Podemos decirlo de muy diversas maneras: recogerse, centrarse, introvertirse, serse u otras. Es decir, parar y estar en uno. No es un lujo, sino una necesidad específica de nuestro tiempo. Parar, desconectar, ser. O sea, meditar, pues hasta un caballo de carreras se destripa si no para. Escribe Ramiro Calle.
Debemos atender la salud mental y emocional, ya que sin ella no hay real bienestar. El exceso de externalización –no solo física, sino mental– nos vacía y aparta, de tal manera que perdemos nuestro núcleo existencial y nos alienamos, generando episodios de fatiga psíquica, ansiedad, melancolía y neurosis.
No sabemos estar con nosotros mismos y nos volvemos víctimas de nuestra desenfrenada dinámica sensorial, utilizando los medios más diversos para jugar al escondite con nosotros y sirviéndonos de toda clase de escapismos y autoengaños que agrandan nuestros agujeros psíquicos y nos desequilibran. Aunque sea unos minutos podemos sentarnos, estabilizar la postura, ritmar la respiración y aplicar las instrucciones: no pienses, no analices, no reflexiones y permite que tu mente vaya entrando en un estado de quietud.
Sin preferencias, percibe. Atento a todo pero a nada en concreto. No reacciones. Alerta y sosegado. No te identifiques con los contenidos mentales. Consciente y ecuánime. Unos importantes minutos para volver a uno mismo y centrarse. Igual que las olas vienen y parten pero la playa permanece, estamos atentos a los que surge y se desvanece en nosotros, permaneciendo en nuestra serena y aguda energía de observador que no se inmuta.
La meditación puede ser de muchos tipos, pues las técnicas meditativas son innumerables y muy variadas, pero es esencial ir aprendiendo a no dejarse tomar por los pensamientos mecánicos o las ciegas y automáticas asociaciones de ideas, y en cualquier caso estar atento incluso a las inatenciones, porque de ese modo hsta las distracciones se convierten en soporte de atención.
Un ejercicio, por ejemplo, muy interesante en este sentido es el que consiste en conectar con el ascenso y descenso del estómago con la respiración, pero a la vez estar muy atento a los pensamientos parásitos que se filtran en la mente. Si uno logra estar atento incluso a las inatenciones, también éstas se vuelven objeto para el cultivo metódico de la meditación. Y como a menudo recuerdo a mis alumnos en las clases de meditación, se aprende a meditar meditando o, dicho de otra manera, la meditación nos enseña a meditar.
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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