Dentro del caos hay un refugio para meditar

2022-01-13

Compartimos este precioso reportaje de Liliana Arias Romero, voluntaria para la enseñanza de Meditación en la cárcel de Obrajes en La Paz, Bolivia. Esta publicación quiere ser además el homenaje de YogaenRed a los voluntarios que hacen similar trabajo en las prisiones españolas.

Carcel Bolivia

Imagen cortesía de Liliana Arias Romero

El 20 de septiembre de 2017, comenzando la tarde llegamos por primera vez siete voluntarias del Centro Sakya Rinchen Ling, al centro penitenciario para mujeres en la cárcel de Obrajes en La Paz, Bolivia, para realizar la capacitación en el curso de Meditación. Desde entonces, han transcurrido cuatro años.
El lugar es un antiguo caserón, custodiado por la policía boliviana. El ingreso es un ambiente pequeño; el registro y revisión es detallado y minucioso; al llegar, casi siempre nos encontramos con una larga cola que inicia en la puerta de la instalación, y se extiende por varios metros. Están en fila principalmente parientes que quieren ver a sus seres queridos, los cuales portan comida y abrigo.

Gracias al permiso otorgado para la capacitación, el acceso es más rápido: nosotras, las voluntarias, tenemos equipos y material para la capacitación, nos revisan una por una en cada sesión, nos asignaron las tardes de los miércoles para realizar la capacitación.

Por fin entramos al recinto. Abren las puertas, y lo primero que se puede ver es un patio bañado de sol, y después nos encontramos con mujeres privadas de su libertad. Están dispuestas varias mesas en el lugar que reúnen a las mujeres, al parecer, por afinidad; se escucha música en un tono alto, entonaciones, la cacofonía resuena alrededor: los gritos animados de un partido de futbol se escuchan en una cancha cercana. Otras mujeres que no logramos ver, nos comentan que están ocupadas tomando cursos de capacitación, principalmente en trabajos artesanales. Estas mujeres no están satisfechas.

En medio del ruido animado, de las charlas, la música y el partido de futbol, entramos a la capilla que se encuentra justo en la parte central del patio principal. El lugar por dentro es claro, ordenado, rayos de luz atraviesan los coloridos ventanales, coquetas flores y plantas alegran el lugar, las bancas están alineadas en filas muy ordenadas; de alguna manera el ambiente logra atenuar el ruido del lugar. Este es el lugar que nos han asignado para las capacitaciones. Anoticiadas de nuestra llegada, las encargadas del lugar van en busca de las personas inscritas.

Con el pasar del tiempo ya hay meditadoras recurrentes, y otras que recién han ingresado al penal, a quienes les gustaría probar una nueva experiencia. Preparamos el ambiente con las bancas del lugar y los equipos para proyectar la sesión y practicar la meditación.

Sesión a sesión, mientras las actividades se han realizado en la capilla, hemos contado con el apoyo incondicional de la hermana Fideliza, encargada del lugar. Al inicio, cuando le explicamos el proyecto, quedó muy complacida por la iniciativa. Explicó que también en su tradición se contempla y que se sentiría muy feliz si las internas lo hicieran también. En muchas de las sesiones, ella nos ha acompañado: su cálida presencia anima el lugar, es una persona muy generosa y bondadosa; ha tomado a cargo como una madre que cuida de sus hijas, a aquellas personas que carecen de recursos para un apoyo personal y legal. Ella, incansablemente, atiende diariamente actividades en la capilla y presta apoyo administrativo en las salas de los juzgados.

Comenzamos la sesión: entran al lugar valientes mujeres en busca de un cambio en sus vidas por no estar satisfechas. Han vivido todo lo externo; vencidas algunas por el peso que las sobrecoge, buscan un camino que las pueda llevar por una experiencia diferente.

La sesión comienza con una presentación, las mujeres están fatigadas, por la lejanía con sus seres queridos, muchas madres no pueden ver a sus hijos, las extranjeras se sienten forasteras, sienten que el encierro que limita su cuerpo y su mente, es difícil la convivencia con personas de diferentes hábitos y costumbres, está la competencia para un puesto que las diferencie en el lugar, están sin recursos para poder gestionar mejor su libertad. Vencidas por el peso de sus tormentos, algunas se han resignado y solo están ahí, pasivas en el lugar.

Muchas de ellas deducen que, si hubieran tomado un camino diferente en sus vidas, tendrían otra situación. Algunas con escasos recursos, desde muy pequeñas han sufrido el maltrato de los seres cercanos y han hecho lo que pudieron para sobrevivir; otras explican que las malas compañías desviaron su camino; otras con parejas que tomaron ventaja de ellas; y así, las historias nos muestran que no han tenido paz en sus vidas. Preguntamos, ¿«qué conocen acerca de la meditación?»: la mayor parte piensa que es una terapia para la relajación.

