Pasó casi desapercibido porque fue en agosto pasado cuando se destapó el escándalo; los fundadores de ‘Yoga to the People’, conocida escuela de yoga “altruista” muy apreciada en Estados Unidos que pedía donaciones por las clases, fueron detenidos por ocultar al fisco más de 20 millones de dólares de ingresos durante diez años. Pero detrás aún había mucho más… Escribe Aitana Bernabé.
Los practicantes de yoga que acuden a centros y escuelas suelen buscar espacios seguros donde se encuentren arropados por una comunidad de profesores y compañeros afines. Les han contado que el yoga les libera de condicionamientos, que sobre su esterilla pueden sentirse en intimidad con sus cuerpos, abrirse, expandirse, crecer como seres humanos espirituales. El estrés de la vida cotidiana, las relaciones conflictivas, el miedo al futuro, el ruido y presión de la calle, quedan aparcados a la entrada de la sala junto con el calzado.
Y así es en la mayoría de los espacios del yoga… pero no siempre. Suele ocurrir que cuando salta un escándalo de una escuela de yoga a los titulares de la prensa, ya llevan mucho tiempo ocurriendo “conductas indebidas” que, salvo contados profesores y alumnos, se prefiere ignorar. Y es que resulta especialmente duro reconocer que en un lugar donde se honran los valores éticos del yoga sucedan abusos, engaños, fraudes y/o delitos. Cuesta mucho aceptar que quienes los cometen y quienes los conocen y toleran son igualmente responsables. Pero aún duele más darte cuenta de que ese refugio en el que entraste para confiar, para sentirte segura o seguro, para abrir tu ser en su vulnerabilidad, simplemente era mentira.
De centro «modélico» a negocio desorbitado
El caso de ‘Yoga to the People’ es especialmente paradigmático de lo que estamos comentando. Como en el escándalo alrededor de Bikram Choudhury y algunos otros gurus, las desviaciones de conducta del equipo fundador de la conocida escuela neoyorkina llevaban años produciéndose, e incluso filtrándose en las redes sociales, pero no pasó nada hasta que un descarado delito fiscal finalmente provocó la intervención de la justicia.
La escuela ‘Yoga to the People’, fundada por el exdiscípulo de Brikram, Gregory Gumucio, su mujer Haven Soliman y Michael Anderson, empezó ofreciendo clases de yoga a medida del bolsillo de las personas que se acercaban a su modesto estudio de East Village de Manhattan… y acabó ingresando al cabo de diez años más de 20 millones de dólares.
A partir de su creación en 2013 el estudio era una institución en Nueva York, con un equipo de fieles alumnos y profesores, y pronto creció y se convirtió en una cadena nacional que operaba en media docena de estados de EE.UU. Hasta que la fiscalía federal acusó a sus fundadores de utilizar la empresa para recaudar millones de dólares no declarados al Servicio de Impuestos Internos a lo largo de siete años. En agosto de 2022, el arresto de Gumucio, Anderson y Soliman, los dueños de este imperio del yoga, fue la última gota que cayó sobre la otrora popular cadena. Cada uno de ellos fue acusado de un cargo de conspiración para defraudar a la Hacienda neoyorkina y cinco cargos de evasión de impuestos, según un comunicado de la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York.
Acusaciones anteriores en las redes
En 2020 ‘Yoga to the People’ tenía ya estudios en una veintena de lugares de Estados Unidos, operaba también en España e Israel y planificaba seguir expandiéndose a otros países cuando, inesperadamente, anunció el cierre. Sus responsables alegaron entonces como causa las pérdidas comerciales ocasionadas por la epidemia de covid. Sin embargo no mencionaron que ya estaban corriendo por las redes sociales y medios de internet acusaciones, por parte más de dos docenas de exalumnos y empleados, de discriminación racial, prácticas comerciales cuestionables, manipulación por parte de la dirección, abusos sexuales e incluso violaciones.
