Tengo la sensación de que, poco a poco, la sociedad va entendiendo qué aporta el Yoga y cuál es su alcance. No es fácil, pues la inmensa popularidad de una parte de este sistema complejo ha venido acompañada de muchos desatinos. ¿Hasta qué punto somos los “transmisores de yoga” los responsables de tanta confusión? Escribe Pepa Castro.
Llevo ya más de 16 años en el mundo del yoga como periodista y comunicadora, transmitiendo contenidos y mensajes desde el sector profesional (enseñantes, yoguis, autores, expertos..) al público practicante y no practicante. He visto, leído y escuchado muchas cosas acerca del yoga, como es de imaginar. Ahí están esas 5.000 entradas que Jimena Mas y yo, al frente de YogaenRed, hemos ido publicando a lo largo de nueve años. Innumerables páginas escritas por los más prestigiosos especialistas acerca de variadísimos puntos de vista y acercamientos al inagotable acervo cultural yóguico.
La mayor parte de los textos confiados a Yogaenred por sus autores son inspirados, lúcidos, nutritivos, profundos. Sin embargo, en los medios de comunicación generalistas y en las redes sociales hemos visto, leído o escuchado muchas descripciones acerca del Yoga superficiales y simplistas, o bien tremendamente enmarañadas y confusas, realizadas por los redactores de los propios medios, blogs y canales pero también directamente por supuestos especialistas en la materia.
El Yoga es de naturaleza compleja y abarca todas las dimensiones del desarrollo humano, desde las más física y evidente hasta la más sutil e inefable. Por eso resulta difícil responder de manera sencilla y precisa a las preguntas más recurrentes –qué es, qué beneficios tiene, para qué “sirve”…– sin caer en un reduccionismo facilón (“bienestar para todos”) o en un barroquismo elitista (“iluminación para elegidos”).
Menos mal que lo importante en Yoga no es tanto explicarlo como vivirlo; en eso seguro que todos estamos de acuerdo. Pero no deja de ser llamativo que cuando se pregunta, por ejemplo, a diez instructores (por poner un término medio de formación en la materia) qué es lo que enseñan en las redes o en sus clases, cada uno dé una interpretación diferente, incluso es muy probable que ocho de ellos digan que aplican su propio método personal.
El resultado es que el conjunto de ideas básicas que sobre el Yoga llegan a la sociedad es una mezcolanza de términos exóticos y beneficios generales que atrae a tantos como repele a otros, pero que con toda probabilidad no hace justicia al Yoga real.
Y en este estado de cosas, llegó la pandemia… la del covid-19 y la de las recetas de Insta-yoga.
La parte positiva y la negativa
Tras un año de dificultades sanitarias y confinamientos, se diría que el énfasis social se ha trasladado desde la preocupación por el cuerpo, su salud y su apariencia –yoga para estar en forma– a la obsesión por el estado de la mente –yoga como método antiestrés–.
Haciendo un rastreo rápido por Google hemos visto que cada vez está más instalada en la sociedad la idea elemental de que “el yoga es más que ejercicio físico”. Algo es algo. Diríamos que incluso ya se admite con normalidad que yoga es un “enfoque holístico del bienestar mental, físico y emocional general”. Bravo.
Sin embargo, al aumentar el número de personas con conocimientos superficiales de las técnicas de yoga que se han lanzado a buscarse la vida ofreciendo recetas de ásanas o de meditación en las redes, la confusión (y los riesgos, tanto físicos y psicológicos, para los usuarios) se ha multiplicado. Así, podemos leer comentarios absurdos y rocambolescos. He aquí unas muestras de diverso estilo:
• ¿Qué es la meditación? Es una práctica con la que se “entrena” el cerebro. Este concepto engloba distintas técnicas de relajación o disciplinas meditativas, cuyo objetivo es disminuir los niveles de estrés o ansiedad y, en consecuencia, poder conseguir un mayor control de nuestras emociones. (Artículo de Modalia)
• Llega el beer yoga: Practicar yoga con una cerveza. (Artículo de OKDiario)
• Yoga nidra, o sleep yoga, es una meditación de relajación profunda que busca desengancharse por completo de los sentidos, de la misma manera que lo hacemos durante el sueño. (Artículo Vogue Mexico)
Aunque nunca lleguemos a un consenso acerca de cuáles deben ser los contenidos mínimos sobre el Yoga que habría que trasladar a la sociedad, al menos sería muy interesante que los profesionales del yoga fuéramos capaces de explicar a las personas que nada en este sistema milenario es banal ni casual, y que aprender de docentes suficientemente íntegros, formados, capacitados y experimentados debería ser un filtro imprescindible para adentrarse en esta disciplica y beneficiarse de su sabiduría.
¿Tenemos las ideas claras sobre el Yoga?
Es evidente que difícilmente se pueden explicar de forma clara y transparente las líneas maestras del Yoga y sus métodos si uno mismo, por muy grande que sea su vocación y entrega, tiene las ideas revueltas, bien por no haber adquirido o comprendido la información correcta, o bien por sesgos cognitivos personales. La moda de las “certificaciones exprés”, escasas de profundidad y rigor, tampoco acompaña en el acceso a la comprensión exacta de los fundamentos del Yoga.
Pero olvidémonos de buscar responsables de tanta confusión o imprecisión generalizada (o bien admitamos que todos lo somos en alguna medida). Ahora la pregunta debe ser otra de más calado: ¿se puede llegar a explicar mejor el Yoga y su sentido?
Sí, se puede.
Confieso que para mí, tras 16 años (como decía al principio) manejando muchos textos sobre yoga, leer hace pocos días el prólogo que el maestro Danilo Hernández dedicó al libro de Asunción Arrillaga En torno al Yoga (sobre el que publicaremos una próxima reseña) tuvo el efecto de una revelación. Y no porque el autor nos desvele algo novedoso, sino porque en un espacio relativamente breve compone y traza, con las líneas justas y precisas, un mapa sencillo, diáfano y profundo del Yoga, su sentido, sus senderos, su recorrido, su proyección. Imposible perderse o divagar.
Poco más puedo añadir, salvo recomendar vivamente a todas y todos ustedes, lectores, aficionados al yoga, yoguistas, practicantes, yoguis, instructores, alumnos y docentes, que lean ese prólogo con la sencillez, precisión y lucidez que está escrito. Y que lo tengamos en mente cuando nos pregunten «en qué consiste esto del Yoga».
Pepa Castro es codirectora de YogaenRed.