Meditamos para saber parar, desconectar y conectar con nosotros mismos. Meditamos para hallar silencio e inspiración en nuestro templo interior. Meditamos para establecernos en una mente más libre de tiempo y espacio, apegos y aversiones, ego y personalismo, disgustos y preocupaciones. Escribe Ramiro Calle.
La meditación es una experiencia y se aprende a meditar, meditando. Abre un camino para luego tomar el propio camino. La meditación no es creencia, sino experiencia. Uno deja de ser todo lo que creía ser, para ser lo que uno nunca ha dejado de ser. No es dogma. Es situarse al desnudo frente a sí mismo. No es solo mente, sino mente sin mente. No es budista, ni hindú, ni cristiana. Es meditación, más allá de rótulos y etiquetas
El meditador cree en todo y en nada, es un experimentador por sí mismo, no se deja llevar por ideas preconcebidas. No debe dejarse sugestionar o influenciar, no tiene que cambiar de culto si lo tiene; trata de conocer al conocedor y de viajar a la fuente de la mente. Cuando aprendes a meditar, no es un deber, sino una preciosa oportunidad de ser tú mismo en este mundo convulso, violento, superficial y egocéntrico.
Ahora estoy escribiendo este texto teniendo a mi lado a mi gato Emile. Está inmerso en una meditación espontánea, hermosamente natural. Los ojos entornados, el cuerpo perfectamente relajado, muy sosegado, pero impecablemente atento y perceptivo. El ser humano siempre está en el pasado o en el futuro, haciendo pero no siendo, agitado y perdido entre apegos y aborrecimientos.
Meditamos para desaprender. ¿Y qué tenemos que perder? La confusión, el odio, los celos, la rabia y otras tendencias que causan mucho dolor propio y ajeno. Mediante la práctica asidua de la meditación, se cultivan y potencian los factores de iluminación: energía, sosiego, atención, ecuanimidad, contento interior, visión de la realidad como es, lucidez, compasión y otros. La meditación, pues, no solo consiste en permanecer un tiempo en confortadora quietud, sino en ir transformando actitudes y comportamientos perjudiciales.
Para meditar basta una esterilla o alfombra doblada en cuatro o simplemente un taburete o silla. Se yerguen la espina dorsal y la cabeza, se pausa la respiración y se permanece atento al soporte que se haya elegido para la meditación, sea el esquema corporal o una parte del mismo, la respiración, la observación de los procesos mentales o la sensación de ser en introspección. La meditación es una, pero las técnicas son muchas.
Hace muchos años vino un periodista a entrevistarme y cuando le dije el tiempo que dedicaba al día a la meditación, me dijo: «Tanto y tanto meditar a ver si va a enloquecer», y le repuse: «No, el que a va enloquecer eres tú si no meditas». Me miró sorprendido y no pude por menos que soltar una carcajada. También él rió. No sé si acabaría meditando o no. Pero la «medicina» está ahí, al alcance de todos.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines.
En su canal Youtube podéis visionar gratuitamente los documentales Viaje a los adentros, Ramiro Calle, el Ramiro más íntimo y Sadhaka, la senda del yoga. Asimismo decenas de clases de hatha-yoga y meditación a partir de sus conferencias, talleres y seminarios. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
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