La meditación nos ayuda a sanar el trauma ofreciéndonos una nueva perspectiva sobre eventos pasados y presentes, cambiando la estructura de nuestro cerebro. Por este motivo, la meditación ayuda a crear más espacio entre nuestros pensamientos y emociones y nuestro sentido de identidad más profundo. Escribe Denis Criado.
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La Asociación Estadounidense de Psicología describe el trauma como una respuesta emocional impactante a cualquier evento de quien lo experimente. En realidad, no existe ningún evento particular o conjunto de sucesos externos que defina el trauma. El trauma se crea por quien lo experimenta.
Las investigaciones nos dicen que el trauma no sólo causa daño psicológico, sino que también cambia la estructura fisiológica de nuestro cerebro. La neuroplasticidad, a menudo comprendida como un beneficio, puede tener también consecuencias tanto positivas como negativas. La misma maleabilidad que altera nuestro cerebro en respuesta a un trauma también hace posible la recuperación. De ahí que la meditación nos ayuda a sanar el trauma ofreciéndonos una nueva perspectiva sobre eventos pasados y presentes, cambiando la estructura de nuestro cerebro. Por este motivo, la meditación ayuda a crear más espacio entre nuestros pensamientos y emociones y nuestro sentido de identidad más profundo.
A través de la meditación aprendemos que no somos nuestros pensamientos y emociones, ni todos nuestros pensamientos son verdaderos o dignos de reacción. Con la práctica diaria, podemos aplicar estos mismos principios a las sensaciones corporales que nacen de nuestro trauma. Desarrollamos con la meditación la curiosidad y la compasión, es decir, nos liberamos de la reactividad compulsiva y del sufrimiento relacionado con el trauma.
De la reacción a la respuesta consciente
Las investigaciones también respaldan el uso de la meditación para tratar el trastorno de estrés postraumático. El estrés traumático daña la corteza prefrontal y el hipocampo, al tiempo que aumenta la actividad en la amígdala, la “alarma” en nuestro cerebro que hace que respuesta de supervivencia sea de lucha, huida o congelación. La meditación tiene el efecto inverso en estas mismas áreas del cerebro. Fortalece la actividad en la corteza prefrontal y el hipocampo, al tiempo que reduce la hiperactividad en la amígdala. En lugar de reaccionar, con el tiempo respondemos conscientemente.
Si bien la meditación tiene el potencial de curarnos de un trauma, la recuperación no siempre sigue un camino fácil y directo. Es posible que los supervivientes de un trauma hayan evitado durante mucho tiempo afrontar sensaciones corporales, pensamientos o emociones relacionados con malestares pasados. Cuando hay un trauma presente, cerrar los ojos para sintonizar con el interior puede provocar flashbacks y una hiperexcitación o retraumatización abrumadora. Puede parecer que la meditación empeora su trauma. Todo depende de cada caso.
Sin embargo, no todos los terapeutas de trauma saben cómo enseñar meditación, y algunos profesores de meditación pueden pasar por alto la experiencia de los alumnos con trauma. Para integrar la meditación en su plan de recuperación de un trauma es importante encontrar un guía que comprenda ambos. Un profesor de meditación informado sobre el trauma puede ofrecer técnicas para usar cuando la meditación se vuelve abrumadora, para que su práctica se sienta segura y efectiva. De ahí la importancia de que la práctica de meditación se mantenga dentro de la ventana de tolerancia de quien la práctica. Cada uno de nosotros tiene su propia ventana de tolerancia, la meditación se vuelve eficaz.
Mindfulness, un espacio seguro
Quienes han experimentado un trauma pueden tener una capacidad limitada de introspección o consciencia corporal, por ejemplo, antes de que surja un malestar corporal o reacción dolorosa. Mindfulness, a través de sus prácticas amables de la atención plena, incluye reconocer cuándo se está superando los límites de la ventana de tolerancia y aprender cómo volver a conectarse a un espacio seguro. Incluso, una simple señal como “cierra los ojos” puede sacar a un practicante de su zona de confort. La meditación mindfulness en este sentido es un lugar seguro para trabajar con pensamientos y emociones fuertes o desafiantes, pero meditar en un lugar físico que se siente inseguro puede anular rápidamente ese beneficio. Los lugares que nos parecen inseguros pueden incluir grupos grandes, el aire libre, campus, hospitales o cualquier espacio relacionado con la fuente de nuestro trauma. Como mencioné anteriormente, depende de cada caso.
La meditación no curará el trauma de la noche a la mañana, ni es un proceso lineal en el que cada sesión se vuelve progresivamente más fácil. El trauma está profundamente arraigado en nuestros cuerpos y mentes y, si bien se puede recuperar, lleva tiempo. La paciencia y la autocompasión son cualidades que podríamos practicar específicamente en ciertas practicas de mindfulness, pero también son cualidades que debemos aplicar a cada meditación y al proceso de curación en sí.
En esencia, la meditación y el mindfulness son una parte de una solución holística. Son herramientas maravillosas para conectarnos con el estado mental tranquilo y estable que siempre está disponible, independientemente de nuestra experiencia pasada o presente. Y dependiendo del caso será importante la supervisión por un profesional que esté tratando el trauma si siente la llamada de practicar la meditación y mindfulness, y aquello que puede ofrecer con sus prácticas ancestrales.
Denis Criado es formador senior en la Escuela Internacional de Yoga. Autor de los libros de la Editorial Kairós: Cuerpo Consciente, hacia un Yoga integral; Danza del Amor, el fluir del Vinyasa Yoga, y el más reciente, Las Cuatro Artes, sabiduría yóguica para una vida consciente y plena. Dirige la formación de Meditación y Mindfuness 100 horas en la Escuela Internacional de Yoga. avalada por Yoga Alliance.
Su próxima Formación Instructor/a Especializado/a 100h: 11 de marzo 2024
Más información: https://www.escueladeyoga.com/curso/meditacion-mindfulness-online/