Cuando venimos a este plano físico lo hacemos para realizar un trabajo concreto que nos permita expandir nuestra conciencia (somos una porción de la Conciencia Suprema que evoluciona constantemente). Pero, una vez iniciado ese camino, ¿cómo saber si estamos llevando bien el proceso? Los sueños pueden ayudarnos. Escribe Pedro López Pereda.
Por ello, cuando decidimos seguir el sendero del crecimiento interior, sobre todo al principio, parece bastante razonable que surja en nosotros la necesidad de conocer si estamos o no en la dirección adecuada y, por ende, qué nivel de conciencia (me gusta más llamarla supraconciencia) hemos alcanzado. Esta autoevaluación no tiene que ver nada con egos, ni con apegos. Simplemente estamos en un mundo sin manual de instrucciones, lleno de variopintos caminos que nos prometen la autorrealización, así que lo normal es que, cuando avanzamos por el sendero de la vida, aparezcan dudas e incertidumbres que nos lleven a querer evaluar nuestro trabajo.
Procedimientos
Existen diferentes métodos para medir nuestro nivel de conciencia, pero todos son estimativos (los que conozco del mundo de la informática también). Es una pena, pero no he encontrado ningún procedimiento exacto y no creo que lo encuentre. Estamos trabajando en un campo muy sutil, que no tiene nada que ver con las mediciones tangibles de la ciencia oficial, así que tendremos que utilizar todo nuestro discernimiento para conseguir una valoración fiable. Si buscamos una equivalencia, la supraconciencia alcanzada en este plano, cuando el Ser deja el cuerpo, es tan sutil como al aroma que el viento arrastra cuando atraviesa un campo cuajado de flores: para el hombre simple, nada, pero para el sabio, un mundo.
En mi opinión, el procedimiento más sencillo y posiblemente el más fiable para medir nuestra evolución interior está relacionado con nuestros sueños. A través de ellos nos llegará la información requerida, por medio de una revelación universal que está al alcance de todos los seres humanos que la precisen.
Durante nuestro proceso de crecimiento, en nuestros sueños aparecen símbolos que están relacionados con la forma en la que estamos recorriendo nuestro camino. Estos símbolos son sencillos y poseen un gran contenido y una profunda lógica. Los podemos diferenciar porque relacionan nuestra evolución con vehículos que nos llevan de un lugar a otro (se entiende la evolución como el proceso por el cual vamos cambiando con el tiempo).
Hay que analizar bien el contexto, ya que los mismos símbolos de los sueños pueden estar relacionados con otras realidades que no tienen nada que ver con nuestro tema. Veamos unos ejemplos que relacionan los sueños con nuestro crecimiento:
En uno de los primeros sueños de los que seremos conscientes nos veremos conduciendo una carreta de tiro. Este sueño nos informa de que hemos comenzado a transitar por el camino correcto y que hemos emprendido nuestro camino con fuerza y con decisión. Por contrapartida, se nos indica que estamos en un proceso de iniciación y necesitamos practicar un poco más para acelerar nuestro camino.
En sueños posteriores, lo normal es que nos encontremos entre los pasajeros de un autobús, un tren o cualquier otro transporte colectivo. Esto indica que nos hallamos en una etapa en la que todavía necesitamos a un grupo de compañeros y a un maestro que guíe nuestro crecimiento.
Cuando empiecen a llegar sueños en los que nos encontramos en un automóvil conducido por otra persona, habremos avanzado en el camino, pero todavía precisamos de un maestro para que nos oriente.
Cuando nos convirtamos en conductores de cualquier vehículo, en ese momento habremos alcanzado un nivel de conciencia apreciable. Y si nos vemos pilotando un avión que remonta las nubes, ya estaremos hablando de niveles de conciencia muy elevados.
Un sueño real
Como todo lo dicho en los párrafos anteriores son simplificaciones del contenido de nuestros sueños, voy a narrar, lo más completo que pueda, un sueño real:
El sueño se desarrolla en un puerto de montaña donde se está celebrando una carrera ciclista. La meta está en un pueblo importante situado en la misma cima de la montaña.
(Soñar que corremos en bicicleta simboliza que somos autónomos y que nuestro crecimiento depende de nuestra voluntad, fuerza y perseverancia. Si somos yoguis, el ascenso al puerto está muy relacionado con la superación de los nueve obstáculos que se nos presentan en el camino para alcanzar el samadhi).
Los nueve obstáculos del ascenso (Patañjali):
- Vyádhi: la enfermedad
- Styána: la indolencia
- Samshaya: la duda
- Pramáda: el decaimiento
- Álasya: la pereza
- Avirati: la avidez
- Bhrántidarshana: la confusión
- Alabdhabhúmikatva: la falta de iniciativa
- Anavasthitatva: la falta de constancia
Superados los obstáculos, llegamos al pueblo. Las calles son sinuosas y en ellas los ciclistas encuentran todo sin señalizar. Para sorpresa de los deportistas de la ruta, hay varias metas colocadas en diversos lugares de la villa, por lo que reina la confusión.
Según avanza el sueño, me encuentro recorriendo el pueblo de pie. El municipio es grande, pero sé que una de las metas que circundan el pueblo tiene que ser la oficial y decido buscarla. Llego a un lugar situado en una plaza y descubro la verdadera meta, sé de forma cierta que lo es. Cuando estoy allí veo a un ciclista conocido, mi pupilo, que entra en la plaza por una calle en curva. Le señalo la meta y entra.
Este reciente sueño puede tener, como todos, diversas interpretaciones. Desde nuestro enfoque lo interpretamos como un esquema del proceso de nuestra existencia en el plano físico. Nuestra estructura física nace en un estado de conciencia cero y, si ascendemos el puerto de la vida, iremos desarrollando de forma armónica todo nuestro potencial hasta alcanzar la cima situada en el “pueblo” de Sahasrara, donde se encuentra nuestra meta, llamada Anandamaya. Allí, el Ser recoge la supraconciencia alcanzada en este plano, como quien recoge el aroma que el viento arrastra cuando atravesamos con una bicicleta un puerto de montaña con las cunetas florecidas.
«Acaricia tus sueños, ya que son los hijos de tu alma (de tu Ser), son las huellas de tus logros (las rodaduras de tu ascenso)». (Napoleón Hill, escritor)
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).