Estamos ofreciendo una serie de conversaciones muy interesantes sobre el origen incierto de algunos textos fundamentales del Yoga, un tema inquietante para la mentalidad occidental por nuestra necesidad de precisar fechas y adjudicar autorías, y en el que merece la pena profundizar. Hoy hablamos sobre la gestación de la Bhagavad Gita con Beatriz P. Carmona. Escribe y entrevista Blanca San Román.
Quizás nuestra necesidad de “precisión histórica”, autenticidad de la autoría y origen de los textos tiene más que ver con la falta de entendimiento profundo de la realidad cosmológica india que con las dudas sobre la autenticidad de los mismos.
Según el entendimiento de la realidad en la cultura india, el cultivo de la espiritualidad nos da acceso a un conocimiento que se caracteriza por la no existencia de sujeto ni objeto, es un conocimiento no dual. El conocimiento total no se puede conceptualizar, se apoya en una presencia absoluta, como por ejemplo en el Advaita sería Brahman. En esta conversación hablamos con Beatriz P. Carmona sobre el origen de la Bhagavad Gita.
Beatriz Perez Carmona es profesora de Ashtanga Yoga, Vinyasa Krama y Yoga Terapéutico. Es profesora de filosofía hinduista e imparte esta asignatura en la formación de profesores de Lucía Liencres y de Elena Ferraris. Imparte clases y talleres de forma habitual en Madrid y Bustarviejo. Puedes saber más de Beatriz aquí.
Blanca San Román: Hablemos sobre los orígenes de la Bhagavad Gita.
Beatriz P. Carmona: La pseudoepigrafía o ausencia de autor conocido definido en esos tratados fundamentales es una característica común en la filosofía oriental. Son textos abiertos que se completan, se vuelven a escribir, se reeditan, y hay diferetes aportaciones de personas. Muchas veces un texto se atribuye a un filósofo de renombre para darle peso al escrito aunque no lo haya escrito, lo cual complica todavía más dilucidar la autoría.
En la cultura india importa poco el autor del texto, al menos en el caso de los antiguos: el contenido va por delante del autor. En Occidente presentamos primero al autor y luego el texto, y si nos gusta cómo escribe, compramos sus otros libros. En India importa el contenido, que está vivo en todas las corrientes. Ocurre con el Samkhya y por supuesto en la Bhagavad Gita.
Se puede hablar también sobre las famosas Shruti y la Smriti. Shruti es lo escuchado, lo que los rishis antiguos recitaban por transmisión divina, como las Upanishads y los Vedas, las Brahmanas y las Aranyakas. En Smriti se reconoce que hay un autor humano pero inspirado por lo divino, con lo cual se parte ya de un autor que está en un segundo plano.
Cuando doy las clases de filosofía, la mayor parte de los alumnos o alumnas lo primero que preguntan es cuándo y quién lo escribió tal texto, claro. Pero tenemos que abrir los ojos y olvidarnos de ese esquema cronológico y de la autoría.
(En la imagen, Beatriz P. Carmona)
Blanca San Román: ¿Por qué crees que esto es tan importante para nosotros?
Beatriz P. Carmona: Porque nos han educado así. A nuestra mente occidental le gusta clasificar, ordenar y tener un esquema claro de cada cosa. Pero la mentalidad india, y más en este caso, no era así. La mayor parte de esos textos tal y como los conocemos ahora son resultado de debates filosóficos entre las distintas escuelas. Por ejemplo, cuando surge el Budismo hay un debate muy importante entre hinduistas y budistas, y como el hinduista ve que el otro se come el pastel, necesita entrar en diálogo y autoafirmarse en sus propias creencias. De hecho muchas veces no se rebate al autor sino a su idea. Si un texto rebate a otro, ya sabemos cuál se escribió primero. Eso es lo que ayuda a establecer cierto orden de aparición de los textos.
Para alguien que lee por primera vez la Bhagavad Gita sin conocer nada de filosofía Dvaita o Samkhya, el lío está asegurado, porque es un libro vedántico que nos está hablando de varias cosas pero a la vez usa un vocabulario de un Samkhya primitivo. Habla de la identificación entre Brahman y Atma, pero en otro capítulo introduce filosofía Samkhya y habla de Purusha y Prakriti. ¿En qué quedamos? Es que es un texto anacrónico que bebe de diferentes fuentes, de la filosofía Vedanta, del Protosamkhya y también del movimiento ascético muy propiciado por el Budismo y por el Jainismo en ese momento. Por supuesto, metiendo elementos de Bhakti o de participación en la vida de Dios. Por tanto, los textos beben de muchas fuentes y muchas veces son resultado de un debate.
