La mayoría de los seres humanos en las sociedades modernas tienen una notable incapacidad para la introspección. Están tan centrifugados que apenas se viven a sí mismos, y se extravían en el laberinto de sus deseos, apegos, frustraciones, aversiones y honda insatisfacción. Escribe Ramiro Calle.
Son víctimas, pues, de las influencias externas y de sus propias dificultades anímicas y sus desgarradores agujeros psíquicos. Al final, todo hacia afuera y nada hacia adentro, identificándose tanto con el ego que se vive de continuo de espaldas al ser, lo que a la larga puede traer fatales consecuencias. No se sabe parar y sentirse en confortadora quietud consigo mismo, cuando hasta un caballo de carreras se destripa si no para. Se corre el riesgo de descentrarse o salirse del propio centro y entra uno en un proceso de alienación, como un actor que tanto se identificase con el papel que interpreta que perdiese su propia identidad.
El camino de ida debe ser complementado con el camino de vuelta, y el camino de vuelta debe inspirarse en el arte de parar o la detención consciente, que ayuda a ser uno mismo más allá de subterfugios y escapismos neuróticos. Hay un gran secreto e inspiración en parar, y a menudo terminamos por descubrir que si no paramos, la vida nos para antes o después. Los maestros del antiguo Oriente lo sabían muy bien. Pero cada día las personas saben parar menos y de ahí el creciente interés por la meditación para aprender a hacer y enredar un poco menos y empezar a ser un poco más.
Ásanas, por el cuerpo ir más allá del cuerpo
Hay diversas técnicas para aprender a parar y asirse al propio centro interior de gravedad. Muchos de esos procedimientos los ha recogido el yoga a lo largo de su dilatada historia, incluso algunos de notable valor valor psicosomático, como los ásanas o posturas de yoga.
Los ásanas, en el verdadero hatha-yoga, tan diferente a lo que he venido en denominar yoguismo, se utilizan también para interiorizarse y para ir por el cuerpo más allá del cuerpo. Es la instrumentalización magnífica del ásana como herramienta de introspección. Así la práctica del ásana se convierte en una meditación a través del cuerpo. Eso exige la lenta y consciente ejecución del ásana y el mantenerlo un tiempo determinado para facilitar la introspección y la quietud mental.
Ese es el sentido más auténtico del ásana, como tanto insisten en ello formidables profesores de hatha-yoga como Luisa Jiménez y Roberto Majano. El ásana no se concibió para agitar, sino para calmar; no para afirmar el ego, sino para abstraerse del mismo; no para hacerse llamativamente elástico, sino confortadoramente pacífico. Ya hay quien ha dicho que no nos obsesionemos por los ásanas, porque antes o después todos acabaremos en el savasana o postura del cadáver, y ahí sí que, queramos o no, pararemos.
Hace mucho años supe de un mentor que en Alemania imprimía tal lentitud a la ejecución del ásana que, por ejemplo, para realizar la postura de la pinza, les hacía sus alumnos invertir dos minutos o más. ¿Por qué? Para estimular al máximo la concentración del practicante y su control psicosomático.
En nuestro centro de yoga, Shadak, abierto ya hace casi cincuenta años, nunca hemos perdido esa valiosísima perspectiva del ásana como fiable medio para interiorizarse y pacificar la mente. Así convertimos en asana en una fuente de bienestar psicosomático, pero también de precioso encuentro con lo más profundo de sí mismo.
Ramiro Calle
Más de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines.
En su canal Youtube podéis visionar gratuitamente los documentales Viaje a los adentros, Ramiro Calle, El Ramiro más íntimo y Sadhaka, la senda del yoga. Asimismo decenas de clases de hatha-yoga y meditación a partir de sus conferencias, talleres y seminarios. https://www.youtube.com/results?search_query=ramiro+calle
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