Un estudio británico sugiere que el yoga puede ser un recurso valioso para la recuperación de las víctimas de violación y abuso sexual. Investigaciones anteriores han confirmado la eficacia del yoga como complemento de la terapia psicológica en el tratamiento del trauma.
Las víctimas de violencia sexual tienen una mayor probabilidad de desarrollar trastorno de estrés postraumático que las víctimas de otros traumas como los accidentes de tráfico o los desastres naturales, y es probable que padezcan más depresión, ansiedad y miedo.
Más allá de los profundos aspectos psicológicos y efectos emocionales de la violencia sexual, existen factores adicionales que pueden limitar la efectividad de la terapia. Por ejemplo, aquellos que buscan apoyo pueden encontrar listas de espera para terapia especializada, que tienen el efecto de exacerbar su angustia.
Un centro de ayuda a las víctimas de violación escocés, Rape Crisis Scotland, realizó recientemente un estudio del que da cuenta el British Journal of Guidance and Counselling. Los participantes en el estudio describieron la práctica del yoga como algo que les permite estar presentes y enfocados, y poder «tomarse un respiro» del continuo trasfondo de ansiedad simplemente concentrándose en el presente, ya que el yoga puede promover la atención plena como una habilidad terapéutica.
Otro hallazgo clave de esta investigación fue que los participantes describieron cómo el yoga facilitó el cambio y el aprendizaje a base de un mayor control y conciencia de la respiración. La respiración inducida por el yoga resultó ser una estrategia beneficiosa para crear conciencia sobre la salud física y mental, como por ejemplo a la hora de controlar los síntomas de la ansiedad.
Los participantes confirmaron que las clases de yoga les brindaron alivio de la ansiedad y de los ataques de pánico, mejor sueño, alivio y disminución de la tensión física. Los participantes también manifestaron que su nivel de atención plena había aumentado con la práctica de yoga. Lo cual se extendió a su vida fuera del yoga, como en el caso de ayudarles a controlar las respuestas a la ansiedad.
Gracias al yoga todos los participantes reportaron un mayor dominio de sí mismos, en contraste con la pérdida de control asociada con los anteriores niveles elevados de ansiedad generalizada.
Otro cambio promovido por el yoga fue el cese de la autocrítica interna y el aumento de la autoaceptación, lo que permitió más paciencia y comprensión de sí mismos. En general, los participantes experimentaron que el yoga tenía un impacto positivo sobre su bienestar e incluso llegaron a considerarlo un recurso para vivir que podrían desarrollar en sus vidas. En sus entrevistas, los participantes lo compararon con el coaching o la psicoterapia. Todos los participantes estuvieron de acuerdo en que el yoga les había aportado algo que no habían logrado de otra manera.
Lo que quedó claro es que los participantes en el estudio experimentaron todos estos efectos beneficiosos del yoga unidos al contexto en el que se brindó la práctica, en concreto, en relación con el apoyo general que recibieron de la organización Rape Crisis. Esto sugiere la importancia del acceso a profesionales con experiencia y capacitación para trabajar con trauma sexual.
Muchos participantes, en posteriores correos de seguimiento, describieron que les había resultado difícil continuar con su práctica de yoga fuera del entorno de gran apoyo proporcionado por las clases del Rape Crisis.
La evidencia presentada en este estudio sugiere que el yoga puede ser beneficioso, como complemento de la psicoterapia, para mujeres que han sufrido violencia sexual, y apoya la posición general de que la recuperación puede verse facilitada por la adopción de un enfoque integrador y pluralista.
Estudio completo: AQUÍ