La observación de los yamas y niyamas puede apaciguar nuestras relaciones con los demás y con uno mismo, y reducir los movimientos mentales que tienen su origen en esas relaciones. La práctica de asana y pranayama aportarán salud física y claridad mental y, con pratyahara, reducirán la influencia de los sentidos sobre la mente y, por tanto, sus fluctuaciones. Escribe Noelia Insa.
Sin embargo, el maestro Ramaswami nos recuerda que «otras experiencias psicológicas y la experiencia espiritual máxima requieren una práctica rigurosa adicional». A estos pasos sucesivos se les conoce con el nombre de samyama o antaranga sadhana.
El capítulo tercero de los Yoga Sutra se dedica a describir las técnicas del samyama, que consta de tres fases: dharana, dhyana y samadhi. Se trata de las tres etapas sucesivas de la realización.
Patánjali pediría al aspirante que trabajara en la transformación de la mente, creando cambios cualitativos y permanentes en citta, que aumenten y fortalezcan nuevos hábitos (samskaras) como la concentración, y excluyan los hábitos de la distracción (vyuthita).
Dharana
Al final de su libro La obra completa del Vinyasa Yoga, el maestro Ramaswami afirma:
«Los intentos reiterados para centrarse en la respiración o cualquier otro objeto, como un mantra o un punto del cuerpo, constituirán el siguiente anga o paso del ashtanga (vinyasa) yoga. Si la mente se te va a otra cosa constantemente, vuelve a centrarla en el objeto en el que debería estar concentrada. Tras un período de tiempo, la tendencia a la distracción será menor y la concentración mejorará como resultado de la práctica del dharana. Esto dará como resultado la concentración plena en el objeto durante toda la práctica interna y puede hacer que te centres tanto en el objeto con el que medites que hasta llegues a olvidarte completamente de ti mismo, lo cual se llama samadhi o el vinyasa final del ashtanga yoga».
Dharana se refiere a la concentración en un objeto. Ciertamente, los cinco primeros pasos del yoga de yama a pratyahara reducen la inquietud de la mente. Pero para que esta deje de vagar y se vuelva firme, es necesario anclarla a un objeto (asraya).
Pero ¿cuál debería ser este objeto? Es necesario encontrar un objeto que no genere dolor, inquietud y esclavitud. A tal objeto se le denomina subhasraya, y puede ser de dos tipos:
- Bahya o externo.
- Antara o interno.
Se puede comenzar eligiendo un objeto externo, como la estatua de una deidad, por ejemplo. Esto es bahya dharana. A través de la práctica repetida, se llega a tener la capacidad de concentrarse en la deidad sin necesidad de apoyar la mente en el icono. Entonces se trata de antara dharana. En cualquier caso, hay que señalar que dharana no es todavía la meditación en sí sino algo así como un entrenamiento de la mente para alcanzar el paso sucesivo, dhyana.
Volviendo a la pregunta de cuál debería ser el objeto de contemplación, Ramaswami señala que Patánjali no precisa esta cuestión, para dar cabida a las prácticas de las diferentes escuelas de yoga: bhaktas, jñanis, bhairagis o siddhas.
Algunos objetos de concentración son:
- La respiración.
- Los mantras.
- Los puntos marma o puntos vitales del cuerpo.
- Objetos luminosos: velas, llamas, símbolos luminosos.
- Principios abstractos: amistad, compasión, etc.
Concentración en la respiración
Ramaswami nombra la respiración como uno de los objetos que podemos utilizar en nuestra práctica de dharana.
De hecho, dice que el objeto con el que empezar el samyama o antaranga sadhana, es decir, las prácticas internas, puede ser prana. Porque el prana siempre está ahí para ser observado. En palabras de Ramaswami, prana es la fuerza o energía neurológica o biológica que es responsable del acto de respirar. El prana upasana consiste en la observación de esta fuerza.
Esta fuerza se localiza, se manifiesta en un punto dentro del pecho, desde donde parece comenzar la inspiración y donde parece terminar la espiración. Este punto se conoce con el nombre de pranasthana. El practicante debe llevar cuidadosamente su atención a este punto y permanecer observante. Esto se puede hacer durante unos minutos al principio del ejercicio.
