En esta obra (3ª edición de la selección a cargo de Ramiro Calle) el lector encontrará una semblanza biográfica de Ramana Maharsi, una visión de su enseñanza y una selección de sus palabras, que representan todo un tesoro para cualquier buscador de verdades eternas. Edita: Mandala Ediciones. PVP: 11,40€
Ramana Maharshi es, sin ningún género de duda, una de las más importantes figuras espirituales de los últimos siglos. Llamado el maestro del silencio, su silente presencia y su escueta enseñanza conmovieron los pilares de la espiritualidad de Oriente y Occidente desde su sencillo refugio en la montaña sagrada de Arunachala.
Si bien su pensamiento puede enmarcarse dentro del Advaita Vedanta, la magnitud de su mensaje trasciende toda concepción filosófica, señalando la experiencia interior como clave de todo logro espiritual. Su propuesta continúa viva: silencio, indagación sobre ¿quién soy yo? y desenmascaramiento del ego son el camino hacia el Sí-Mismo.
Adelantamos unas reflexiones que hace el maestro Ramiro Calle en su Introducción:
Ramana Maharshi ha sido uno de los más grandes realizadores contemporáneos. Fue el maestro del silencio, porque lo mejor de su enseñanza lo transmitió a través de un elocuente silencio, que conmovió los cimientos espirituales de muchos devotos. Su propia experiencia y realización lo condujeron a interpretar la última realidad, como lo hiciera Sankara: el mundo no tiene realidad aparte de Brahaman (el Sí-mismo en todo ser humano), quien es como la pantalla sobre la que se proyectan todas las imágenes. Y cuando el observador se convierte en pantalla, más allá de las imágenes, solo permanece el Sí-mismo. Así como las imágenes no afectan a la pantalla como tal, tampoco los los fenómenos afectan al Sí-mismo. Entre Sí-mismo y el cuerpo surge el ego. El ego es el pasaporte hacia la esclavitud, el origen de miserias sin fin. Causa la identificación del hombre con sus vestiduras: cuerpo, mente, centro emocional. Enredado en el ego y por la ignorancia básica, el hombre no percibe su Sí-mismo o Yo superior. Pero el Yo real puede ser captado más allá de la mente superficial y de ego; él está en la fuente del pensamiento; el es el testigo de la mente; él es el testigo, imperturbable que hay que buscar de manera interesante, es la Conciencia, pura, autoconsciente plenamente. Vaciada de todo contenido, la mente es conciencia pura. La esencia de esa consciencia es el Sí-mismo. Si el yoga pone tanto empeño en la supresión de los procesos mentales, es para que pueda percibir ese Sí-mismo a través de la Conciencia pura. En el inmaculado vacío de la conciencia se escucha la voz del Sí-mismo. El ego es la barrera, el que origina ignorancia como la araña fabrica la tela que la atrapará. El Yo o Sí-mismo no nace y muere. Siempre es El Brahman o Alma Universal. La mente se transforma pero el Yo permanece.Él es contemplador del vacío.