Blanca San Román: Pasa incluso con los Yoga Sutra de Patanjali. Se dice que éste ni siquiera fue el autor sino el compilador de una serie de ideas que estaban ahí en torno a un concepto y unas prácticas, y él lo compiló y ordenó. Esto en la India te lo recalcan mucho.
Beatriz P. Carmona: Sí, si nos vamos a la autoría del Mahabharata, que contiene la Bhagavad Gita, su autor mítico, y recalco lo de mítico, es Vyasa. Pero es que «vyasa» puede significar compilador, arreglador, separación, división. También se le da esa distinción a personas que han hecho cosas importantes o que se han distinguido por sus escritos. Imagínate que eres una autora de textos importantes y yo también, y a las dos nos dan ese título honorífico de Vyasa, pero ¿quién es Vyasa: Blanca o Beatriz? No lo sabemos, ya que al significar «compilador», nos da una pista de que el autor es mítico. ¿Por qué digo que Vyasa es mítico? Pues porque se le atribuyen muchos textos.
Blanca San Román: Sí, incluso algunos con contradicciones cronológicas que dices: este señor vivió demasiados años incluso para ser un yogui (risas)
Beatriz P. Carmona: Es que si hacemos caso a todo lo que escribió, vivió más o menos desde el siglo X a.C. hasta el siglo III a.C., e imagino que estaría 24 horas al día escribiendo para que le diera tiempo a escribir todo el Mahabharata. También escribió las 18 Puranas, y en ellas a Vyasa se le conoce como uno de los avatares de Vishnu; es decir, que ya vemos que es un autor mítico. Y además, dentro del Mahabharata y de la Bhagavad Gita, es el cronista y uno de los personajes, el abuelo de los Pandavas y de los Kauravas y además su consejero espiritual. Es decir, que este hombre estaba muy empleado y vivió muchísimos años.
Todo esto para los indios resulta maravilloso porque es mitología, una leyenda que sirve como representación. Seguramente la mayor parte de los estudiosos no se creen que Vyasa vivió todos estos años y escribió todo esto por inspiración divina, pero les da igual. Es una metáfora.
Blanca San Román: Eso me parece especialmente importante: para el pensamiento indio es mucho más interesante la fantasía del tiempo abierto, el tiempo como algo circular, y la información que viene canalizada por otras fuentes que la transmisión directa. Es muy bonito esto, y fundamental para entender la mentalidad y tipo de conocimiento que da forma a estos textos. Es una mentalidad que no tiene mucho que ver con la nuestra.
Beatriz P. Carmona: Otro de los puntos que recalco antes de enseñar filosofía es que el lenguaje no es capaz de expresar las ideas ni el mensaje que se quiere trasmitir, se queda corto. Nosotros buscamos qué significa cierta palabra en sánscrito, mientras que para ellos el lenguaje no alcanza para comprender la inefabilidad de esta realidad que intentan trasmitir.
De ahí la parte práctica del yoga: practica, experimenta, porque no te puedo explicar con palabras lo que es Samadhi. Por eso se usa mucho la negación, “neti neti, no es esto”, porque no se puede explicar lo que es, hay que experimentarlo, es una realidad inefable, inexplicable. Los occidentales también lo sentimos cuando nos pasa algo tan bueno que no se puede explicar con palabras. Además el sánscrito tiene la dificultad de que muchas palabras no tienen una traducción al español, inglés, alemán, etc, porque quizás son conceptos que no tenemos.
Blanca San Román: O tienen muchos significados según el contexto. Te pasa traduciendo un texto que de pronto una palabra significa cosas aparentemente distintas, dependiendo donde está ubicado el término.
Beatriz P. Carmona: Claro, eso lo complica aún más. ¿Quién creemos que escribió realmente el Mahabharata o el Ramayana? La realidad es muy clara: un texto que más o menos se empieza en el siglo IV a.C. y se completa aproximadamente en el siglo IV d.C. no es obra de un solo autor ni de un solo compilador. Y aunque ambos textos tienen líneas argumentales muy claras, están compuestos por muchos textos subsidiarios y leyendas en torno a los personajes que lo van complementando.
¿Cómo creemos entonces que surgen estos textos épicos? Pues surgen de antiguos poetas, poetas profesionales que vivían en la corte y eran una casta en sí, los suta. Como los bardos medievales, contaban batallas y hazañas bélicas, y se piensa que seguramente eran los aurigas de jefes o reyes. Hubo una casta que se especializó en ello, los kusilabas, bardos que acompañaban y relataban las batallas en verso de forma instrumental. Eran profesionales que, acompañados de instrumentos de música, contaban lo que veían o habían oído. Seguramente ya contaban la batalla entre los Pandavas y los Kauravas mucho antes de que existiera tal como la conocemos ahora.
