Ser capaces de entrar en el interior, escuchar la propia voz, observar las emociones, hacer balance en quietud y detener la acción y la exigencia social que embota y distrae de lo esencial, es la lección de este arcano. Pero para entrar en la oscuridad y no perdernos, debemos coger el hilo de Ariadna del lugar del “corazón” que conecta con el alma. Escribe esta serie, ya publicada antes en YogaenRed, Carmen Viejo.
Palabra clave: “Introspección”
“Sherezade reanudó el relato del cuento y lo interrumpió al llegar la luz. Y con este ardid fueron pasando los días y las noches, que llegaron a sumar más de mil y una…”. (Las Mil y Una noches)
El tiempo, la vida, la fertilidad y el alma, no serían tales en la tierra si no estuviese la Luna. Sin ella, la Tierra giraría demasiado deprisa como para acumular luz del Sol y el eje de rotación terrestre se desestabilizaría haciendo fluctuantes las estaciones. Aseguran los científicos españoles Ignacio Martínez y Juan Luis Arsuaga: “Si la Luna no estuviera en el cielo, seguramente la Humanidad no estaría en la Tierra para echarla de menos”.
Pero es que además, ella rige el mundo astral, psíquico y acuático. Despierta el subconsciente con su baúl de conocimiento interno al que podemos acceder, rige la naturaleza no social, salvaje en cuanto libre e indómita, atrapa la luz de un Sol que, de no estar ella, pasaría por nuestro lado sin detenerse, y la almacena para reflejarla cuando la oscuridad se cierne y nada podemos ver. En términos espirituales, la luna es el Alma capaz de comunicar la Vida con el inaccesible Sol de la Conciencia.
“Los senderos que todos seguimos son los del yo intuitivo, innato y salvaje”, dice Clarissa Pinkola Estés en Mujeres que corren con los lobos. La instrospección, el conocimiento de la propia alma, la conexión íntima con los misterios de la vida y la muerte, cíclicos y fluidos, están en estrecha relación lunática y nocturna. Tenemos un tiempo para el dharma social y tenemos un tiempo para el dharma del alma, y si el primero es diurno y regido por el sol, el segundo es nocturno y regido por la luna.
Darnos tiempo, intimidad, encuentro con el silencio, con la soledad, con los sueños que a veces son como una voz más profunda, con el estado de conciencia que hace accesible la voz interior, es parte de la libertad como seres espirituales. Sin la noche, seríamos esclavos. Aunque a veces nos dé miedo ese silencio, esa soledad y esa libertad.
Ser capaces de entrar en el interior, escuchar la propia voz, observar las emociones, hacer balance en quietud y detener la acción y la exigencia social que embota y distrae de lo esencial, es la lección de este arcano. Pero para entrar en la oscuridad y no perdernos, debemos coger el hilo de Ariadna del lugar del “corazón” que conecta con el alma.
Si hace tiempo que no se establece esa conexión, habrá que esperar a que pase el día, a que se apacigüen los sonidos de la calle, a que comience a entonar su canto de sonar el autillo, a que la luz se haga tenue y resbaladiza, a que se escuche la propia respiración y haya tiempo para sentarse con las manos vacías y la imposibilidad de hacer. Entonces el alma proseguirá el relato de los mil y un símbolos y maravillas que cobija el subconsciente y el lenguaje arcano de lo que parece sueño y tal vez no lo es tanto.
Correspondencia con los ásanas
Ardha Chandrasana es la “Postura de la media luna”, en creciente o en decreciente, según se haga la lateralización de pie a un lado o al otro. La energía se sensibiliza en los costados, abriendo la puerta al entendimiento psíquico, armonizando el tiempo con sus crecidas y decrecidas, sus flujos y reflujos, necesarios para acompasar el alma al ritmo de la vida. Culminar dejando caer el cuerpo en flexión pasiva sobre las piernas, con las rodillas levemente flexionadas.
En la ilustración de este arcano, dos perros recuperan su naturaleza silvestre a la luz de la luna a la que aúllan. Representan el despertar de la naturaleza instintiva y no domesticada. Dos posturas ayudan en este sentido: Adho Mukhasana y Urdhva Mukha Svanasana, “Postura del perro boca abajo” y “Postura del perro boca arriba”, respectivamente. Ambas producen un gran estímulo y fluidificación energética.
Con Eka Pada Chandrasana, “Postura del pie a la luna”, la energía se dirige hacia el interior, desarrollando la capacidad contemplativa en un estado lúcido y no divagatorio. La “noche oscura” de los contemplativos hace referencia la idoneidad lunar para el encuentro con lo místico.
El cierre de la sesión, para propiciar el encuentro místico, puede ser Baddha Supta Garbhasana, “Postura del feto tendido y ligado”, que sumerge al practicante en un sueño consciente en la matriz cósmica. Tras la relajación necesaria al deshacer la postura, el practicante se verá reclamado y atraído hacia el estado de meditación, como una marea poderosa reclamada por la fuerza lunar.
Nota: Estudio y efectos de Ardha Chandrasana, Adho Mukhasana y Baddha Supta Garbhasana, en páginas 89, 104 y 162 de Yoga. Teoría, práctica y metodología aplicada, y de Urdhva Mukha Svanasana y Eka Pada Chandrasana en páginas 165 y 314 de Yoga. Ampliación, ambos de Manuel Morata.
Carmen Viejo Heredero (Ahimsa). Profesora de Yoga, Licenciada en Ciencias de la Información y titulada por la Yoga Vedanta Academy (Escuela de Sivananda) y por la Asociación Española de Practicantes de Yoga (Escuela Manuel Morata).
Información: carmenviejoheredero@gmail.com es