Sobre el yoga sus disciplinas, estilos, teorías y escuelas mucho se ha escrito, y casi siempre por jóvenes practicantes y docentes. Hoy nos proponemos dar un enfoque diferente y novedoso: analizar la vida y práctica desde el mundo de los yoguis de mayor edad hacia sus nietos. Escribe Elsa Beatriz Acevedo.
Dedicado a mi nieta Antonia.
“Mañana seguiré siendo.
Pero tendrás que estar muy atento para verme.
Seré una flor, o una hoja.
Tendré esas formas y te saludaré.
Si estás suficientemente atento
Me reconocerás y quizás me saludes.
Estaré feliz».
(Thich Nhat Hanh)
Lamentablemente para un gran número de personas, los adultos practicantes de yoga son figuras simpáticas, decorativas y pintorescas, un tanto desocupadas y sin saber a ciencia cierta qué hacer con su tiempo libre, que entre otras cosas lo es todo en el periodo de jubilación.
Dicen que la ignorancia es atrevida, y juicios como el anterior cumplen rigurosamente con el sentido del dicho. En verdad para los mayores esta edad representa la etapa ideal para emprender nuevos proyectos de vida. Duran este periodo la práctica de yoga no sólo puede dar un sentido especial a su existencia, sino cambiarla para siempre, así como la de quienes les rodean y estén dotados de la suficiente apertura mental como para entender que esta edad de oro no solo es bella sino inmensamente productiva. ¿En qué sentido? En el de ofrecer aportes valiosos para un nuevo paradigma de vida humanista, inspirador, de paz, amor y entrega, como canales únicos para transitar y sobrevivir las complejidades de la vida.
El mundo interior de los abuelos yoguis
Se trata de una tarea nada fácil, por cuanto implica cambiar todo un paradigma de estilos, valores, imaginarios y expectativas bien arraigadas desde el pasado, a través de patrones culturales muy atrasados en lo que concierne al respeto, valoración del verdadero valor humano de los adultos mayores.
Significa además el enorme reto de volver las miradas hacia el mundo interior de los abuelos yoguis, descubriendo su enorme vitalidad al convertir sus inmensas y valiosas experiencias en una misión sin límites de tiempo como la que promueve el yoga, así como su capacidad de entrega, amor y perseverancia: la que antes volcaban hacia el mundo exterior, su familia y trabajo, y ahora dirigen hacia toda la humanidad.
Una vez terminaron su vida laboral, la han dejado atrás, cerrando esa puerta con mucho amor. No obstante, ahora continúan desempeñando un rol importante en su núcleo familiar y en su contexto social. Pero ya desde otro ángulo mucho más valioso que implica vivir, experimentar y sentir estas relaciones desde una óptica diferente, menos exigente y sin piloto automático, dejando atrás la enfermiza costumbre de separar su mente, su alma, sentimientos y emociones de su cuerpo y salud de manera integral.
A simple vista todo parece tan sencillo, pero no lo es. Construir, diseñar, vivir y experimentar nuevas opciones de vida en la edad adulta puede causar inmenso rechazo del exterior, así como actitudes que lejos de apoyar a la persona mayor se convierten en una muralla de incomunicación sostenida y por ende dañina.
Maestros y guías por excelencia
Quienes tienen la inmensa fortuna de tener abuelos yoguis no saben el tesoro de sabiduría de los mismos y lo amorosos que pueden llegar a ser, al concentrar sus energías en transmitir invalorables conocimientos a sus nietos, con una capacidad de entrega fuera de lo común. Poseedores de enorme paciencia, tiempo ilimitado y mucho amor, son los maestros y guías por excelencia; iluminadores en las sombras, miedos, dudas y todo tipo de temores.
Además de lo anterior, su misión reviste enorme significado por cuanto tienen la posibilidad de enseñarles a sus nietos que existe una posibilidad de vida futura diferente, tranquila, serena, sana y profundamente liberadora. Para que así se conviertan en multiplicadores de un estilo de vida que dignifica y libera a la humanidad.
Así, a través de prácticas sencillas muy calmantes y relajantes, los abuelos yoguis se convierten en luminosos guías de paz para sus nietos. Y cuando les llegue, por las leyes de la vida, el sublime momento de partir avanzando hasta cruzar el arco iris, viajarán tranquilos y seguros de haber contribuido a mejorar el planeta dejando sembradas las semillas de una generación diferente, a la que han enseñado este sabio secreto: si su respiración está en calma, su mente también estará en calma y por consiguiente su cuerpo se sentirá sano, sereno, calmado y relajado. Porque vives como respiras y respiras como vives.
Mediante prácticas sencillas es posible enseñar a los nietos a querer y respetar sus cuerpos, así como a tener una mente calmada. Y esos movimientos suaves de estiramiento y equilibrio se convierten en experiencias lúdicas que combinan la alegría del juego con el movimiento corporal y la concentración.
Finalmente, cuando en las prácticas se les invita a los pequeños a soltar, calmar y energizarse positivamente imitando los movimientos de los animales, se les ayuda a respetarlos y cuidarlos. Y con ello, a respetar y conservar la naturaleza, clave del bienestar del planeta.
Los niños crecen aprendiendo y aprenden creciendo a través del Yoga.
Elsa Beatriz Acevedo Pineda. Investigadora Ciencia y Sociedad. Asociación Colombiana de Periodismo Científico
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