Se habla mucho, y con razón, de la polución ambiental, pero ¿y la polución mental, y el fango que se acumula en lo profundo de la mente y ese pus que está en nuestra psique y es necesario drenar? A veces la gente me pide una razón contundente que les incline a la práctica de la meditación. Les contesto con frecuencia de manera muy lacónica: «Limpiar». Escribe Ramiro Calle.
Higienizamos en cuerpo y tenemos que hacer lo mismo con la mente, que está llena de acumulaciones que nos condicionan, frustraciones y traumas, modelos mentales que suman sufrimiento sobre el sufrimiento y se perpetúan a lo largo de toda la vida como no nos empeñemos en lo contrario. La mente necesita ser limpiada, reorganizada y esclarecida. Declaración conmovedora la de Sri Aurobindo: «Durante años he drenado el fango de mi subconsciente». No menos conmovedora y honesta la de un yogui que me confesó: «Tuve mucho que trabajar sobre mi mente para limpiarla, porque llegó a ser una cloaca». La mejor manera de comprender por qué es necesaria la meditación, es constatar, sin autoengaños, lo que distingue a nuestra mente: miedo, apego, odio, ansiedad, insatisfacción y demás. La mente está velada y no discierne bien a través de esos velos. Lo que urge es ir poco a poco, con las prácticas necesarias para ello, eliminando los velos de la mente y poder ver las cosas como son, que es lo que realmente nos ayuda a transformarnos. Estos velos son como espesa niebla que deforman la percepción y por tanto la cognición.
Cada vez que meditamos estamos tratando de intensificar la luz del discernimiento para poder traspasar los densos velos de la mente. Es un trabajo de envergadura, porque estos condicionamientos los hemos ido intensifica do con la ignorancia básica de la mente, que crea autoengaños, malinterpretaciones y ofuscación. La meditación es una herramienta para limpiar la mente y poder liberarla de confusión y distorsiones. Hay sesiones de meditación muy difíciles, pero también puede ser las más provechosas si se mantienen la atención consciente, la ecuanimidad y el sosiego, logrando así que la energía del sereno espectador no se deje enturbiar por la de lo observado. Cada sesión de meditación es única y no hay que dejar que la mente esté comparando unas con otras. Hay que aplicar la actitud del karma-yoga: hacer sin dejarse atrapar por la idea de los resultados.
En la medida en que practicamos, vamos descubriendo los obstáculos e impedimentos de la mente y aprendemos a desenvolvernos con ellos y debilitarnos, de la misma manera que cuando surge el sol en todo su esplendor disipa las nubes que lo ocultaban. Algunos de los obstáculos son ambientales o somáticos, pero la mayoría son mentales y psíquicos, que son los que acarrean nuestra mente profunda y engendran tensiones y conflictos. A veces la meditación es como una operación quirúrgica de la mente… y sin anestesia. Pero contamos con una gran medicina: la ecuanimidad.
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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