El sistema Yoga busca una mejor relación con uno mismo y, al mismo tiempo, con los demás y con la propia realidad. El mismo término yug, de donde procede la palabra yoga, que significa “unión”, habla también de esta unidad esencial entre todos los componentes del universo conocido. (Repasando artículos de éxito en YogaenRed. Autor: Juan Ortiz).
Las relaciones con los demás, con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos siempre están presentes. Hay personas que pretenden aislarse y “no relacionarse”, sin darse cuenta de que esa decisión es otra manera de relacionarse o evadirse, sin que ello sea posible. Siempre estamos en contacto con la vida, y nuestra manera de relacionarnos habla muy bien de nuestro estado de conciencia o maduración interna. “Dime cómo te relacionas y te diré cómo estás o cómo eres”.
Así que las relaciones son necesarias e imprescindibles, aunque no siempre se establecen de manera saludable, recreadora o adecuada.
Hay que decir que somos autodidactas y que nadie nos enseñó a relacionarnos adecuadamente. Tenemos, pues, que aprender (como casi en todo) a base de experiencia y de ensayo y error. Pero la cuestión es que aprendemos.
Aprendemos en nuestras relaciones de pareja, de amistad, familiares, sociales y espirituales. Y mejoramos y transformamos estas relaciones y con ello mejora la propia vida en su totalidad.
Cómo me relaciono conmigo mismo
La primera relación es con uno mismo, y no siempre fluye fácilmente. Yoga es una experiencia profunda de sí donde aprendemos a observarnos y a reconocernos y luego a realizar las experiencias adecuadas y a tomar las decisiones necesarias para que se produzca una transformación y un cambio interior que nos permita un mejor relación con nuestra propia identidad individual.
Cuando yo miro dentro de mí descubro que hay cosas que me gustan y que creo que he aprendido y realizado y, al mismo tiempo, hay tendencias y compulsiones que no me gustan mucho y que necesito transformar. Si pretendo convertirme en una persona revestida de un halo de “pureza” y “perfección” pero niego aquellas estructuras egoicas y oscuras de mi personalidad, no será posible este trabajo real de auténtico perfeccionamiento o despertar verdadero.
Para avanzar en el camino del Yoga y de la vida hay que ser conscientes de todos nuestros niveles físico-energéticos y psíquicos y realizar un proceso de cambio consciente y constante, al igual que un escultor pule constantemente su obra hasta que alcanza el resultado final.
Cómo me relaciono con los demás
La relación que establecemos con los demás tiene mucho que ver con la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos.
Cuando yo estoy agresivo o violento, me proyecto hacia el exterior con la misma agresividad o violencia. Cuando me encuentro sereno y feliz, seguramente me relacionaré con los demás con mayor amabilidad y capacidad de construir relaciones más equilibradas y profundas.
En este sentido está claro que la práctica de Yoga me armoniza interiormente y también me ayuda a dirigirme al exterior con mayor armonía y sensibilidad.
La verdadera sexualidad y el Yoga
Habitualmente se entiende sexualidad como la relación física e instintiva de los amantes, pero esto no es más que una parte de la sexualidad sagrada.
Para que existe una sexualidad completa tiene que haber una buena unión (yoga), una buena relación en los aspectos físicos, emocionales y mentales. Y cuando esto se produce aparece otra posibilidad, que es el objetivo verdadero de cualquier relación sagrada y profunda: la iluminación de todos los miembros de esta relación, el despertar de todos, la consecución de la verdadera plenitud y felicidad no condicionada. «Yo no puedo ser feliz si tú no eres también feliz».
El Yoga trabaja sobre la polaridad, pero siempre tendiendo a la unidad, a la unificación de los pares de opuestos y la complementación enriquecedora de los opuestos.
Queda claro que no tiene que haber ningún tipo de represión sexual, sino todo lo contrario: establecer la relación física y energética con la mayor fuerza posible y también con dignidad, respeto y belleza.
Pienso que incluso expertos sexólogos caen en el error de hablar solo de la relación genital o física, olvidando que la sexualidad sagrada y verdadera es mucho más amplia y profunda.
Hay que acercarse a la sexualidad y a las relaciones humanas de todo tipo como a un acto meditativo y con una conciencia meditativa que nos permita convertir lo burdo en sagrado y lo superficial en profundo.
