El diálogo es lo que nos permite avanzar hacia la unidad en la diversidad o la armonía interior y exterior que es la meta no solo del yoga sino de la evolución humana. Los desacuerdos, expresados con respeto y de manera constructiva, son un ingrediente imprescindible en ese diálogo. Escribe Javier Ruiz Calderón.
- La práctica del yoga es cada vez más cuidadosa y consciente.
- Los estudios científicos y los hechos demuestran que la hiperextensión del cuello (en ushtrásana y otras posturas) puede provocar disección arterial cervical (DAC) y, en consecuencia, un ictus más o menos grave.
- Por eso, lo prudente es dejar de realizar esa clase de hiperextensiones en nuestra práctica de yoga.
- Javier Ruiz Calderón es un filósofo que no debería escribir sobre la práctica del yoga al carecer de experiencia sobre ella.
- No hay que decir que unos determinados movimientos de yoga son peligrosos, ya que se provoca miedo y se desecha la aportación de los grandes maestros de yoga, como Iyengar.
- Es cierto que la enseñanza debe ser gradual, pero la práctica puede llevarnos a realizar sin riesgos las posturas más avanzadas.
Me permito responder las tres afirmaciones, para seguir aclarándonos mutuamente y acercándonos a esa Verdad que es nuestra meta común:
1. Es verdad que soy doctor en filosofía, profesor universitario y escritor; es decir: un teórico. Pero también que practico yoga diariamente desde 1978, lo que creo me autoriza para hablar sobre la práctica desde mi propia experiencia. Ciertamente, no soy experto en el yoga de Iyengar, ya que solo lo he practicado de manera regular en el Instituto de yoga de Iyengar de Pune los dos años que viví en esa ciudad. Después he practicado otros estilos de yoga que me parecían preferibles, aunque sin duda las aportaciones de Iyengar han sido importantísimas para el yoga en general y todos nos beneficiamos de ellas.
2. “Decir que un movimiento x es peligroso da miedo”. ¿Entonces hay que ocultarlo? ¿Si vemos que alguien se va a tomar un veneno debemos ocultárselo para que no se asuste? “Y desecha la aportación de los grandes maestros”. El yoga es lo más importante en mi vida. Es la tradición con la que me identifico, y sus grandes maestros, desde Yajñavalkya hasta Amma pasando por Patáñjali, Shankaracharya, Shivananda o Iyengar, son para mí las personas que más respeto y a las que debo casi todo. Pero no son infalibles para toda la eternidad. Cada uno pertenece a su época, su cultura, etc. Y si la ciencia descubre cosas que ellos ignoraban, no hay que repetir dogmáticamente sus enseñanzas sino adaptarlas creativamente a nuestros tiempos y nuestras circunstancias. Como dicen que dijo Aristóteles sobre su maestro: “Soy amigo de Platón, pero soy más amigo de la verdad”.
3. De acuerdo: enseñanza y práctica gradual, yendo más allá de nuestra zona de confort (aunque no tanto que nos perjudiquemos física o mentalmente). Sin embargo, incluso el yogui más avanzado, el propio Iyengar por ejemplo, al hiperextender el cuello (como se ve que hace en la foto publicada con el artículo de Olga) puede padecer la disección arterial cervical y todas sus malas consecuencias. Estoy seguro de que, si él lo hubiera sabido, habría corregido la forma tradicional de realizar esas posturas, como ya hacen otros estilos de yoga e incluso profesores de yoga Iyengar de mentalidad abierta. La tradición del yoga siempre ha conjugado la fidelidad a la enseñanza recibida con la flexibilidad y la adaptabilidad.
Por último, si alguien tiene dudas sobre este asunto, aparte de consultar las dos referencias que cité en mi anterior artículo, puede simplemente teclear “disección arterial cervical” y “yoga” en Google y verá que no es un invento de filósofos ociosos sino una lesión real, y que una de las causas mencionadas es la realización de esa clase de posturas de yoga (junto con, por ejemplo, echar la cabeza hacia atrás prolongadamente cuando se pinta un techo, cuando se apoya la parte posterior del cuello en el lavacabezas de la peluquería, etc.).
Javier Ruiz Calderón (Shánkara) es doctor en filosofía especializado en pensamiento indio y filosofía de la religión. Es profesor en la Universidad Comillas (Madrid) y discípulo de Amma. Lleva más de cuarenta años estudiando y practicando yoga, vedanta y meditación. Enseña esas disciplinas, así como sánscrito y canto védico, y ha publicado seis libros y docenas de artículos sobre esos temas (www.jruizcalderon.com).