Hoy contamos con las reflexiones de Danilo Hernández, uno de los profesores de yoga más veteranos y reconocidos. Este trabajo colectivo pretende ser una parada en el camino para intercambiar impresiones acerca de cómo se sienten hoy los profesionales de la enseñanza del yoga y cómo ven el futuro de su actividad.
Danilo Hernández (Swami Digambarananda Saraswati) se dedica a la enseñanza del yoga desde 1975. Fundador de “Bindu” Escuela de Yoga de Chamartín en Madrid, 2002. Dirige regularmente cursos de yoga en otras ciudades españolas y en Sudamérica. Autor del libro Claves del Yoga – Teoría y Práctica (ed. La Liebre de Marzo), uno de los manuales de yoga más vendido en castellano.
1.¿Cuáles están siendo tus recursos principales para sobrellevar esta situación, tanto en el terreno personal como en el profesional?
Las enseñanzas y herramientas del yoga me han ayudado mucho a asumir la situación, a adaptarme y a llevarlo lo mejor posible. El periodo de confinamiento lo viví más bien como un tiempo de ‘recogimiento’. Algunos amigos profesores de yoga, me han comentado que también lo vivieron de una forma similar. Al haber sido practicantes de yoga durante muchos años, hemos hecho ‘retiros’ y estamos acostumbrados a vivir la soledad y el aislamiento de un modo positivo y creativo.
Personalmente aproveché para intensificar mi práctica, ponerme al día en asuntos retrasados y también para dedicar más tiempo al estudio. A pesar de todos los aspectos lamentables y los inconvenientes propios de dicha situación, tengo que reconocer que fue un periodo que en cierto modo disfruté. Fue un parón que también nos dio más tiempo para reflexionar sobre lo frágil que puede ser la vida y la importancia de aprovecharla y vivir plenamente el presente.
Obviamente, en el terreno profesional hubo muchos cambios. Nos vimos obligados a suspender las clases presenciales, los cursos y los seminarios de fin de semana. No obstante, desde el principio mantuvimos un contacto fluido con muchos de nuestros alumnos. Les facilitamos audios con diferentes prácticas, les enviamos apuntes y la escuela continuó su actividad con clases online. También mantuvimos un intenso y continuo contacto a través de correo electrónico y respondimos a innumerables consultas de todo tipo. Quizás, lo que más me costó fue pasar mucho tiempo frente al ordenador, a lo cual no estaba acostumbrado.
El sistema pedagógico en nuestra escuela pone gran énfasis en explicar el trasfondo de todas las enseñanzas del yoga para que los alumnos entiendan en profundidad el sentido, la actitud y la realización correcta y precisa de las prácticas. A los alumnos con suficiente experiencia, siendo conscientes de que tienen mucha información, les sugerimos que el periodo de confinamiento era una situación propicia para desarrollar un proceso de ‘autogestión’. Un tiempo favorable para que cada uno siguiera investigando por sí mismo. Un tiempo para poner en marcha sus propias iniciativas y seguir creciendo y haciéndose más independientes. Les animamos a que cada uno condujera su proceso de sadhana a su propio ritmo y aplicando su propio criterio personal genuino. Hubo muy buena respuesta a esta propuesta. Nos llegaron muchas comunicaciones de que les había resultado un paso muy importante en la maduración de su práctica y que habían descubierto nuevas dimensiones en su proceso de crecimiento personal.
En septiembre comenzamos a impartir seminarios en otras ciudades. En octubre reiniciamos las clases presenciales en nuestra escuela siguiendo todas las pautas estipuladas por las autoridades sanitarias; normas de higiene y desinfección, horario y aforo reducido, distancia de seguridad, purificadores de aire, etc. En la actualidad seguimos en esta misma dinámica.
En cuanto a la cuestión económica, el periodo de pandemia ha tenido y sigue teniendo consecuencias nefastas. Durante meses tuvimos los mismos gastos y ningún ingreso. Desde que reabrimos la escuela, por motivo del ‘miedo’ que hay en el entorno social, el número de alumnos se ha reducido notablemente en relación a años anteriores. No obstante, ha ido mejorando y en la escuela se percibe ahora un ambiente más concurrido, apacible, acogedor y muy entrañable.
2.¿Qué podrías aconsejar a una pequeña escuela o profesor(a) de yoga para sobrevivir a la crisis?
Nosotros somos una escuela pequeña y en el aspecto profesional no me atrevo a hacer recomendaciones. Cada profesor y escuela tienen sus propias características y circunstancias, y por tanto no se pueden generalizar consejos. Es evidente que el descenso del número de alumnos asistentes a las clases presenciales hace muy difícil el mantener una escuela. Impartir clases online resulta imprescindible mientras dure la crisis. Una buena opción que han puesto en marcha algunos profesores es impartir clases particulares a domicilio.
Aunque pueda sonar un poco tópico, a los profesores les recordaría la importancia de tener muy presentes los principios que promueve el Yoga y la necesidad de potenciarlos en la medida de lo posible. Los siguientes son sólo algunos ejemplos:
a) Vivir plenamente el ‘Aquí-Ahora’. Proyectarse en el futuro puede llevar fácilmente a hundirse en el ámbito de la ‘preocupación’ y anular la capacidad de respuesta. Mejor instalarse en el ámbito de la ‘acción’ e ir dando respuesta puntual a las circunstancias que nos trae cada momento.
b) Cultivo de la ‘Ecuanimidad’. Según el “Bhagavad Gita”, yogui es aquel que mantiene la ecuanimidad, tanto en el éxito como en el fracaso. No venirse abajo cuando las cosas no van bien y no ponerse eufórico cuando las cosas van bien, es una señal de estar establecido en el espíritu del yoga. Mantenerse en la actitud meditativa (Consciencia testigo) permite ser más consciente del carácter transitorio de toda situación y el no dejarse obnubilar por las circunstancias que son pasajeras.
c) ‘Seva’. Mantener la actitud de ‘Servicio’ (Karma Yoga) es ahora más importante que nunca.
d) ‘Shraddha’. Esta palabra a menudo se traduce como «fe», pero su significado esencial es «confianza», confianza en la vida, confianza en uno mismo… «Un pájaro en el árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama sino en sus alas».
e) ‘Shanti’. Al final de las prácticas del Yoga solemos repetir ‘Om Shanti Shanti Shanti…’ El principal significado de la palabra Shanti es «paz», pero también significa «paciencia». Om y paciencia, paciencia, paciencia…
f) Y por supuesto, cuidarnos mucho, cuidar mucho de nuestro entorno y propiciar mucho el apoyo mutuo.
3. ¿Cómo te parece que serán las clases del yoga post-covid19? (cambios o igual que antes)
Sin duda que habrá cambios. El auge de las clases online ya existía antes de la pandemia y seguirá existiendo después de ella. La vía online es un medio moderno de difusión de enseñanzas que tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes y limitaciones.
Las clases presenciales son inherentes a la tradición del Yoga y a la trasmisión de sus enseñanzas. La comunicación y conexión que se generan en una clase presencial son incomparables e insustituibles. Sabemos que son muchos los practicantes que están deseando poder retomar las clases en sus escuelas. Todo apunta a que las clases presenciales, con las lógicas adaptaciones, volverán a tener un carácter prioritario y predominante en la trasmisión de las enseñanzas del Yoga. Así lo esperamos.
Danilo Hernández. Fundador Bindu Escuela de Yoga Chamartín