Ese seguramente sea el origen de las dos grandes historias épicas de la India. Pero tengamos en cuenta que había una gran interacción con el público que las escuchaba, y así las historias se iban enriqueciendo y magnificando. Imagínate la de cosas que se pudieron ir añadiendo.
Estos bardos no tenían que seguir reglas nemotécnicas tan exageradas como en el caso de los mantras de los brahmanes, sino que tenían una cierta libertad a la hora de hacer estas composiciones. Por esa ortodoxia en cuanto a la pronunciación y la recitación, los mantras han llegado a nosotros de la misma forma en la que fueron compuestos. Sin embargo estos textos no; puede ser mucho más amplio lo que nos llegó de lo que era en un principio. Del Mahabharata, por ejemplo, hay muchas versiones en un periodo muy dilatado.
Blanca San Román: Depende mucho del maestro con el que lo estudies. Yo me he encontrado con versiones de la Bhagavad Gita que he pensado: a mí no me lo han enseñado así. Los maestros reconocidos enseñan según sus creencias.
Beatriz P. Carmona: Todo lo que hemos visto hasta ahora viene de una tradición oral, pero en un momento dado los brahmanes lo ponen por escrito, le dan una vuelta al asunto y utilizan esa base épica para introducir el componente moral o ético, a fin de darnos una enseñanza. Esa tradición oral que recorre años nos llega, pues, escrita de forma que el tiempo importa poco. Por ejemplo, en la Bhagavad Gita, Arjuna para la batalla que está a punto de empezar para comenzar una larga conversación con su auriga, que además es Krishna (risas).
Blanca San Román: Decías que los brahmanes utilizan esa base épica para vincularlo con la religión, que es lo que a ellos les interesa.
Beatriz P. Carmona: Vyasa tiene una inspiración divina y se la cuenta a Ganesha para que lo escriba. Entonces Ganesha le pone una condición: lo escribe a cambio de que Vyasa se lo cuente todo del tirón, no se puede dormir. ¡Imagínate! Vyasa acepta y a su vez le pone otra condición: que entienda el verso que le va a dictar antes de escribirlo. Y así, de forma mítica se escribe el Mahabharata.
Blanca San Román: ¿Por qué la necesidad de ese origen mítico, que para nosotros es una fantasía?
Beatriz P. Carmona: Seguramente para darle más peso al texto; la mayoría de las veces cuando un texto se atribuye a un filósofo conocido o a un dios, es para darle importancia. Meter a una deidad por medio le da relevancia al texto. Pero esta es una apreciación mía, ya que he encontrado que es es algo común a muchos textos.
Me parece muy importante, más que saber el origen de un texto, conocer por qué lo atribuyen a otros, como el caso de Vyasa. Vyasa fue quien dividió el Rij Veda en los cuatro Vedas que más o menos conocemos en la actualidad, por eso se le conoce también como Vyasa Veda y se le dedica el Guru Purmima el 3 de julio, porque es el Gran Guru. Hasta hay una ciudad en Orissa con su nombre. El propio nacimiento de Vyasa está rodeado de mito y deidades, hay creada una vida mítica asociada a él.
Blanca San Román: Como en toda la cultura india, hay mucha simbología que a nosotros se nos escapa. Pienso que conocerla nos ayuda a profundizar mucho en el yoga, ya que te obliga a colocar tu mente en un lugar que habitualmente no habitas. Somos tan pragmáticos, tan concretos, estamos tan instalados en esa mente de manas clasificadora y secuencial…
Beatriz P. Carmona: Yo les digo siempre a los alumnos cuando me comentan que es imposible leerse la Gita que no me extraña que se les haga una bola difícil de tragar. Primero tienes que leerlo no como si fuera una novela o un libro, darle tiempo, leerlo poco a poco. Y en efecto, si te instalas en manas, no vas a entender nada, olvídate. Tienes que adoptar una mente buddhica, de más intuición y apertura. Claro, si me siento a leer los Yoga Sutra con un cafecito como si fuera una novela, a los dos minutos cierro el libro y me voy a ver una serie de Netflix, porque esto no funciona (risas). Pero mejor si hago una práctica de asana, pranayama y meditación con el libro cerca, cuando acabo mi práctica leo un trozo, paro y dejo que resuene; luego leo otro trozo y le dedico una reflexión, como una meditación. Y así he podido entenderlos. Cuesta más tiempo pero es más provechoso.