Amor y libertad, Shakti y Shiva. La espiral sagrada de la vida
Shakti representa la energía cósmica que se hace vigente en nuestra propia energía individual; es la energía sagrada sin la cual no hay fenómenos, experiencia o realidad alguna. Es el misterio del Amor, sin el cual no hay liberación o trascendencia alguna.
Shiva representa la conciencia liberadora que también está latente en nuestra propia conciencia individual, que intentamos despertar y desarrollar con nuestras experiencias yóguicas y tántricas. Shiva es la Libertad sin la cuál permanecemos atrapados por el velo de la ignorancia y los falsos disimulos y apariencias.
Shakti y Shiva tienen que ir perfectamente cogidos de la mano. Yoga es el trabajo sobre energía y conciencia para poder evolucionar y avanzar. Yoga también es la experiencia del verdadero Amor y la Verdadera Libertad interior. “El amor sin libertad es apego, desilusión, esclavitud y sufrimiento. La libertad sin amor no tiene sostén ni realización posible; sería como lanzarse a un vacío sin sentido y sin base o realización alguna”.
Amor y Libertad son las condiciones imprescindibles para que se produzca un desarrollo espiritual verdadero.
Actitudes yóguicas necesarias para el verdadero despertar en las relaciones
√ Al contrario que en las relaciones habituales donde yo pienso en mi beneficio y te exijo que tú también lo hagas, en la relación yóguica y tántrica “yo trabajo y me entrego a ti y me interesa más tu dicha y felicidad que la mía propia”.
√ No me debes nada ni te debo nada. La relación se establece no desde la necesidad o el deber, sino desde el impulso de vida y la propia libertad y elección que me hace sentir atraído y me une a ti por la propia ley del amor y la gravitación universal.
√ Tú no tienes la culpa de lo que me pasa a mí y yo no tengo la culpa de lo que te pasa a ti. Cada miembro de la relación es responsable de sus propios actos y comparte su responsabilidad desde su propia conciencia.
√ No caigas en la rutina y la repetición que hace que las relaciones se hagan monótonas y débiles. Mantén siempre la fuerza de las relaciones y renueva constantemente la llama que sustenta lazos vitales y armónicos.
√ Cuida siempre los detalles al igual que lo hacías cuando comenzaste esa relación.
√ No utilices nunca la agresividad, el chantaje, el conflicto en tus relaciones. Practica Ahimsa (No-violencia).
√ La verdad y la autenticidad (Satya) siempre deben prevalecer en todo tipo de relaciones.
√ Recuerda: el otro o la otra no es una simple personalidad o aspecto, sino un ser sagrado al que tienes que acercarte con devoción y veneración como si fuese tu dios o tu diosa (y en cierta medida así es).
√ Siempre que sea posible construye tus relaciones y no las destruyas. Te conviertes en un constructor de la vida.
√ No te obsesiones si algo no funciona del todo bien; acepta tu vulnerabilidad como humano y las limitaciones que todos tenemos. Ahora bien, reconoce también que hay algo esencial en ti y en el otro que es invulnerable y refúgiate en esa certeza o potencialidad mas allá de los límites o condicionamientos.
√ No olvides practicar regularmente tus experiencias yóguicas para que puedas mantener tu cuerpo y tu mente equilibrados y tu conciencia clara, y esto te ayudará siempre en todos los sentidos, también en tus relaciones.
La mejor manera de relacionarnos es servir a los demás y a la vida, y esta entrega producirá el milagro de la sanación verdadera.
Mi experiencia, mis relaciones
Siempre me han interesado de manera natural e intuitiva las relaciones con los demás seres humanos; me he sentido y me siento atraído por el maravilloso misterio que se encierra en cada ser humano y percibo que es el mismo misterio que vislumbro en mí mismo.
Como en la propia vida, también en las relaciones he tropezado mil veces y me he vuelto a levantar otras mil. He errado y he acertado y siempre me propongo seguir aprendiendo y seguir perfeccionando y madurando mis relaciones. No quiero construirme castillos en el aire, sino pisar firme y seguir trabajando para mejorar mi manera de interrelacionarme con los demás y conmigo mismo.
Sigo en este proceso que nunca empieza ni termina y sé que siempre hay algo por pulir o aprender. Doy las gracias a los demás por ser la piedra de toque que me hace contrastarme constantemente y doy las gracias al Yoga por ser la Luz que me guía en este camino de autodescubrimiento y autorealización.
Juan Ortiz es profesor de yoga, formador de profesores de yoga. Fundador de la Escuela de Yoga Dhyana.