Ya se lo dijo un maestro a su discípulo: «Sin ego serías invulnerable». Y también dijo otro: «Porque te crees el ego, nunca has sido tú». Del ego nacen el afán de ser aprobado y considerado, la necesidad de adquirir reputación, el miedo a ser negado o descalificado… Escribe Ramiro Calle.
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El aferramiento y el aborrecimiento, el ansia de ser elogiado y vanagloriado… También del ego derivan la soberbia, la vanidad y el narcisismo.
El ego trata de imponerse y dominar, es desmesuradamente ávido y cruelmente competitivo, denigra y explota a los otros, no tiene ojos para las necesidades ajenas. Se disfraza con mil máscaras que hay que aprender a descubrir mediante una rigurosa autovigilancia.
Es un ejercicio muy eficaz, para la transformación interior, observar las reacciones del ego. Pero la energía del ego puede sublimarse, aprendiendo a ser cooperante y generoso. La meditación verdadera va socavando la burocracia del ego. Cuando la mente solo mira hacia afuera, hay ego; pero cuando aprende a mirar hacia adentro y más allá del pensamiento (que es el hermano del ego), hay Ser.
Debilitar el ego
Todas las verdaderas enseñanzas espirituales ponen el acento en debilitar el ego. Muchas veces sucede lo contrario y hay seguidores que se sirven de ellas para intensificar su narcisismo y jactarse de unos cuantos conocimientos y comportamientos fariseicos. Pero si realmente hay un obstáculo a salvar, es el del ego exacerbado. Para ello, además de la observación de las reacciones egocéntricas, para irlas debilitando, está la utilización del discernimiento puro y el recordatorio de la muerte, que nos ayuda a «humildarnos» y combatir la soberbia y la vanidad.
Del ego nacen los conflictos, las contradicciones, las reyertas y no pocas injusticias, así como actitudes mezquinas y ruines. No se trata de potenciar el ego, como señalan algunas absurdas corrientes de la Nueva Era (que nada tiene de nueva), pues eso es como tensar más el nudo de la soga que nos hemos puesto al cuello. Se trata de que tanto alumbre el Ser que al final el ego quede tan eclipsado como la luna cuando aparece el sol. Como me dijo Muktananda cuando le entrevisté en su ashram: «Sin ego comienzas a ser feliz. Con ego eso no es posible».
Ramiro Calle es pionero de la enseñanza del yoga en España, disciplina que imparte desde hace más de 30 años en el centro de Yoga Y Orientalismo «Shadak». Es el más importante escritor orientalista de este país y uno de los más importantes de toda Europa. Autor de numerosas obras, ha estudiado en profundidad los efectos terapéuticos de las psicologias orientales y de los aportes de la meditación al psicoanálisis, la psicoterapia y la neurociencia.https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
Todos sus libros en la Biblioteca Ramiro Calle de Editorial Mandala:
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