Blanca San Román: Me parece muy interesante, te la voy a copiar (risas). Es entrar en toda la experiencia.
Beatriz P. Carmona: Normalmente después de una sesión de práctica elevas la energía más ligera de Sattva, en la que la mente está en otra situación.
Blanca San Román: Sin duda está más expandida y puede absorber todas las sutilezas que impregnan estos textos. Si no, nos pueden parecer una locura, como realismo mágico o una paranoia lisérgica. Pero con una mente expandida eres capaz de entender la tangencialidad de estos escritos que contienen una información reiterativa sobre referencias míticas.
Beatriz P. Carmona: Para profundizar en ellos no te puedes quedar solo con la lectura, tienes que contextualizarlos en el momento histórico. Qué y cómo están ocurriendo estas epopeyas.
Blanca San Román: Cuando te propuse esta conversación, no dudaste un segundo en elegir la Bhagavad Gita. Pensé: “Ay, si ella tiene conocimiento sobre el Gheranda Samhita sería estupendo”. Pero no me dio tiempo ni a mencionártelo, enseguida propusiste la Bhagavad Gita. Cuéntame qué importancia ha tenido y tiene para ti este texto.
Beatriz P. Carmona: La Bhagavad Gita primero es un texto odiado y amado a partes iguales por mí. Al principio odiado por que me pasó lo mismo que a la mayoría de la gente que se lo lee sin conocimientos previos, que pasaba de un verso a otro sin entender nada y además me parecía infumable (risas), así que sentía rechazo porque además era lectura obligatoria en mi formación de hace unos años. Se me mezclaban todos los conceptos, lo cual me confundía mucho. Lo leí una segunda vez cuando ya tenía más claras algunas cosas y pensé que podría entenderlo mejor. Y la tercera vez que lo leí fue como si algunos de los versos fueran una revelación. Pasé de no entender nada a que las cosas cobraran un cierto sentido.
Es un texto que me ha costado mucho y le he tomado cariño. Otros textos como los Yoga Sutras me resultaron más asequibles, pero la Gita me resultó terrible al principio. A nivel personal me parece muy interesante para conocer el concepto de dharma, que es algo tan habitual cuando hablamos de filosofía india. Es un texto dhármico que me ha permitido entender ese concepto tan importante y tan diferente al nuestro. Entender qué es ser un adharma, es decir, alguien que no sigue su dharma. Arjuna tiene que luchar porque es un guerrero y esa es su obligación, a pesar de que no quiere, porque sabe que va a matar a sus mentores y a su familia y a personas que ama, pero Krishna le dice que tiene que cumplir su cometido. Es un texto que me ha permitido entender conceptos muy diferentes. Explica muy bien el concepto de Atman, de Brahman, también esa idea de que tú no eres quien lucha, esa desidentificación con el cuerpo, ese camino. Entender la palabra yoga como camino, como manera de conseguir el estado de Moksa, de liberación.
Por eso elegí este texto, porque me ha servido para entender otras cosas y porque a nivel personal hay versos que me han resonado mucho y que me han ayudado. También porque es un texto devocional, un texto bhakti. La raíz de bhakti es bha, que significa participar, en el sentido de que no es devoción simplemente como hacer unas pujas, sino de participar en la vida de Dios. Bhakti realmente es participar en la vida de Dios.Por eso me apetecía que fuera la Gita, y además porque me hace mucha gracia Vyasa, le sigo, soy muy fan de Vyasa (risas).
Blanca San Román, autora de este artículo y entrevista, se inicia en el yoga en 1990, iniciando un camino de búsqueda donde prueba distintas escuelas y tradiciones formándose finalmente en la tradición de T. Krishnamacharya. Estudia en el KYM (Krishnamacharya Yoga Mandiram) en la India, donde se forma en Viniyoga y Chikitsa Krama. Es durante sus estudios en Chennai donde conoce al Srivatsa Ramaswami y comienza a formarse con él en Vinyasa Krama.
Es pionera en la enseñanza de Vinyasa Krama en España, donde imparte sus cclases y cursos. Colabora en diversas formaciones en Madrid, Barcelona y Amsterdam.
Su interés en la meditación le lleva a iniciarse en diversas técnicas (Vippassana, Nyasa, Vedanta Advaita) .En el 2022 completa los estudios como Bachelor en Ayurveda.
Actualmente dirige el Centro de Yoga Dhara en Madrid.