Esta profesora de yoga un día salió del rectángulo de su esterilla para llevar a las mujeres luchadoras los cuidados y beneficios que había aprendido en ella. En YogaenRed nos complace presentar a Erika Páez y su forma de combinar yoga y activismo en derechos humanos.
Algo está cambiando en la evolución del yoga, una inquietud para llevarlo a los grupos y comunidades más necesitadas en nuestra época.Y Erika Páez lo ha captado muy bien, quizás porque ha estado y está en contacto con mujeres de todo el mundo que participan en movimientos para mejorar sus comunidades. Erika Páez presenta ahora en España una formación en yoga muy especial: un programa de 200 horas de Formación como Profesoras de Yoga Somático y Autocuidados (YSA).
Erika trabajó durante más de 30 años en derechos y activismo con mujeres y otros grupos minoritarios, directamente con comunidades y ONGs internacionales. Especializada en género y manejo de organizaciones de mujeres y diplomada en Aromaterapia, practica yoga hace 25 años. Es life coach y coach en educación de movimiento somático, finalizando últimos módulos en la escuela de Zaragoza del Body-Mind Centering (Bonnie Brainbridge-Cohen).
Estudió en Dublin con Lisa Petersen y Donna Farhi intensivo, asistiendo a ambas en formaciones de profesores, cursos y retiros de yoga. Igualmente ha practicado y estudiado meditación somática durante 7 años. Y directamente con Amy Matthews, Lisa Clark, Aki Amori, profesoras de yoga somático y del BMC. Al igual que con Uma Danmori-Tuli /Yoni Shackti, Yoga activista en derechos humanos y de las mujeres.
P: ¿Cómo nace la idea de esta Formación en Yoga Somático?
R: Llevo mucho tiempo preparándome para crear esta propuesta de formación, casi 30 años; la idea fue surgiendo orgánicamente a lo largo de todos estos años, pero solo hasta ahora sentí que era el tiempo propicio para darle cuerpo y compartirla.
Esta formación surge como una forma de tejer hilos entre dos universos en los que siempre me he movido: el de mi experiencia personal como refugiada latinoamericana en Europa, mi trabajo como abogada, activista y defensora de derechos humanos, con comunidades y organizaciones sociales muy diversas en América Latina, Africa y Asia, y mi exploración de la aromaterapia y el yoga, en la cual vengo profundizando desde hace más de 20 años.
Como exiliada, la herida del desarraigo siempre te acompaña; buscando transformar mi herida en una fuerza interior, exploré herramientas que me ayudaran a trabajar –desde el cuerpo– el miedo, el dolor, la fragilidad, el trauma. En esta búsqueda y de forma simultánea a mi trabajo en el área de derechos humanos, encuentro el yoga, y más recientemente, más o menos hace unos diez años, llego al Yoga Somático. Cuando ya tuve alguna experiencia de formación en yoga comencé a incorporar, al principio muy tímidamente, lo que aprendía (meditaciones, movimientos, asanas, aromaterapia) al trabajo con las mujeres líderes y sus comunidades .Y vi inmediatamente los efectos positivos que genera en las mujeres.
Luego voy encontrando cada vez más relaciones entre la práctica del Yoga Somático, que aprendo y ejerzo, y los principios del trabajo con derechos humanos que he realizado hace más de 30 años en contextos muy complejos. Me refiero a que ambos mundos comparten, desde perspectivas diferentes, algunas preguntas e indagaciones sobre el autocuidado, las necesidades y derechos del propio cuerpo, el interés por crear nuevas formas de relación no jerárquicas que cuestionen el poder, y la pregunta por la ética y la justicia social.
P: ¿Cómo se te ocurrió conectar el yoga y la defensa de los derechos de las mujeres en América Latina?
R: Cuando entendí que debía explorar la relación entre ambas prácticas (Yoga Somático y activismo en derechos humanos) y cómo pueden nutrirse mutuamente, quise también conectar dos territorios: España y América Latina, dos lugares que significan mucho para mí. Escuchando esta intuición y con muchos nervios empecé a pensar en un programa que me permitiese conectar esos mundos, ponerlos en diálogo, tanto el de los derechos humanos y el Yoga Somático, como América Latina y España, desde la exploración del cuerpo.
