En esta sección Javier Ruiz Calderón ofrece respuestas a nuestras dudas sobre el yoga, su filosofía y sus técnicas desde una visión de la tradición yóguica actualizada y crítica. Todos estamos invitados a escribir a Javier a info@yogaenred.com planteando nuestras dudas o incertidumbres.
Pregunta: ¿Puedes comentar algo sobre los mudras?
Respuesta: Para empezar, que no son «los» mudras sino «las mudras», en femenino. El significado original es «sello», en el sentido de una imagen que se imprime o se pega en una carta, un saco, etc. para cerrarlo y asegurarse de que no lo abran. Por ejemplo, las cartas antiguas se «sellaban» con cera de color rojo sobre la cual se imprimía la marca del remitente. De ese significado original se derivaron los dos sentidos derivados:
- La mudra como marca, impresión o imagen que expresa un determinado significado o identidad.
- La mudra como algo que «sella», cierra o bloquea.
Del primer sentido proceden las mudras entendidas como gestos o posiciones de las manos y los dedos que encontramos en las imágenes de los dioses, budas y santos. Por ejemplo, la «abhaya mudra»: la mano derecha levantada y abierta con la palma hacia delante y los dedos juntos hacia arriba expresando al devoto que no debe temer, porque el ser sagrado correspondiente lo protege.
Otras mudras en este sentido se emplean en la realización de rituales tántricos y en la práctica de yoga; por ejemplo, la «chin mudra» o «jñana mudra», en la que índice y pulgar se tocan y los otros tres dedos se mantienen estirados, con distintas interpretaciones y que se usa en la meditación.
También este primer sentido de gesto simbólico lo encontramos en las mudras o «hastas» (manos) que se emplean en la danza clásica de la India: diferentes movimientos y posiciones de las manos que representan toda clase de contenidos: estados de ánimo, personajes, animales, objetos, situaciones, etc.
Del segundo sentido de cierre, sellamiento o bloqueo procede el uso del término para designar una serie de prácticas del hathayoga tradicional cuya finalidad principal es bloquear las nadis (canales sutiles) para manipular el prana (aliento vital) que circula por ellas, inmovilizándolo o dirigiéndolo de la manera deseada.
La Gheranda Sámhita enumera veinticinco mudras —áshvini mudra, khéchari mudra, etc.—, entre las cuales se incluyen los bandhas o contracciones musculares, como las del esfínter anal (mula bandha), la contracción abdominal (uddiyana banda), etc. Igual que en los regadíos se cierran y se abren las compuertas o en las presas se retiene el agua o se la deja fluir, las mudras del hathayoga permiten manejar la circulación del prana por las nadis y, de esa manera, conseguir los efectos físicos o sutiles deseados: salud física y mental, poderes paranormales (siddhis), limpieza de las nadis, activación de los chakras (centros energéticos) o despertar la Kundalini (el Poder universal latente en el individuo) e impulsarla por el canal central (sushumna) dirigiéndola hacia el séptimo chakra, donde se produce su fusión con Shiva, y, en consecuencia, el samadhi (absorción de la mente) y, con el tiempo, la emancipación final (Kaivalya), la meta del yoga.
Otras acepciones del término mudra y que tienen algo que ver con el yoga son: la mujer que participa en el ritual sexual tántrico (máithuna); el cereal seco que se consume en dicho ritual; y los grandes pendientes utilizados por los miembros de la orden kámpatha, supuestamente fundada por el gran yogui Goraknath.
Javier Ruiz Calderón (Shánkara) es doctor en filosofía especializado en pensamiento indio y filosofía de la religión. Es profesor en la Universidad Comillas (Madrid) y discípulo de Amma. Lleva más de cuarenta años estudiando y practicando yoga, vedanta y meditación. Enseña esas disciplinas, así como sánscrito y canto védico, y ha publicado seis libros y docenas de artículos sobre esos temas (www.jruizcalderon.com).
Próximos cursos en Madrid y a distancia: Historia y filosofía del yoga (21 horas) e Introducción a la Bhagavadgita (30 horas) (info@jruizcalderon.com).