Meditación en movimiento y movimiento en la quietud para la tercera edad

2022-10-10

La vida y los cambios propios de la tercera edad, en lugar de exigir inmovilidad, pasividad o indiferencia, representan un verdadero reto que nos obliga a cambiar de visiones, actitudes, anhelos y proyectos de vida. Es el momento del yoga suave y meditativo.  Escribe Elsa Beatriz Acevedo.

Meditación

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El yoga silencioso, meditativo, de entrega a través de hermosas, elegantes y muy suaves posiciones representa una excelente práctica para estar presentes, vivas/os y activas/os, disfrutando de una verdadera salud integral de paz, salud, mucha serenidad y equilibrio.

Mediante su práctica podemos activar nuestros centros energéticos a través de una disciplina milenaria de gran valor para la humanidad. A tal punto que cuando la practicamos estamos actuando en varias dimensiones, tanto físicas, mentales, emocionales, como psíquicas y espirituales.

Y mientras más practicamos vamos sintiendo un altísimo crecimiento a través de la unión mente, cuerpo, pensamientos, sensaciones, sentimientos y salud integral, vivenciando cómo se fortalecen los músculos y las articulaciones a la vez que adquirimos cada vez mayor elasticidad y equilibrio. Y de la misma manera fortalecemos las redes internas de nuestro organismo, así como de los ligamentos y huesos, porque los tratamos en las prácticas con amor y agradecimiento.

Una nueva calidad de vida

Otro aspecto de gran importancia de la práctica de yoga radica en la transformación de la forma en que nos percibimos y sentimos desde una dimensión de absoluta integralidad, como síntoma de un nuevo renacer de ilusiones, emociones, sensaciones, apreciaciones y sentimientos de paz, amor, al abrirnos en este profundo viaje interior hacia una nueva calidad de vida.

Durante sus prácticas podemos experimentar numerosos cambios tanto físicos como mentales, empezando por la forma como vivimos, nos nutrimos, amamos y aceptamos nuestros cuerpos, observando los cambios en cada etapa con serenidad, sin temor y con amor y respeto.

En cada práctica aprendemos tanto a entregarnos como entrenarnos no solo físicamente, sino mentalmente, lo cual nos conduce a fortalecernos logrando que en cada sesión nos estemos reinventando de manera ilimitada.

Tenemos, eso sí, que tener presente que esta dinámica corporal debe ser muy segura y suave, que no cause ni estrés ni dolor de ningún tipo. Todo lo contrario, debe producir bienestar, alegría, calma y mucha serenidad, y para ello debe ir acompañada de una respiración profunda, lenta y sanadora. De la misma manera, debemos ser muy cuidadosos al entrar y salir de cada posición máxime por tratarse de movimientos serenos meditativos de entrega, disfrute y felicidad.

El mundo sin abrir los ojos

La práctica  de yoga en la tercera edad es diferente, sin afanes ni esfuerzos, acompañada de amplios momentos de quietud renovadora, practicando tanto con atención como con intención sanadora y reparadora, gracias al lujo de estar presentes en el aquí y el ahora viviendo, sintiendo y escuchando nuestro cuerpo y dejando salir de la mente dudas y temores sobre el futuro porque éste es nuestro único momento, el presente, el que estamos sintiendo y viviendo en este preciso instante.

Finalmente podemos concluir diciendo que el yoga no sólo incrementa la esperanza de vida, sino que al practicarlo y abrazarlo se convierte en una escuela de salud integral, al enseñarnos “a ser” a través de la sabiduría del “no hacer”, así como a ver y sentir el mundo sin abrir los ojos, todo ello gracias a que aprendemos un nuevo estilo de vida basado en lograr, mediante la quietud, el mayor de todos los movimientos: el movimiento de nuestra energía interior.

Elsa Beatriz Acevedo Pineda. Estudios de Ciencia, Yoga y Salud Integral. Asociación Colombiana de Periodismo Científico / elsabeatriza@yahoo.com