Es una llamada al resurgir de la auténtica naturaleza inmortal. Un acto de claridad espontánea, que irrumpe sin embargo al final del camino. «¡Despertad!». Es la llamada a la conciencia colectiva. Ya lo decía el maestro cordobés Séneca: “Vivís como si hubierais de vivir para siempre, sin que vuestra fragilidad os despierte». Escribe esta serie, ya publicada en YogaenRed, Carmen Viejo.
Palabra clave: “Despertar”
“No somos seres humanos que a veces tenemos experiencias espirituales. Somos seres espirituales que a veces tenemos experiencias humanas…”. (Deepak Chopra)
Saber quiénes somos más allá del concepto intelectual, como experiencia, es la base de ese despertar que anuncia el arcano 20, El Juicio. Este juicio, unido al dogma de todas las grandes religiones, puede entenderse de forma literal o de forma mística como esa reposición de la identidad auténtica y espiritual.
Puede ocurrir tras la muerte física o tras la muerte simbólica de la personalidad. De hecho, el objetivo del iniciado es llegar a esa “resurrección” de la naturaleza espiritual esencial antes del proceso de dejar el cuerpo. La vida se ve transformada si se descubre la inmortalidad en el momento presente, puesto que el alma es eterna y es el vehículo de realización de la conciencia, viviendo desde ese momento en ella y para ella.
En el arcano anterior se cierra la serie de las actitudes. El 20 es otra vuelta a la espiral, una nueva iniciación, otro cambio sustancial y dimensional. De cómo se haya dado lo anterior dependerá el paso al arcano 21 y a la obra concluida o al 22 y vuelta a empezar. Por eso, El Juicio es un momento de inflexión, no necesariamente desde fuera, como la sentencia de un juez divino y omnipotente, o incluso de un jurado condescendiente y comprensivo, sino como la evolución natural de La Rueda, impulsada por la Ley de la Causalidad.
Dicho en otras palabras, resurrección o polvo y de nuevo a modelar. La resurrección es una suerte de iniciación, como explica Mircea Eliade en su libro Nacimiento y Renacimiento: “Para la antigüedad en general, la divinización del hombre no era un sueño extravagante. Sabe, pues que tú eres un dios, escribió Cicerón. Y en un texto hermético podemos leer: Te conozco, Hermes, y tú me conoces a mí: yo soy tú y tú eres yo. Como dijo Clemente de Alejandría, el auténtico gnóstico ya se ha hecho Dios”.
Esta acción de resurrección, de despertar y de enjuiciamiento de qué y quiénes somos en realidad es un acto de claridad espontánea, que irrumpe sin embargo al final del ciclo, del camino caminado. ¡Despertad!, es la llamada a la conciencia colectiva. Ya lo hacía el maestro cordobés Séneca: “Vivís como si hubierais de vivir para siempre, sin que vuestra fragilidad os despierte”…
Correspondencia en ásanas
Varios ásanas pueden ayudarnos a ese tiempo de inflexión:
Urvasana, la “Postura de los muslos”, con las piernas separadas, rodillas en flexión, tronco en vertical, y manteniendo con serena firmeza este ásana que eleva el nivel de atención. Las manos pueden mantenerse sobre los muslos o detrás de la cabeza o unidas en el centro del pecho.
Sarpasana, la “Postura de la serpiente”, supone el esfuerzo por salir de la tendencia a reptar para elevarnos al elemento aéreo, como un triunfo de la fuerza vital para elevar el nivel de vibración de lo manifiesto. Tumbados boca abajo, con piernas unidas y nalgas apretadas, manos apoyadas a ambos lados de las caderas en el suelo, elevar frente y pecho y mantener.
Supta Virasana, “el Héroe tendido” representa esa alma que duerme en apariencia mientras está interiormente despierto. Sentados entre ambos talones, ir descendiendo el sacro y la espalda hasta apoyar en el suelo sin arquearla. Llevar los brazos hacia atrás rodeando la cabeza, para un estiramiento más pronunciado.
Supta Balini Asana, “la Postura tendida de la fuerza”, manifiesta ese levantarnos, salir del sueño, concentrar las fuerza y tener experiencia de la naturaleza amorosa y espiritual esencial. Alzando las piernas a la vertical, mientras se pegan lumbares y cervicales al suelo, brazos con los codos tocando la cintura y los antebrazos abiertos al lateral hasta tocar con las manos el suelo. El examen sobre la capacidad de ser, sin claudicar a lo que no es, requiere la voluntad y conciencia del aspirante.
Dice Deepak Chopra: “Seguiremos sin realizarnos mientras no cultivemos las simientes de divinidad que están dentro de nosotros. En realidad somos seres divinos disfrazados, y los dioses y las diosas que están dentro de nosotros en estado embrionario aspiran a materializarse plenamente. Es el despliegue de lo divino que llevamos dentro. Es percibir lo divino dondequiera que vayamos”.
Nota: Estudio y efectos de Sarpasana, en página de Yoga. Teoría, práctica y metodología aplicada, y de Urvasana, Supta Virasana y Supta Balini Asana, de las páginas 117, 112 y 126 de Yoga. Ampliación, ambos de Manuel Morata.
Carmen Viejo Heredero (Ahimsa). Profesora de Yoga, Licenciada en Ciencias de la Información y titulada por la Yoga Vedanta Academy (Escuela de Sivananda) y por la Asociación Española de Practicantes de Yoga (Escuela Manuel Morata).
Información: carmenviejoheredero@gmail.com es