Hace poco leí en YogaenRed el artículo de Víctor Morera sobre cómo usamos las “herramientas del yoga” para que sean útiles, en función de las personas practicantes. Estoy muy de acuerdo con él. En mis clases hubo siempre gente muy diversa en edad, intereses y capacidades, lo cual obliga a adaptar las distintas técnicas que nos ofrece el yoga a las necesidades de cada uno. Escribe Ramon Marpons.
Hablamos mucho de pedagogía, pero habría que partir de la didáctica (arte de enseñar), de la didáctica del yoga, cuando damos clases; sin olvidar que es muy conveniente conocer a cada nuevo practicante, a poder ser a través de una entrevista inicial.
Después me dio por repasar el directorio: Agenda, Artículos, Entrevistas… Quise encontrar la primera entrevista publicada en la revista y nunca llegaba, iban saliendo más y más, resultaba asombroso. He de reconocer que no era consciente de la cantidad de artículos (de lo más variado), entrevistas (a representantes de todas las ramas del yoga), encuentros de yoga, para debatir sobre los temas más difíciles (como “yoga y ciencia”) e información general para los practicantes, que en unos pocos años ha publicado YogaenRed.
Me sentí muy agradecido a las personas que lo han hecho posible; desde aquí mil gracias, desde el corazón: namasté.
Seguí buscando y encontré las “20 frases inspiradoras”; me interesó especialmente la que dice “…Hay personas que no han hecho una postura en su vida y son verdaderos yoguis”, de Mayte Criado. Claro, si consideramos que el yoga busca, como dice Emilio J. Gómez, despertar la conciencia, debemos aceptar que hay muchas formas de conseguirlo. Y el yoga aporta unas cuantas, aunque hay otras. Las “posturas” no lo son todo, pero de las asanas, del pranayama, sabemos que ayudan al despertar de la consciencia del cuerpo, que puede ser la base del desarrollo posterior de la conciencia del ser. En las clases de hatha yoga comenté alguna vez: “Aquí aprendemos a no hacer nada” (alguno quedaba muy sorprendido): silencio, inmovilidad, atención a lo que sentimos y, milagro, cuanto más sentimos menos pensamos.
Y está la meditación, dhyana, pero ¿cuál? Cuando he practicado con un grupo de base cristiana, por poner un ejemplo, partiendo de la reflexión sobre textos de grandes místicos de filosofías muy diversas, interpreto que hacíamos algo muy parecido a lo que nosotros llamamos jyana yoga. Están el vedanta, el budismo, el zen… Vuelvo al principio: ¿cuales son los instrumentos, la senda que más me conviene? Practicar y practicar, para mantener el equilibrio y la salud, de acuerdo a mi edad, a mis capacidades y, ¿por qué no?, a mis necesidades e intereses.
Felicidades de nuevo por el trabajo realizado, a Pepa y Jimena. Hoy me ha llegado de nuevo Yogaenred, donde habláis de vacaciones. Os deseo buen verano. Y a la gran familia de la revista, también.
Ramon Marpons es profesor de yoga.