La mente es el escenario en el que todo lo vivimos y experimentamos, y en los momentos más dichosos o dolorosos, estamos con nuestra mente. Por eso desde niños deberían habernos enseñado a conocer, cuidar y sanear la mente, e infinitas más cosas provechosas que no aprendimos, como a respetar la naturaleza, amar a los animales, una gimnasia consciente y no mecánica, abrazar un árbol o meditar. Escribe Ramiro Calle.
El discípulo se dirigió al mentor y le dijo: «Señor, ayúdame a liberarme», y éste le contestó: «¿Y quién te ata sino tu propia mente?«. Y fue otro discípulo quien acudió a ver a su preceptor y le confidenció: «Mi mente me atormenta», y éste le dijo: «Si tu mente no te gusta, cámbiala». He aquí que era otro mentor el que les recordaba a sus discípulos: «Queridos míos, si no tenéis una buena mente, no tenéis nada». Porque la mente es la precursora de todos los estados, como aseveraba Buda, y todos los estados entroncan en la mente.
Una mente que alberga avaricia, odio o celos, envidia o soberbia, es un infierno para uno mismo y para los demás; una mente que se esmalta con la generosidad y la benevolencia es un paraíso para uno mismo y los otros. La psicología oriental siempre ha insistido en que la mente del ser humano es reeducable y de que pueden ir debilitando sus tendencias nocivas e ir intensificando las sanas, con lo cual uno se convierte en el constructor de su mente. Para ello, desde muy antaño, se nos han ofrecido los denominados cuatro esfuerzos conscientes:
–el de desalojar de la mente los estados perjudiciales,
–el de evitar que vuelvan a surgir,
–el de suscitar estados mentales sanos
–y el del potenciarlos y desplegarlos.
La vigilancia y examen de la mente son necesarios, y así uno puede convertir su mente en una herramienta constructiva y cooperante.
Uno de los fines de la meditación es drenar la mente, limpiarla de impedimentos, corrupciones y tendencias insanas. Mediante la práctica asidua en la meditación, la mente inestable se torna estable, la mente oscurecida se esclarece, la mente caótica se reorganiza. Aunque solo se desconecte unos minutos del exterior y uno se interiorice, esto ya ayuda a limpiar y sanear la mente. Lleva su tiempo, pero es un tiempo maravillosamente empleado.
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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