En efecto, en 2020 sitios de internet como The Cut de New York Magazine, VICE y otros lo contaron con pelos y señales en varios artículos (puedes ver los enlaces al final). También se creó una cuenta @yttpshadowwork en Instagram para recoger los relatos de abusos en primera persona de forma anónima, que fue utilizada por docenas de exprofesores de ‘Yoga to the People’. Sin embargo, esos testimonios no tuvieron consecuencias.
La caída
En agosto de 2022, a raíz del arresto de los dueños de ‘Yoga to the People’, salió a la luz el modus operandi de los acusados, tan sencillo como burdo. Ocultaban sus impuestos de varias maneras: pagaban a los empleados en metálico, se negaban a proporcionarles la documentación fiscal pertinente, no llevaban libros contables ni registros, abonaban cuantiosos gastos personales a través de cuentas de la empresa y utilizaban intermediarios para ocultar su conexión con varias entidades, según relató en un comunicado el fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York, Damian Williams, fiscal federal. “Al menos dos de los acusados presentaron incluso declaraciones de impuestos falsas para solicitar un crédito o una fianza”, aseguró este.
En sus primeros años, ‘Yoga to the People’ llegó a contar entre sus profesores con celebridades, como una estrella de la telerrealidad sueca, Sofia Kristina Hellqvist, quien salió con el Gumucio y luego se casó con un miembro de la familia real, convirtiéndose en la princesa Sofía, duquesa de Värmland. También Hilaria Baldwin, la influencer y esposa del actor Alec Baldwin, enseñó en la empresa antes de abrir su propio estudio en 2010.
Era ‘Yoga to the People’ un estudio tranquilo y sin lujos en el que los alumnos depositaban sus donaciones voluntarias en cajas de pañuelos desechables que se pasaban unos a otros. A los profesores se les prohibía contar el dinero, y Gumucio se llevaba la recaudación cada día a su casa de Manhattan. Los fiscales del caso acusaron a Gregory Gumucio de manipular a sus empleados para que trabajaran gratis, a fin de reducir sus costos. La formación de profesores de ‘Yoga to the People’ era también una fuente estable de ingresos para el negocio. Ofrecida varias veces al año, costaba a docenas de aspirantes aproximadamente 3.000 dólares al año.
A Grec Gumucio se le destapó un historial de delitos nada desdeñable. A pesar de que en el pasado mes de agosto el fiscal del caso insistió en que este personaje representaba un riesgo de huida y solicitó el confinamiento en su casa de Washington, la jueza federal Jennifer E. Willis denegó la petición y fijó una fianza para Gumucio de 250.000 dólares, además de prohibirle reunirse con sus exempleados de ‘Yoga to the People’.
Epílogo: los efectos secundarios
Cabe finalizar este reportaje recordando las consecuencias que estos casos generan entre el alumnado que ha sido víctima o ha vivido estos procesos tan absolutamente lamentables. Lógicamente estas personas tenderán a sentirse, como poco, desengañadas y emocionalmente huérfanas de una comunidad que había representado quizás una especie de refugio o segunda familia. Sobre todo, en el caso de aquellas que llegaron al yoga tras haber pasado ya por experiencias traumáticas.
¿Es suficiente con decir que hay que separar al maestro de las enseñanzas que transmite? Nos parece que tal vez se salven éstas, pero no así la figura y el nombre del maestro, su autoridad moral, que cae derrumbada por los suelos. No es cuestión de no saber o no querer perdonar, sino de la pérdida irreversible de una confianza que procede necesariamente de la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos.
En 2020, la asociación de yoga más grande del mundo, Yoga Alliance, publicó unos nuevos estándares para sector profesional de la instrucción en yoga y un protocolo para denunciar abusos. Es un gran paso, pero necesitamos más. Debemos hacer un esfuerzo sostenido para lograr que las comunidades dedicadas a las tradiciones contemplativas sean seguras, junto con el reconocimiento del dolor y la confusión que generan los abusos de cualquier tipo, ya sean padecidos en primera persona por las víctimas o presenciados.
Artículos mencionados:
https://www.thecut.com/2020/08/yoga-to-the-people-scandal-what-went-wrong.html
Es un reportaje de Aitana Bernabé/YogaenRed