El dolor cuando practicas meditación, ¿obstáculo u objeto de indagación?

2021-05-24

Un día como otro cualquiera te sientas con la sensación de que disfrutarás de una agradable meditación. Nada predecía que, al cabo de unos minutos, de forma casi inesperada, emergería un dolor sutil en la rodilla izquierda. Lo ignoras. «No es nada», piensas mientras observas el flujo de tu respiración en calma. Pero la calma dura poco… Escribe Isabel Ward.

Meditación

El sistema nervioso ya ha lanzado una señal a la amígdala para advertir de un posible peligro y que active el mecanismo de defensa. A medida que la sensación de dolor aumenta, los neurotransmisores excitan el torrente sanguíneo. Es decir, provocan estrés.

En consecuencia, la mente se dispara. Te preguntas: «¿Cuanto tiempo queda (de meditación)?». Respuesta: «No mucho». Pero los segundos se convierten en minutos, y los minutos en horas. Notas cómo aumenta la tensión muscular, cómo sudas, cómo se acelera la respiración. Te cuestionas el sentido de estar sentado haciendo nada. ¡Con todas las cosas que tienes pendientes! Incluso te planteas si seguir meditando… De hecho, yo misma estuve una vez a punto de axfisiar a mi maestro con un cojín, literalmente.

Antes de descubrir las reacciones instintivas, como luchar o huir, debes aprender a reconocer y relacionarte con las sensaciones incómodas. Al fin y al cabo, tú eliges si el dolor que sientes al meditar se trata de un obstáculo o será:

a) Un objeto de atención.
b) Una vía de indagación.

El dolor como obstáculo

La comodidad en la meditación se obtiene mediante la práctica regular. Solo así te familiarizarás con las sensaciones de tu cuerpo y sabrás qué posición de meditación es la más adecuada para ti.

Esta posición óptima es muy importante para conseguir la estabilidad de la mente durante la práctica. Pero, al principio, te resultará incómoda si no colocas tu espalda en la posición correcta o te resulta difícil mantener la quietud física.

Por este motivo, escoge una postura cómoda. Una vez adoptada, acostúmbrate a desplazar la atención por todo el cuerpo. De arriba a abajo. De abajo a arriba. Libérate de cualquier tensión. Reconoce las sensaciones corporales, tanto físicas como emocionales. De este modo esas sensaciones se mostrarán tal y como son. Es más, dejarán de ser un obstáculo y, en el caso de que emerjan más adelante, se transformarán en un objeto de atención.

El dolor como objeto de atención

El dolor es una señal del sistema nervioso de que algo no anda bien. Sin embargo, lo solemos ignorar hasta que se vuelve tan intenso que acapara toda la atención. Cuando esto sucede, cuesta mucho recuperar la calma.

Por eso, si notas cualquier molestia, dirige tu atención a ella e identifícala. Ese dolor puede ser un picor, un escozor, un entumecimiento, un pinchazo o una agitación. Obsérvalo. ¿Es intenso? ¿Es intermitente? ¿Se trata de un malestar físico o emocional? ¿Le acompaña algún diálogo interno?

En muchas ocasiones, la propia actitud acogedora y curiosa provoca que la incomodidad desaparezca. Si es así, podrás regresar a la respiración como objeto de tu atención. En cambio, otras veces la sensación aumenta. Cuando esto suceda, pon en práctica uno de los siguientes recursos:

• Mientras observas la sensación, repite mentalmente: acojo, permito y calmo. Envía esa intención a la tensión que sientas.
Dirige la atención a un lugar donde experimentes calma. Es decir, si el dolor surge en la rodilla izquierda, dirige la atención a la rodilla derecha.
• Igualmente, si lo que sientes es una emoción, también se manifestará en el cuerpo. Así que, lleva la atención a la parte contraria del cuerpo de donde emane la emoción.
Cambia la posición de forma lenta mientras permaneces consciente a las sensaciones que emergen y desaparecen. Una vez adoptes la nueva posición, date cuenta de la sensación de alivio y calma que aparece.

Cuanto más acoges la sensaciones difíciles, menos incómodas se vuelven. De hecho, es probable que desaparezcan. Lo cual me recuerda a la siguiente frase de Ajahn Chá:
«La paz no está en la húmeda frescura de los bosques ni en la imponente cima de las montañas ni en el recogido interior de las cuevas. La paz que buscas se encuentra en el mismo lugar que habitan tu agitación y tu sufrimiento».

El dolor como objeto de indagación 

El dolor es un tema fundamental en nuestra vida. Es la base de la doctrina budista, y su cese es el significado que Patanjali hace del yoga en los Yoga Sutras. Pero estas filosofías, como yo las interpreto y como me las han enseñado, no buscan el regocijo en el dolor, ni una actitud estoica ante el mismo, ni que creas que solo es una interpretación de tu cabeza. Al contrario; el dolor existe y la tendencia de nuestra mente a dar vueltas a su alrededor también es real. Por esta razón, sufrimos. Porque lo alimentamos con nuestros juicios y valores. Así que, cuando el dolor deje de ser un obstáculo para ti y puedas observarlo con atención, dejarás de nutrirlo con tus ideas. Entonces, podrá emerger la comprensión y, con ella, su cese.

Dicho de otra manera, debemos tratar al dolor como a un ser querido que viene a prevenirnos de algo. Pero tu cabeza ve al dolor como a un enemigo. En consecuencia, buscará la forma de ignorarlo o alejarlo.

Aquí es donde interviene la meditación para convertir al dolor en un objeto de indagación. Gracias a ella, te distancias de los mecanismos defensivos de tu mente, dejándote en la posición adecuada para observar el dolor, identificar sus causas, analizar la reacción de tu cuerpo y, finalmente, cambiar tu actitud hacia él. La meditación significa, en definitiva, perspectiva; una forma de verte por dentro desde fuera, sin juzgarte, con ternura, con amabilidad, cercano en la distancia y libre de los condicionamientos de tu mente.

¿Te apetece meditar?

Si te apetece probar una de mis meditaciones, aquí te dejo alguno de mis audios de meditación, aunque si lo prefieres puedes acceder a esta meditación “La importancia de la escucha profunda”, que puedes encontrar en mi canal de youtube. Si te gusta, no olvides de dejarme un like, Además, si te subscribes a mi Boletín de Noticias estarás siempre al día de mis publicaciones.

Isabel Ward es profesora de Yoga y de Mindfulness-MBSR, con conocimientos avanzados de psicología integrativa y coaching.
Es fundadora de Yoga Anandamaya