Mantras
La palabra mantra deriva de dos raíces: ‘man’ que significa ‘pensar’ y ‘tra’ que significa ‘proteger’. Por lo tanto, un mantra es, literalmente, un sonido que protege del pensamiento.
En Yoga beneath the surface, Ramaswami precisa que un mantra es una palabra o sonido atribuido a una deidad. En La obra completa del Vinyasa Yoga, el maestro menciona la repetición de mantras como una forma de dharana, en la que el objeto de concentración es el mantra.
Ramaswami precisa que el propósito de la repetición de mantras (mantra japa) es fundirse con la divinidad cuyo mantra se recita. Por lo tanto, el mantra japa requiere extrema devoción. La fe es un condición sine quae non para realizar el mantra japa.
En cuanto a la cuestión sobre si los mantras tienen que ser recitados necesariamente en sánscrito, Ramaswami opina que es una cuestión debatible. Según el maestro, si una persona tiene una fuerte devoción religiosa, es mejor que se quede con su propia práctica religiosa. Pero si alguien no tiene una predisposición religiosa, pueden utilizar los mantras sánscritos.
→ El mantra OM
El único mantra mencionado expresamente en los Yoga Sutras es el pranava o mantra OM. Este mantra se identifica con paramatma o el Ser Supremo, también llamado Brahman. Por ello, OM es la palabra sánscrita más sagrada.
La sílaba OM tiene cuatro aspectos, que coinciden con los cuatro aspectos de Brahman descritos en el Mandukya Upanishad:
- A representa el estado de vigilia.
- U representa el estado de sueño.
- M representa el estado de sueño profundo.
- El estado no manifiesto del mantra.
La manera de usar un mantra es identificarlo de forma indistinguible con su significado (artha). En el caso de OM, el significado es Brahman. Por lo tanto, OM es Brahman, y cuando alguien pronuncia esta sílaba debe considerarla como el Ser Supremo en sí.
Algunos mantras son recitados en voz alta, pero el pranava japa, o repetición del mantra OM debe hacerse mentalmente. Ocasionalmente se usan mantras durante la práctica de algunos saludos como el Ding Namaskara, y también en el pranayama. Pero como práctica interna, el mantra debe repetirse mentalmente, después de la práctica de asana y pranayama.
Ramaswami enfatiza que es necesario conocer y tener presente el significado del mantra. De hecho, en el texto de los Yoga Sutra se dice que tras la repetición del mantra se debe meditar en su significado (YS I, 28)
Puntos Vitales (marmasthana)
Otro objeto de concentración pueden ser determinados puntos del cuerpo. Sribhashyam enumera dieciséis puntos vitales o marma sthana, cada uno de los cuales tiene un punto anatómico de referencia:
- Sirsa: la fontanela.
- Murdhna: el medio de la frente.
- Bhrumadhya: el punto en medio de las dos cejas.
- Nasagra: en la extremidad de la nariz.
- Talu mula: el fondo del paladar.
- Lalata: la raíz de la campanilla.
- Kantha: la garganta.
- Kantha kupa: el fondo de la garganta.
- Hrdaya: el medio del corazón.
- Nabhi: el ombligo.
- Sroni: el medio de la pelvis.
- Mula: el perineo.
- Jangha: la parte alta de los muslos.
- Janu: las rodillas.
- Gulpha: los tobillos.
- Pada angusta: los dedos gordos de los pies.
Según este maestro, dharana consiste en dirigir la mirada sobre uno de estos puntos vitales, pero no se trata de evocar la imagen de referencia anatómica, es decir, el órgano o lugar anatómico.
Objetos luminosos: Jyotismati
Otro posible objeto de concentración para la práctica del dharana recomendado en los vedas y otros textos yóguicos son los objetos radiantes: una vela, el sol, la luna, la luz de una lámpara, etc. Se trata de imaginar un objeto luminoso en el centro de las cejas o en el corazón.
→Trataka
En el Hatha Yoga Pradipika II, 32 se menciona una de estas técnicas de concentración en concreto: la concentración en la luz de una vela. A esto se le llama trataka. Ramaswami aclara que trataka puede ser de dos tipos:
- Externa (bahistrataka) se trata de contemplar la luz de una vela durante un tiempo sin parpadear, hasta que los ojos se humedecen. Entonces se cierran y se repite de nuevo, y así durante varios minutos.
