Constantemente hablamos de escuelas, tradiciones, vías, ramas y linajes cuando nos referimos al Yoga. Y también tenemos claro que el Yoga como objetivo es uno y los caminos para alcanzarlo múltiples. Escribe Sergio Martínez Pose.
En mi sentir, y en lo vivido durante años en la India, hay dos formas principales en las cuales podríamos entender la tradición del yoga y que expresan la multiplicidad de posibilidades de acceso al objetivo:
La visión védica
Por un lado, tenemos la visión védica, cuyo énfasis principal está puesto en el ritual, las formas, el lenguaje, la moral, la ley y la negociación con la divinidad, representando, en definitiva, un aspecto activo de la existencia, que llamamos cultura. Esta es una corriente que invita a la intervención, a la interacción, al deseo por cambiar lo que te rodea, para que, en conjunto, como especie, crezcamos y nos elevemos sobre lo que nos impide ser felices. Es una visión lícita y seguida por aquellos que desean perfeccionar su sociedad que, sometida inevitablemente al tiempo, se encuentra en proceso de deterioro, envejecimiento y declive.
Es el camino representado habitualmente por el karma, el bhakti y el jñâna yoga. Estas vías buscan encontrar respuestas esenciales que nos permitan alcanzar el mejor modelo ético, la sabiduría y la actitud adecuada para vivir en el presente y actuar de manera consecuente.
La visión tántrica
Por otro lado, tenemos la tradición tántrica cuyo énfasis está puesto en el recogimiento, la contemplación, la simplicidad, la indiferencia y la no intervención; representando un aspecto pasivo que podemos llamar natura. Es una visión hacia adentro, donde se busca el cambio interno como vía de crecimiento tanto personal como global. Si yo cambio, el mundo a mi alrededor lo hará también porque éste solo existe bajo mi mirada. Sin mí, el mundo no se manifiesta. Lo que importa es la experiencia como forma de conocimiento de la verdad personal.
Es el camino del hatha y râja yoga, que, desde la disciplina e integración de lo experimentado, se mueve hacia un lugar de renuncia y rendición.
Ambas, tanto la cultura como la natura son formas, al mismo tiempo, complementarias e independientes, como lo son la luna y el sol. Se mueven y seguirán moviéndose juntas intentando en algún momento alcanzar la perfección en la unión.
Las dos posibilidades nos permiten dar sentido a la vida y nos brindan la oportunidad de experimentar la liberación tanto en la acción como en la inacción. Pero, para que esto suceda, el buscador o practicante ha de enfocarse en encontrar equilibrio, armonía, ecuanimidad y lucidez tanto en la actividad como en la pasividad. En otras palabras, ha de cultivar sattva. Sólo de esa manera el camino elegido alcanzará su objetivo de una manera genuina y certera.
Sattva, equilibrio y armonía, es una palabra que debería estar en nuestra mente de practicantes para guiarnos hacia el estado de Yoga.
Sergio Martínez Pose. Practicante y enseñante de Yoga.
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