El sentido del ásana toca la esencia del origen mágico del Yoga. Igual que los arcanos del Tarot, los ásanas cuentan mucho más de lo que muestran. Durante los próximos días iremos presentando los arcanos y su correspondencia con ásanas, a fin reflexionar sobre la geometría sagrada de nuestro cuerpo y su lenguaje oculto. Escribe esta serie, publicada anteriormente en YogaenRed, Carmen Viejo.
De tanto enaltecer los beneficios físicos y fijarnos en la forma, se perdió el sentido del ásana. Un sentido que es significado y toca la esencia del origen mágico del Yoga. Del Hathayoga en concreto, Mircea Eliade habla de su origen arcaico (situándolo como “preupanishádico e incluso preario”), y subraya que desarrolla una fisiología no meramente física, sino soteriológica.
“El Hathayoga revive la concepción arcaica del cuerpo humano que puede ser divinizado” (Mircea Eliade).
En un exceso de comercialización y popularización, se ha intentado suprimir el sentido iniciático de la práctica del Yoga. Olvidamos que diversos ásanas eran utilizados en las Antiguas Civilizaciones perdidas para simbolizar los misterios de la existencia y del Universo. Los ásanas son ritos: un lenguaje simbólico que produce una experiencia donde no llega la palabra, para que cada quien entienda por ósmosis los sentidos existenciales de la rueda de la vida y de la evolución.
Cada ásana se constituye en una nave que nos permite viajar hacia la materia oscura por no revelada y hacia la sutilidad de lo sencillo, con sus fases evolutivas, conscientes o inconscientes, que explican lo que somos, dónde estamos y a dónde vamos.
La salud que procura y busca el Hathayoga es la armonía necesaria para superar la vida temporal y ascenderla a su matriz o fuente divina. Porque el Yoga afirma la posibilidad de divinidad, en cuerpo y en alma.
Igual que los 22 arcanos del Tarot, unidos al espíritu pitagórico de la numerología y al hermético del antiguo Egipto, los ásanas cuentan mucho más de lo que muestran. Como dicen los Yoga-Sûtra: superando el esfuerzo y contemplando Ananta, o la energía Cósmica, se funden los opuestos en el dominio del ásana. Este dominio de nuestra naturaleza mortal desvela lo que hay de inmortal. Entonces, el sentido llega en forma de huella al fondo de la mente subconsciente, despertando progresivamente el recuerdo de aquello que duerme.
Dice Mircea Eliade: “No se ha de confundir el Hathayoga con una simple técnica gimnástica y profana, pues, aunque sus fundamentos estén fuertemente anclados en la fisiología, sus verdaderos resultados se consiguen exclusivamente a través de una fisiología mística. La fuerza que defiende el Hathayoga no es la de un atleta, sino la de un mago, un ser divino”.
El Tarot da cuenta de la travesía de la existencia, una travesía doble, con una lectura de las preocupaciones temporales, y una lectura iniciática, donde la vida es ese viaje hacia el Conocimiento y el Origen. De igual manera, la práctica del Yoga puede quedar en la superficie de una cierta habilidad o conducirnos al descubrimiento de lo oculto por no entendido, de lo misterioso por no experimentado, de lo esotérico por no mostrado en lo externo, y de lo hermético por no haberse abierto.
Sirva este viaje a través de los 22 Arcanos del Tarot y su correspondencia con diversos ásanas, para reflexionar sobre la geometría sagrada de nuestro cuerpo y su lenguaje oculto.
(Esta es una reproducción de la serie publicada en 2017)
Carmen Viejo Heredero (Ahimsa). Profesora de Yoga, Licenciada en Ciencias de la Información y titulada por la Yoga Vedanta Academy (Escuela de Sivananda) y por la Asociación Española de Practicantes de Yoga (Escuela Manuel Morata).
Información: ahimsayogandalucia@yahoo.es