Claro que todo este proceso no ha sido en solitario; muchas mujeres fueron ayudándome a darle estructura a esta intuición y me animaron a seguirla. Tengo la fortuna de estar acompañada por mujeres que admiro y quiero mucho, como Natalyd Altamirano H, artista y creadora escénica, profesora apasionada de Contact Improvisation y Movimiento Somático, y Adriana Barco, activista en defensa de los Derechos Humanos, con énfasis en los derechos de las mujeres, niños y niñas. Con ellas conformamos el equipo impulsor de esta propuesta de formación.
P: ¿Por qué dirigirlo a las mujeres que trabajan en mejorar sus comunidades?
R: Estoy convencida que el saber que las mujeres líderes comunitarias y defensoras de derechos humanos han ido ganando con la experiencia práctica de vida, el trabajo y las luchas colectivas junto a sus comunidades, es un conocimiento importantísimo que puede enriquecer la práctica del yoga y puede abrir nuevos horizontes para la práctica del Yoga Somático. Pero esto solo es posible si se crean espacios de diálogo y escucha atenta, a través del cuerpo, entre estos dos universos, y es esto lo que queremos hacer. La formación –de la que en realidad yo soy solo una colaboradora para que cada una encuentre su propio camino en la práctica– busca ser ese espacio de escucha que potencie ambos mundos, colaborando e intercambiando saberes desde la vivencia y la escucha del propio cuerpo y el cuerpo de las otras.
Por otro lado, el trabajo que las mujeres líderes comunitarias y defensoras de derechos humanos y activistas realizan supone, tanto en España como en América Latina, un alto costo para su bienestar físico y emocional. Hay muchas líderes comunitarias aquí en España que realizan un trabajo increíble, en condiciones de mucha precariedad y a veces sin el respaldo de una colectividad que las apoye.
Muchas de estas mujeres suman a sus responsabilidades de cuidado en lo doméstico –espacio que sigue siendo mayoritariamente gestionado por las mujeres– su trabajo comunitario y de liderazgo social, lo que es una gran sobrecarga. Si bien ellas cuentan con herramientas propias para equilibrar sus fuerzas y cuidarse, el yoga puede serles muy útil, puede potenciar las herramientas que ya tienen y ayudarles a disfrutar de un mayor bienestar.
P: Es un enfoque pedagógico muy poco frecuente, desde luego. Y te felicitamos porque pensamos que es muy necesario en nuestra época.
R: Yo soy profesora de yoga hace muchos años, pero llegó un momento en el que sentí que dar clases individuales para un público muy homogéneo no era suficiente. Para mí es importante que se democratice el conocimiento de lo que da mayor bienestar y permite un mejor vivir para las personas y las comunidades. Además, me interesa que haya más diversidad en la práctica, que se sumen otros cuerpos, otras culturas, otros saberes, otras formas de vivir el cuerpo que nos confronten y abran nuestros sentidos a lo inesperado, la sorpresa… ir descubriendo, para que la práctica se mantenga viva, en movimiento. Tengo mucha curiosidad por ver cómo cada una de las mujeres que participen en la formación irá armando su propio camino y sus propias mezclas entre los saberes que ya tienen y lo que van descubriendo en el proceso de formación.
También será un espacio para crear nuevas redes entre las practicantes españolas y latinoamericanas, que tendrán la oportunidad de habitar un espacio íntimo de aprendizaje, afecto y colaboración que no es tan común. Y vamos a ver que nuevas ideas, proyectos, lazos de solidaridad y redes de cuidado que surgirán y se extenderán a otros lugares por fuera de España y América Latina.
