó a sacar su fuerza, su energía.
Cada herramienta te aporta cosas distintas y complementarias. Estamos en una tradición tan antigua y tan variada, tan rica. En el siglo XX se ha conservado la tradición y han aparecido cosas nuevas. Fue Sri Yogendra quien en 1918 empezó a dar clases de yoga; ahí empezó el yoga moderno, las clases en grupo, las posturas… Luego vinieron otros, pero el primero fue él y todavía existe su centro en Bombay. Hasta entonces el yoga se enseñaba individualmente. Luego vinieron Kaivalyadhama y Krishnamacharya. Es bonito saber la historia.
B. S. R: Para concluir Javier, dime por qué para ti, en tu enseñanza y en tu práctica, son importantes las úpanishad.
J. R. C: La base fundamental de mi práctica es Gñana Yoga o Vedanta, y la base de la práctica de Vedanta es el estudio de las escrituras, pero no el estudio independiente, sino con un maestro que tenga experiencia interna sobre las escrituras, es decir, que haya llegado a un nivel elevado y que pueda trasmitir esa sabiduría existencial, esa manera de vivir con paz interior, libertad, compasión. No es conocimiento teórico; es sabiduría existencial, una manera de vivir. Por eso en el Vedanta es imprescindible un maestro que, al comentar las escrituras y dialogar contigo, te trasmita ese estado en el que se encuentra.
Las escrituras fundamentales del Vedanta son las úpanishad, la Baghavad Gita y otro texto que se llama Brahma Sutra. Yo hice mi tesis doctoral sobre Vedanta, luego el libro que más seriamente he trabajado es el Vedanta Sartha, pero las úpanishad son la esencia del Vedanta.
Blanca San Román, autora de este artículo y entrevista, se inicia en el yoga en 1990, iniciando un camino de búsqueda donde prueba distintas escuelas y tradiciones formándose finalmente en la tradición de T. Krishnamacharya. Estudia en el KYM (Krishnamacharya Yoga Mandiram) en la India, donde se forma en Viniyoga y Chikitsa Krama. Es durante sus estudios en Chennai donde conoce al Srivatsa Ramaswami y comienza a formarse con él en Vinyasa Krama.
Es pionera en la enseñanza de Vinyasa Krama en España, donde imparte sus cclases y cursos. Colabora en diversas formaciones en Madrid, Barcelona y Amsterdam.
Su interés en la meditación le lleva a iniciarse en diversas técnicas (Vippassana, Nyasa, Vedanta Advaita) .En el 2022 completa los estudios como Bachelor en Ayurveda.
Actualmente dirige el Centro de Yoga Dhara en Madrid.