El 14 de diciembre de 2018 se cumplió el centenario del nacimiento del maestro de yoga B. K. S. Iyengar. Tras una larga y fructífera vida de enseñanza, práctica y dedicación completa a este noble arte, fallecía el 20 de agosto de 2014 a la edad de 96 años. Escribía el artículo Olga Jiménez.
En esa fecha teníamos ya reserva para asistir a su instituto en Pune, India, pero estando en Madrid días antes, supimos que ya no le veríamos más. Ese verano la estancia estuvo llena de emociones; todos sus seres queridos estaban en el instituto y cada uno expresaba su pena de formas distintas, pero el conjunto era triste, como una estancia donde la luz se ha apagado.
La práctica en la sala también se hizo complicada, pues su presencia se podía percibir y llenaba de emoción. Era como si aún tras su muerte pudieras sentir su impulso, sus ganas de llevarte siempre un poco más allá para hacerte avanzar.
Su naturaleza estuvo marcada por el ardor, ardor en su práctica, ardor en la enseñanza, ardor en todas las facetas de su vida. Un ser que es y será admirado por muchos, una inspiración y ejemplo de lo que puede conseguir el ser humano en la máxima adversidad, en la completa pobreza y en la absoluta falta de salud.
En una ocasión escribí que su presencia era como el sol. Una sensación de estar a punto de arder. Así se vivían sus enseñanzas. Pero era el fuego que se emplea en la transformación, donde no hay lugar para la tibieza, donde el ser humano es desnudado para poder ser moldeado.
No olvidaré nunca una anécdota en una de las clases médicas. Estando junto a una de las pacientes, que tenía un problema grave y yo la estaba hablando con palabras de compasión, el Maestro se nos acercó, me miró y me dijo: “Tus cálidas palabras no le van a curar”.
Era un hombre de acción, no había nunca un instante que perder cuando se trataba de pacientes, de un tratamiento que requería de su experiencia; no dudaba. Algunos lo interpretaban como agresividad, quizás porque no estamos acostumbrados a ver ese comportamiento en nuestros semejantes. ¿Pero hablaríamos de agresividad si viéramos a un experto cirujano operar con determinación, con el pulso firme, seguro y ágil, o hablaríamos de maestría?
En el templo del cuerpo se ora con asanas
Como todas las personas que alcanzan la fama, él estuvo sujeto a numerosas críticas. En el entorno del yoga, filósofos y practicantes de otras disciplinas le tachaban muchas veces de “yoguí físico”, “contorsionista”, rebajando su trabajo a un plano inferior donde para muchos la meditación es superior.
Pero su grandeza fue llevar todas las etapas del yoga a su máximo potencial. El también practicaba dharana y dhyana, practicaba yama y niyama. Pero cuando le tocaba enseñar, sabía colocarse a nuestro nivel y sabía que una mente que quiere meditar primero debe encontrar la calma, calma que se trabaja en profundidad a través de asanas con el seguimiento de yama y niyama.
Era como un padre que va dirigiendo a su hijo evitándole los peligros y mostrándole la realidad de la vida. ¿Podríamos esperar que nuestro hijo comprenda aspectos filosóficos de la vida si no le hemos alimentado primero correctamente y favorecemos el desarrollo de su cuerpo y de su mente? ¿Se puede poner una escala de superior o inferior a este proceso? ¿O más bien debemos entenderlo como peldaños que hay que recorrer en el camino?
Él consideraba al cuerpo como el templo, con una de sus frases más significativas: “El cuerpo es mi templo y las asanas (posturas de yoga) son mis oraciones”. Y es que entendía este trabajo sobre nuestra estructura como una forma de devoción, de agradecimiento. Por eso no se permitía ser negligente y buscaba despertar en sus alumnos ese mismo fervor.
Olga Jimenez es profesora y fundadora de la Escuela Profesional de yoga “Luz sobre el yoga”, que con motivo de la celebración del centenario de B. K. S. Iyengar realizará el viernes 14 de diciembre una tarde de actividades gratuitas, finalizando con una cena vegetariana. Sólo es necesario apuntarse enviando un correo a la escuela, plazas hasta completar aforo.
Más información en: www.yogaiyengararavaca.wixsite.com/valdemarin