Puede que la gran Historia, escrita así con mayúsculas, sea una sucesión de reyes, reinas y otros altos dignatarios, entre revoluciones, batallas y guerras, si bien la verdadera evolución humana es un agregado de paces, de creaciones, contribuciones y trabajos de personas sencillas y concretas. Como esta iniciativa que tendrá lugar en Málaga el 21 de octubre. Escribe Joaquín G. Weil.
Ilustración: Estrella del Dharma
Carolina hace sonar el inmenso gong al fondo del escenario rodeado de decenas de campanas de metal y cuarzo de distintos tamaños que también comienzan a emitir sus diversas y bellas vibraciones tañidos por Cris, Ángela y Alexandra.
Cientos de personas se hacen eco de este sencillo gesto haciendo sonar su pequeña campana o cuenco tibetano desde su esterilla de yoga en el patio central del Castillo de Gibralfaro, en la ciudad de Málaga. Para, de este singular modo, dar paso a una vibrante sesión grupal de yoga dirigida por Gloria y Miguel, cuyos asanas muestran Juanma, José María, Andrea y Sandra sobre el entarimado.
Como es natural, toda manifestación por la paz ha de tener un carácter pacífico, aunque esto no nos obligue al silencio, pues también sentimos la necesidad de expresar de algún modo la paz y todos nuestros valores, y nuestra voluntad de difundirlos por doquier.
En ocasiones ocurre como en la conocida fábula del colibrí, en el que este pequeño pájaro trata de apagar un incendio en la floresta. El águila le dice que su pequeño buche de agua no logrará sofocar las llamas. El colibrí le replica que este gesto multiplicado por todas las aves y animales de la selva con certeza tendrá algún beneficio, y él está cumpliendo su parte.
Algunos tal vez puedan pensar por ratos que la voluntad de mejorar el mundo es un sueño idealista, si bien en el caso concreto de la paz, cualquier gesto a su favor, cuanto menos, tendrá la virtud de favorecer la paz de cada cual en sí, y de ahí tal vez entre familiares compañeros y amigos, y más allá, ojalá, hacia a toda la ciudadanía. Que después se difunda atravesando ciudades, países y fronteras tiene su tanto de lógica histórica, pues nuestro mundo no es el mismo que hace mil o dos mil años. Los valores de la justicia, de la libertad, la solidaridad, la salud, la prosperidad ciudadana y el respeto van calando a lo largo de los siglos, a través de una suma de humildes gestos aportados por cada persona. Y, entre todos estos valores, la paz destaca como la base de todos ellos. Su difusión en las mente de las personas se multiplica y, por fin, se plasma en lo social y cultural.
Puede que la gran Historia, escrita así con mayúsculas, sea una sucesión de reyes, reinas y otros altos dignatarios, entre revoluciones, batallas y guerras, si bien la verdadera evolución humana es un agregado de paces, de creaciones, contribuciones y trabajos de personas sencillas y concretas.
Ojalá que este sencillo, si bien poderoso gesto, nacido ahora en Málaga, de sumar el sonido de cientos de pequeñas campanas sirva de inspiración y motivación para que también sea realizado en otros lugares y entre otras gentes. Se trata de una acción y expresión que, a buen seguro, al menos, hará bien en el corazón de las personas que libremente quieran acercarse a participar en este novedoso y singular evento, para luego atesorarlo en su memoria.
Desde el tradicional y milenario principio yóguico de ahimsa, la búsqueda de la paz, como en cada sesión de yoga suele hacerse, entonamos el Om chanti – Om paz.
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Joaquín G. Weil es profesor de yoga y presidente de la Asociación Instituto Andaluz del Yoga.
El acto: Una campanada por la paz. Castillo de Gibralfaro, Málaga, 21 de octubre de 2023. Necesaria inscripción previa AQUÍ.