Empezamos practicando la atención, se ha pedido a las participantes que puedan caminar en el recinto, al terminar de vuelta en sus puestos se les pregunta: «cuál fue su experiencia?». Muchas respondieron que nada anormal, que solo caminaban. Para la segunda experiencia, se les pidió que sientan el movimiento de sus cuerpos, cómo los pies se apoyan en el piso, el peso de sus cuerpo; además, que observen su respiración y su alrededor. De vuelta en sus puestos, están sorprendidas de haber notado objetos que no habían visto antes, que sus cuerpos tienen un ritmo, que su respiración está siempre presente, la experiencia fue como descubrir algo que estaba escondido.

Iniciamos el proceso explicativo: ver que ahora el estado de la mente está en las manos de los pensamientos discursivos, ver que en realidad las acciones son una respuesta automática de los hábitos y tendencias que se han creado en el pasado, ver que el resultado de las acciones viene de una mente que es como un caballo salvaje sin riendas, ver que ahora con estas condiciones no tenemos el control sobre nuestra vida y ni acciones. La meditación nos permite tomar las riendas de este caballo salvaje y decidir con una mente en calma, dónde queremos estar, qué es realmente lo más conveniente y hacia dónde queremos ir.

Este objetivo es grande, porque antes de poder domar nuestra mente, debemos domar nuestro cuerpo primero. El cuerpo es el vehículo que nos permite acceder a la mente. Si el cuerpo está descontrolado, es muy difícil poder acercarnos a la mente. Por lo tanto, el primer paso a trabajar es la conducta.

Empezamos prestando atención a las acciones; comenzamos con la amabilidad, podemos regalar una sonrisa a los demás, que, así como nosotros buscamos la felicidad, todos están en busca de ella incluso aquellos pequeños insectos que apenas podemos notar. Como dijo el gran maestro y filósofo Shantideva; «nuestra felicidad viene de procurar la felicidad de los demás y nuestro sufrimiento viene de querer buscar nuestra propia felicidad», ahí, detrás de estas palabras, se esconde el gran secreto. Comenzamos entonces con la asignación de la primera tarea: regalar una sonrisa.

Seguimos todas con la práctica, hicimos yoga para relajar el cuerpo, por las condiciones del lugar, no se puede meditar en postura de loto, que es la ideal, entonces practicamos sentadas. Destacamos: «es importante la postura con la espalda erguida para una buena práctica de meditación».

Inicialmente las personas tenían mucha dificultad para acomodarse en la postura ideal, algunas fueron vencidas por letargo y quedaron dormidas. Otras, con una mente más distraída querían presenciar lo que estaba ocurriendo alrededor y otras si lograron seguir el ritmo de la meditación. Se explicó que el éxito de la meditación está en la práctica diaria, que la mejora y los resultados solo serán efectivos con una práctica continua.

Carcel Bolivia2

Imagen cortesía de Liliana Arias Romero

La mejor amiga para la meditación es la atención: ponemos atención sobre nuestro objeto de meditación que es la respiración. La respiración será nuestra amiga fiel ya que está siempre con nosotros; si la seguimos, traerá calma en los momentos de tensión, y nos llevará a ese lago tranquilo que nos inspira la paz de nuestro ser. No sólo meditamos mientras estamos en la sesión, siempre meditamos: mientras caminamos, mientras nos sentamos, y así en todas las actividades podemos meditar; acompañadas de nuestras amigas, la atención y la respiración estaremos siempre en buenas manos.

El tiempo ha transcurrido, y a través del ejercicio de la meditación se han logrado cambios. Las sesiones han avanzado con un contenido más profundo y las alumnas han estado muy motivadas; vieron: que son capaces de realizar una transformación, que cualquier persona que tenga una genuina motivación e interés, puede lograr un resultado.

Hemos pasado por experiencias muy bonitas, hemos aprendido que el que enseña, también aprende de los detalles y experiencias de los demás. Al final, luego de una de las sesiones de meditación realizamos un pequeño agasajo. Regalamos rosas, pasteles y bebidas, pocas veces nos damos cuenta de la felicidad que irradia la belleza de una flor y un acto de atención provocando sonrisas francas y rostros radiantes; terminamos el agasajo y todas partieron muy contentas. Esta increíble aventura está uniendo a personas en el camino y creando mejores condiciones en sus destinos.

«Puedan todos los seres abordar el vehículo para la Liberación».

Agradecemos al Lama Rinchen Gyaltsen de la Fundación Sakya España, por su constante apoyo, enseñanza y motivación, que pueda seguir ayudando a más seres.

*Esta labor no sería posible sin la dedicación, entusiasmo y trabajo de Rosselyn Tamayo, Jhory Montaño, Sonia Lizaraga, Marta Otazu, Mónica Ríos y Liliana Arias, las voluntarias al frente de implementar la Formación en Meditación en la cárcel de Obrajes.

Artículo original: https://espanol.buddhistdoor.net/dentro-del-caos-hay-un-refugio-para-meditar/