En YogaenRed queremos seguir apostando por el yoga del servicio y del encuentro con el otro, en un momento social de grandes necesidades. Asun Arrillaga, que comparte esta sensibilidad, escribirá desde hoy esta sección dedicada al Karma Yoga.
El karma yoga trata de conectar con la profundidad de la acción, del encuentro con el otro y sus necesidades. Se traduce también como “yoga del servicio”. En nuestra cultura occidental conocemos sobre todo el hatha yoga y raja yoga (yoga mental, meditación, nidra…). Hoy, las circunstancias de nuestra vida nos llevan a pensar que cada vez se hace más necesario prestar mayor atención al karma yoga.
Aun sabiendo que las sendas del yoga más conocidas (hatha, raja, gnana, bakthi y karma) pueden ser complementarias (nunca excluyentes) en su intención de unidad con el Todo, quizás alguien cuya práctica de yoga se centre en yoga físico y mental piense que hace yoga “en general” y que el karma yoga es “otro yoga”. Nada más lejos de la realidad.
El yoga “en general» es solo una manera de hablar en el lenguaje habitual: «voy a yoga», «me gusta el yoga»… Yoga y karma yoga comparten el enfoque, la motivación, la comprensión, el estímulo, la fortaleza, la flexibilidad y la persistencia…. Todo lo que hemos ido aprendiendo personalmente en el yoga puede ser orientado hacia el beneficio del entorno social y medioambiental.
El yoga es como un árbol bien asentado en las raíces más profundas del espíritu y de la historia humana que favorece el mejor desarrollo de nuestra energía personal y social. Como un árbol que tiene muchas ramas, cada una de ellas puede estar enfocada en un sentido diferente dependiendo de las necesidades que se plantean. Nuestro conocimiento del yoga nos va enseñando a orientar nuestra energía adecuadamente, y si no sabemos hacerlo todavía, nos muestra qué es lo que necesitamos aprender para ponernos en esa dirección.
Revisando nuestra motivación con dos ideas
Para “conectar” la práctica del yoga en la esterilla con la intención de servicio del karma yoga, la primera idea sería atender de forma prioritaria a la motivación, es decir, al por qué hacemos lo que hacemos.
Al inicio y al final de la sesión de yoga podemos desear que nuestra acción sea en nuestro beneficio y también en beneficio de los demás. Algo que al principio de nuestra práctica de yoga quizás no hayamos tenido en cuenta porque no sabíamos el inmenso valor que tiene esa dedicación consciente de lo que hacemos, esa energía voluntariamente orientada.
Igualmente, podemos acostumbrarnos a hacer lo mismo en cada uno de nuestros actos o, buscando tramos de tiempo más amplios al principio y al final del día. Desde que nos levantamos, que cuando comamos, conduzcamos, pensemos, trabajemos o nos relacionemos nuestra energía también sea de beneficio para todos. Después de eso, naturalmente empezamos a ampliar nuestra mirada al papel que jugamos en el entorno. Nuestra mente se va abriendo sin dificultad a nuestra verdadera capacidad social.
Segunda idea: que todo, absolutamente todo, lo que aprendamos en la colchoneta nos valga para la vida cotidiana, para beneficiar a nuestro entorno y para mejorar nuestra actuación en él. La relajación, los asanas, el pranayama, los mantras, la meditación, las nuevas actitudes que vamos aprendiendo, el fortalecimiento y el equilibrio… todo ello se convierte en la base no sólo de nuestro bienestar sino también de nuestra relación con el entorno social y medioambiental.
Realmente, es cambiar el chip: ese yoga “en general» es el lugar desde el que desplegamos el karma yoga. Es decir, no lo realizamos desde el interés personal (o la obligación, o la desidia), sino desde la concentración y alineación consciente que la práctica nos enseña. Toda nuestra energía alineada en el servicio a los demás, ¡qué maravilla! Esto no lo podríamos hacer sin ese trabajo personal en la práctica del hatha yoga y el raja yoga en el que las diferentes escuelas actuales en Occidente coinciden.
Como practicantes de yoga necesitamos esa base que nos fortalece y equilibra para desarrollar el karma yoga. Otros consiguen ese fortalecimiento y equilibrio en otras disciplinas (estudio, terapia, grupos…). Y en el entorno, al fin, nuestro árbol de inspiración yóguica se une con muchos otros árboles que traen otras inspiraciones. Toda la energía positiva vale en la búsqueda del bien común.
Asun Arrillaga es profesora de yoga y pedagoga.
Autora del libro ‘En tono al yoga’, prologado por Danilo Hernández.
Adquirirlo aquí:
https://www.mandalaediciones.com/terapias-corporales/yoga/en-torno-al-yoga.asp