P. ¿Qué entiendes por yoga post-linaje?
R. El yoga post-linaje es un término acuñado por la académica y practicante de yoga Theodora Wildcroft, y podría definirse como una forma contemporánea de práctica de yoga fuera de las escuelas asociadas al linaje de un gurú, que ve a cada practicante como su propia maestra/maestro y favorece una práctica del yoga no jerárquica.
A mi modo de ver, hay una fuerte coincidencia entre la perspectiva del yoga post-linaje y ciertas prácticas ligadas a los feminismos que, frente a las jerarquías de poder, proponen espacios más horizontales, espacios de escucha, solidaridad y colaboración. Desde luego no siempre es fácil, pero por lo menos está claro el horizonte.
El Yoga Somático y de autocuidado que vamos a trabajar en la formación es por lo tanto una forma de yoga post-linaje que busca potenciar la autoconsciencia, la fuerza interior y la consciencia social de sus practicantes, al desarrollar en ellas la escucha activa del cuerpo, y una nueva manera de estar en el mundo desde la “intuición del cuerpo”.
P: ¿Qué valores puede y debe aportar el yoga “fuera de la esterilla”?
R: Cuando hablo del yoga “fuera de la esterilla” me refiero a una práctica del yoga más responsable y en relación con el mundo, vinculada con los otros/as, que se interesa por una mayor justicia social y que aporta a este horizonte en la escala que esto sea posible. El yoga nos debe llevar a recordar que somos parte del mundo y que estamos vinculados/as a nuestro contexto, nuestras vecinas, nuestra comunidad, y que la comunidad que nos rodea hace parte de nosotras. En ese sentido el yoga es una práctica de cuidado que se mueve en doble vía.
Como dice Donna Farhi, amiga y maestra a quien he tenido el honor de asistir en algunos de sus talleres y me ha dado alientos para realizar este proyecto, el yoga sirve para ir removiendo, poco a poco, las barreras individuales y sociales que nos impiden tener una conexión más fuerte con nosotras mismas y con el mundo. Hay muchas herramientas para avanzar en este camino, muchos caminos para despertar las formas de conexión que nuestro cuerpo ya conoce y que necesitamos recordar.
El yoga “fuera de la esterilla” abre las posibilidades para trabajar el yoga desde una perspectiva feminista, desde donde pensar y preguntarse por las aportaciones de las mujeres en la práctica del yoga. Esta perspectiva es fundamental para mí y para el equipo con el que trabajo. Estamos comprometidas con valorar la presencia y los aportes de las mujeres en la práctica del yoga y en crear espacios seguros, solidarios y libres de violencia. Como os imagináis, el yoga, como cualquier otro espacio de la sociedad, está atravesado por lógicas patriarcales que necesitamos transformar.
R: ¿Qué te gustaría lograr con esta Formación?
R: En primer lugar, espero encontrar colaboradoras para nuestro programa de madrinazgo, que nos permitirá financiar el programa de becas parciales y totales para las mujeres interesadas que no cuenten con recursos económicos suficientes para pagar la matrícula. Aunque esta tiene un valor muy reducido en comparación con las formaciones de este tipo, para ciertos contextos continúa siendo un valor difícil de costear plenamente.
Aprovecho este espacio para animar a quienes nos leen a ser madrinas de este proyecto y hacer sus aportes en: https://yogasomaticsvalencia.es/formacion-200-horas-como-profesora/ o a que nominen a alguna mujer u organización que se beneficie de esta propuesta aquí en España o en Latinoamérica.
Con la formación espero que encontremos nuevas perspectivas para la práctica del yoga. Espero que las mujeres se sientan libres de explorar las formas en las que el yoga puede serles útil y que puedan combinar lo que la formación les ofrece con los saberes que ellas aporten.
También espero que las mujeres potencien su autoconocimiento y cuidado, desarrollando una mayor consciencia de sí mismas, a través del cuerpo y que, si les es útil la formación, puedan, ya certificadas como profesoras por la Yoga Alliance UK, formar a otras mujeres de sus comunidades y en otros lugares, que estén buscando crecer y fortalecerse en el trabajo que hacen.