- Interna (antastrataka): después, el practicante intentará mantener el mismo objeto luminoso en la mente con los ojos cerrados. En este intento colabora el fenómeno de la imagen residual, es decir, la impronta de una imagen que seguimos percibiendo inmediatamente después de cerrar los ojos.
Al igual que la luz dispersa la oscuridad, se dice que esta práctica puede tener como efecto deshacer la pereza (tamas).
Dhyana
La palabra ‘dhyana’, que suele traducirse como ‘meditación’, es la segunda fase del antaranga sadhana o samyama (práctica interna), descrita por Patanjali en los Yoga Sutra.
Por definición, dhyana es la práctica o actividad de concentrarse con facilidad en un objeto durante un período de tiempo, sin que otros pensamientos interrumpan la atención durante este tiempo.
A través de la práctica de dharana (concentración), poco a poco el practicante será capaz de permanecer concentrado en el mismo objeto durante toda la sesión. Entonces se puede decir que se ha logrado dhyana.
La palabra proviene de la raíz ‘dhyai’, que significa ‘pensar profundamente’. Pero no se refiere a pensar con profundidad en cualquier objeto sino sólo en objetos sublimes. Esa es la meditación que elevará al practicante.
De hecho, los bhakti yoguis o yoguis devocionales opinan que la palabra dhyana solo se puede usar para aludir a la concentración en la divinidad, lo que se conoce como Bhagavad Dhyana.
El maestro Ramaswami afirma que con el debido entrenamiento podemos acceder a la práctica de dhyana. La mente (citta), dado que forma parte de prakriti, está también compuesta por los tres gunas: satwa, rajas y tamas. La meditación yóguica o dhyana no es posible hasta que la mente se vuelve sátvica. Por eso mucha gente encuentra que no es capaz de practicar dhyana: porque sus mentes son predominantemente rajásicas o tamásicas.
Básicamente, nuestro citta no es sino el remanente de nuestros samskaras, es decir, de nuestras acciones pasadas y hábitos. Así que, a menos que el individuo dé los pasos necesarios para sustituir los viejos samskaras negativos por otros nuevos, seguirá recorriendo el camino marcado por los viejos samskaras. El yoga es el proceso por el se consigue esta transformación (parinama).
Samadhi
A medida que se persevera con la práctica de dhyana, la intensidad de la concentración mejora, y se alcanza un estado en que solo se recuerda el objeto. Uno se olvida incluso de sí mismo. Este es el estado de samadhi.
Patánjali describe este estado en el primer capítulo de los Yoga Sutra (Samadhi Pada):
Cuando la mente está libre de distracción, libre de rajas y tamas, en un estado sátvico, puede permanecer absorta en un objeto (sutra I.41). Al principio no ocurrirá así, ya que nuestras experiencias pasadas, nuestras ideas, deforman la pura comprensión del objeto (sutra I.42)
Poco a poco, cuando la mente se va liberando de las ideas preconcebidas sobre el objeto, solo el objeto brilla en la mente, sin verse interferido por los recuerdos, por el sentimiento del “yo”, y ni siquiera por el nombre mismo del objeto. Esto es la percepción pura. La mente llega a ser transparente como un cristal. (Sutra I. 43).
Noelia Insa es profesora de Yoga Vinyasa Krama, formadora de profesores y escritora en revistas especializadas en Yoga. Con una amplia formación en filosofía del Yoga y como alumna del maestro Ramaswami y otros maestros del linaje de Krishnamacharya, Noelia comparte su conocimiento a través de cursos presenciales y online en Insayoga.com. Forma parte de un grupo de trabajo sobre la obra de T.K. Sribhashyam, hijo de Krishnamacharya, que se reúne periódicamente en la ciudad inglesa de Wells.
Junto con Steve Brandon, imparte la Formación para Profesores y Practicantes de Yoga Vinyasa Krama en Valencia, así como el Curso Online de Formación en Yoga Vinyasa Krama, con inscripciones abiertas.