Vilasana vivarta: la dicha del alma

2022-06-27

El tiempo huye. Uno trata de ser más consciente, de capturar el instante, de convertir, como diría Kipling, «el minuto inolvidable en sesenta segundos». El aprendizaje no cesa y solo puede irse completando si involucra el desaprendizaje, o sea, dejar para tomar, vaciar para llenarse, desasirse para que una nueva brisa renueve el alma. Escribe Ramiro Calle.

Vilasana Vivarta

La experiencia y los años no dan la sabiduría, solo la consciencia, la lucidez y la compasión, la actitud de vida atenta y ecuánime, la humildad genuina. Voy envejeciendo y cada día las ausencias de seres queridos son más, y llega un momento que se hacen insoportables salvo que uno recurra a la aceptación consciente, la lucidez de que todo es inestable e impermanente, la rendición del ego y por tanto de la venenosa autoimportancia.

Aún dentro de la vulnerabilidad y la inquietante fragilidad, uno puede encontrar un «segundo aliento» para seguir aprendiendo, viajando a los adentros, esclareciendo la mente y enterneciendo el corazón. Durante años mucho era «todo hacia afuera», luego empezó a ser «parte hacia adentro», y al final «todo es más hacia adentro que hacia afuera», tratando de aproximarse a la fuente interior y hallar refugio en uno mismo.

He ido aprendiendo que hay una mente más allá de la mente ordinaria que los hindúes denominan «la mansión del silencio», donde hay respuestas que no pueden llegar a través de la mente común. Esa mente quieta, sin ideaciones, profunda y silente, nos conecta con una sensación de ser o presencia que no es habitual, pero sumamente real y transformativa. Lo inhabitual se esconde tras lo habitual y aunque a menudo pasa desapercibido, revela una realidad existente aunque escape a lo sensorial e ideacional. Ese es uno de los objetos de la verdadera meditación: darse cuenta de lo que no se percata la mente ordinaria, desarrollar un tipo especial de percepción-cognición que cambia la actitud ante la vida, que ayuda a superar la ignorancia básica de la mente que genera tendencias destructivas e insanas como la avidez y el odio.

La dicha del alma

Uno tiene que estar en apertura para seguir aprendiendo. La vía hacia adentro implica «noches oscuras del alma», pero el punto de luz que ilumina a pesar de ello es la motivación poderosa de querer mejorar y saber que un ser humano, si realmente se lo propone, puede conseguir evolucionar conscientemente y ser luz para sí mismo y para los demás. El trabajo interior, donde se suceden aprendizaje-desaprendizaje-aprendizaje, consiste en esa evolución.

En la senda de la autorrealización, o sea de hacerse real y desnudarse de la personalidad falsa y adquirida, hay que despojarse de lo que uno no es y nos han hecho creer que somos, y hace añicos no solo la imagen, sino también la autoimagen. ¡Cuántos espejismos, viejos patrones, clichés socioculturales y creencias deben caer! ¡Y cuántos autoengaños deben superarse, además de aprender a llenar los agujeros psíquicos de uno mismo y a cerrar las grietas del alma! Si mi relato espiritual El faquir ha conseguido ya 19 ediciones es porque nos identificamos con el protagonista occidental del mismo: insatisfecho, vacío, devorado por el sentimiento de soledad, sin encontrarle un sentido a la vida y con la incapacidad de verdaderamente amar.

Hay un estado de espíritu o mente que el yoga hindú ha llamado vilasa vivarta, la dicha del alma. Representa una sensación de profunda unidad, un ángulo de confortadora claridad, un instante de certidumbre en la inseguridad, una apertura hacia lo infinito, un sentimiento de amor incondicional y pleno. Un fugaz «toque» de vilasa vivarta vale más que todas las palabras, conceptos, filosofías y doctrinas del mundo, porque va sacando lo mejor de uno mismo para poder compartirlo con las otras criaturas. Y cuando penetra en esa mansión del silencio que es vilasa vivarta y su alma conecta con «aquello» que se sitúa más allá de la egocéntrica y voraz mente común de los humanos, se identifica plenamente uno con la antigua enseñanza que siempre se mantiene viva:

«Estamos en el camino para ayudarnos y no hay otra cosa que el amor».

Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia.https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle

Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
https://www.mandalaediciones.com/autores/ramiro-calle.asp