P: ¿Qué valores diferenciales destacarías respecto a otras formaciones de yoga?
R: La primera diferencia es que la formación esta pensada como un laboratorio de experiencias que permite que el Yoga Somático y de autocuidado (YSA) pueda ir ajustándose y enriqueciéndose con los aportes de otros saberes sobre el cuerpo y otras relaciones entre cuerpo y mente que las mujeres aporten desde su experiencia. Otra singularidad tiene que ver con la interacción desde una perspectiva de yoga no jerárquico, que les permite a las participantes ser sus propias maestras.
En cuando a la técnica, a manera de ejemplo, a diferencia del yoga tradicional en la formación trabajamos no solo con los músculos y los huesos, sino también con otros sistemas como los órganos y los fluidos, para encontrar nuestro alineamiento en las asanas y movimientos desde adentro.
Nos aproximamos a nociones de anatomía, experimentándolas en el trabajo con el propio cuerpo, lo que llamamos anatomía vivencial; proponemos aprender anatomía desde la tridimensionalidad de nuestro cuerpo y no desde lo plano de un libro o el aprendizaje racional. Nuestro objetivo es experimentar, sentir nuestra anatomía, y con esto abrirnos a que la práctica del yoga se mantenga en el largo plazo, a que se convierta en un hábito de permanente exploración de nuestro cuerpo-mente, que podemos llevar a cualquier lugar y a partir de accesorios y objetos no tradicionales. Contaremos con maestras de Body-Mind Centering BMC (Bonnie Brainbridge-Cohen) para facilitar estos procesos.
Trabajamos un yoga suave: Yoga Restaurativo y Yin Yoga Somático. Estos estilos son una fusión de principios que he recogido del Yin yoga, Educación de Movimiento Somático (T.Hanna), Hatha Yoga y del BMC. Estilos que dan la posibilidad a las participantes de ir encontrando los movimientos más afines a sus propios cuerpos. Usamos las herramientas del BMC que exploran los patrones de movimiento de las personas desde la gestación hasta el primer año de vida y que tienen muchas semejanzas con las asanas del yoga y algunas formas que encontramos en la naturaleza (incluyendo las acciones de movimiento ceder/empujar & alcanzar/tirar).
Abordamos principios de Yin yoga para explorar y adentrarnos en la fascia o movimientos de educación somática para recobrar la conexión de nuestro cerebro con los músculos que han perdido su elasticidad o movilidad.
Nos centramos en indagar y explorar la estabilidad de cada asana y movimiento, observando qué hay debajo y encima de cada asana que crea el cuerpo. Cómo el cuerpo dialoga con la energía de la tierra, de la gravedad, y cómo ésta viaja por nuestro cuerpo hacia el espacio y nos permite movernos con más integralidad en el mundo. Es un proceso de de-construir las asanas.
Además tendremos prácticas de Yoga Flow Somático, que es un camino para re-conectar con la raíz de nuestros movimientos, raíces africanas, latinas, indígenas y mediterráneas. Finalmente, el Yoga Mujeres que se nutre de los rituales de las brujas, de movimientos menos lineales, de la energía femenina, de la luna y de la Meditación Somática, la aromaterapia y algunas prácticas de autocuidado que mujeres en Latinoamérica y España han recogido y que están en relación con el concepto somático.
La combinación de estos saberes nos va a permitir que diferentes cuerpos, “grandes”, “largos,” “cortos”, “no flexibles” “muy flexibles”. encuentren su propio yoga. En YSA (Yoga Somático y Autocuidado) no hablamos de yoga avanzado o yoga para principiantes; proponemos un yoga suave (menos es más), un yoga vivido, más que adaptado a cada cuerpo.
También damos importancia a la memoria del proceso, a registrar lo que van descubriendo las mujeres a medida que la formación avanza. Por esta razón incluimos el diario como forma para dar cuenta del proceso de cada participante; este puede ser escrito, visual, sonoro.
Quien esté interesada en conocer el currículo detallado de la formación puede contactarnos al mail erikapm2002@yahoo.co.uk.