En nuestra práctica de yoga estamos acostumbrados a trabajar con ejercicios de respiración, técnicas de pranayama u otros métodos del manejo de la energía, en las que el verdadero protagonista es el Prana. Al realizar dichas técnicas, yoguis y yoguinis utilizamos dos pranas esenciales de los que derivan sus diferentes tipologías. Escribe Pedro López Pereda.
El primer Prana emana del Ser y tiene una vibración y una energía infinita. En cambio, el segundo es una cualidad de la naturaleza física y su energía está regulada por las leyes de la materia. En los siguientes párrafos vamos a describir estos conceptos de la forma más comprensible posible:
El Ser es nuestra verdadera identidad y en su esencia tenemos integradas seis cualidades superiores denominadas Prana, Creatividad, Percepción Extrasensorial, Amor, Inteligencia y Sabiduría. Estas cualidades son “similares” a las que utilizamos en la Tierra como seres humanos, pero en esencia son muy distintas. Pasa lo mismo con otros conceptos, como por ejemplo la magnitud tiempo, que existe en el plano físico mientras que en el plano superior lo que vivimos es una secuencia de acontecimientos. Son conceptos aparentemente similares, pero radicalmente distintos. Cuando vivimos la forma secuencial en experiencias extracorpóreas (Experiencia Cercanas a la Muerte), no somos capaces de distinguirla del tiempo físico, si no fuese porque al volver al cuerpo material nos damos cuentas que han pasado segundos en lo que nos parecían horas o días.
El Prana del Ser
Con respecto al primer Prana o Prana del Ser, su energía espiritual está limitada en el plano material por unas envolturas sutiles denominadas los Koshas, que actúan en este mundo físico de forma parecida al equipamiento que utilizan los buzos para sobrevivir en las profundidades marinas. Es decir, de la misma manera que sus trajes protegen a los buceadores del frío, de las altas presiones y les permiten trabajar y respirar debajo del agua, a nosotros los Koshas nos permiten desarrollar nuestra misión a bajas frecuencias e interactuar con elementos tangibles que hacen más viable nuestro crecimiento interior y la expansión de nuestra conciencia.
En otro orden de cosas, la indumentaria del buzo no le permite utilizar toda su energía en las profundidades del mar y sus movimientos son lentos y pausados. De la misma manera, nosotros tampoco podemos utilizar fácilmente nuestro Prana espiritual y la inexperiencia nos lleva a actuar de forma negligente e improvisada.
Pero venimos a este plano a vivir una experiencia nueva y, de la misma forma que los buzos experimentados pueden ayudar a los inexpertos en la misión que estén realizando, los seres de Luz experimentados pueden ayudar a las almas jóvenes con su propio Prana, para apoyarles en su crecimiento interno. A este proceso se la llama Shaktipat, que podemos traducir como «toque de energía espiritual».
Los «toques de energía espiritual» se suelen realizar con los chakras ubicados en el centro de las palmas de las manos, que son unas poderosas herramientas de curación y percepción, y están considerados nuestros chakras más importantes después de los principales que configuran el eje pránico de la columna vertebral. Estos chakras se pueden abrir y desarrollar con un trabajo interior constante, potenciándose en estados meditativos o en momentos vivenciales de plena conciencia.
El prana físico
El segundo prana está formado por infinitas “cuerdas vibratorias” que tienen el poder que crea y forma la realidad física que conocemos, a la vez que configura y nutre el soporte vital de nuestra existencia en este plano.
La física actual considera que las partículas subatómicas (aquellas que son más pequeñas que el átomo) están compuestas por una o varias partículas elementales, es decir, las que no pueden dividirse más, como por ejemplo los quarks. No obstante, existen diferentes planteamientos en la física teórica que desarrollan otras hipótesis que admiten que las partículas elementales pueden tener su origen en “estados vibracionales” (imaginemos unas minicuerdas de instrumentos musicales vibrando de forma autónoma y produciendo unos sonidos que forman la gran sinfonía que configura nuestro universo físico).
Es probable que el texto más antiguo que se haya referido a estas cuerdas sea el Bhagavad Gita, que se escribió hacia el siglo II a.C. En su capítulo XIV se refiere a tres estados vibracionales de la Naturaleza que denomina gunas, cuyo nombre proviene de la palabra indoeuropea guere, que puede traducirse por cuerda, concretamente una cuerda que vibra como la de un instrumento musical. El Bhagavad Gita nos está diciendo también que todo el universo es una sinfonía de notas creadas por unas cuerdas millones de veces más pequeñas que un átomo, cada una de las cuales vibra con una frecuencia determinada.
El prana que nos nutre
El aire y el oxígeno que respiramos pueden considerarse como una de las principales formas de actividad pránica del cuerpo, pero no constituyen el prana en sí mismo. El prana es mucho más sutil. En nuestras prácticas de pranayama absorbemos esta energía, inundando nuestro cuerpo con un increíble movimiento sinfónico que impregna todos nuestros puntos energéticos.
El prana que anida en el chakra Muladhara, tiene la capacidad y la fuerza con las que se ha creado todo el universo físico, su gran manifestación.
Ahora cerremos los ojos, e imaginemos por un instante la maravillosa experiencia de unir en un solo concierto los dos pranas esenciales de nuestra existencia. En palabras de Epstein: «La imaginación es más importante que el conocimiento, ya que conocimiento es limitado y la imaginación circunda el mundo». Así que simplemente abramos nuestros sentidos a la sinfonía pránica que circunda el Universo e inundaremos nuestro interior de la más increíble belleza. Posiblemente es ese momento nos daremos cuenta que lo que no nos contaron del Prana no era ni una metáfora ni una leyenda. Lo que no nos contaron es que somos música y nunca dejaremos de serlo.
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).