Yoga para vivir sin estrés y ansiedad

2020-05-18

El Yoga es la ciencia de la vida. Nos enseña a vivir en armonía en un mundo en desarmonía: si la mente vive inmersa en ideas elevadas, nuestro corazón se hará puro y transparente como un cristal, y si nuestros sentimientos son puros, es decir, están inspirados por la bondad y la compasión, nuestros actos beneficiarán al mundo entero. Escribe Javier Guerrero.

Vivir sin estres

 

Así la ciencia del yoga actúa sobre el sadhaka (practicante) como el taller de un orfebre, remodelando y puliendo cada rincón de nuestro ser. La mente es el timón con el que mueves este barco que es tu cuerpo y tu sistema nervioso.

El yoga nos habla de que el cuerpo es la manifestación burda de la mente, es decir, eres una creación de tu mente. Si la mente está perturbada, el cuerpo también lo estará, si la mente está en paz, el cuerpo se verá sano y radiante. Así que debes comprender que si tu mente no puede concentrarse y quedarse quieta por unos minutos, tu cuerpo se verá arrastrado también por esa agitación, y acabarás como un carro tirado por caballos descontrolados.

Swami Vishnudevananda decía: «Un pájaro puede posarse en cualquier lugar, pero tiene que posarse en alguno. De la misma forma, la mente también puede asentarse en cualquier lugar, pero tiene que hacerlo en alguno».

Así que tienes que entrenar tu mente para que aprenda a descansar cuando tú quieras, y no cuando ella decida. ¿Cómo? Por medio de la herramienta de la atención o concentración que es una facultad superior de tu mente. El yoga te volverá cada vez más consciente, pero no por el hecho de practicar sólo con tu cuerpo haciendo asanas, sino con conciencia, aplicando la mente en todo lo que hagas en tu vida diaria.

Una vez que aprendas a experimentar que tu mente puede asociarse con tu cuerpo y sentir esta unión de cuerpo y mente, empezarás a percibir la paz de tu alma. Tú eres un estado de paz constante; la ansiedad y el nerviosismo no son tu naturaleza, ellos son como nubes que vienen y van en el amplio cielo, pero parece que te has acostumbrado a apegarte a este tipo de fenómenos pasajeros y los has confundido con tu Ser real.

Ahora necesitas llevar a tu mente al momento presente, pues sólo cuando tu mente está fuera del aquí y el ahora puedes encontrar miedo o angustia. La ansiedad puede venir de sucesos pasados que fueron traumáticos para ti, de someter al cuerpo a un estrés continuo, o también de la anticipación a situaciones que aún no han llegado. Pero tanto el pasado como el futuro no son reales. Sólo la experiencia presente lo es. Aunque en tu experiencia presente haya malestar, detrás de todo eso eres quietud y equilibrio.

La ansiedad se ha quedado contigo porque te niegas a pararte y mirar dentro de ti. Como decía el poeta sufí Rumi: «El ser humano es como una casa de huéspedes, un día viene una alegría, y al siguiente una tristeza. ¿Por qué das la bienvenida a unos, y a otros les das un portazo?». Sentarte en quietud por unos minutos al día para observar ese mundo agitado, es la clave para llamar a la armonía. Esas emociones negativas que te invaden, sólo desean ser derretidas por la calurosa y amorosa mirada de tu Consciencia.

Crear el hábito de concentrarte

Por lo tanto, para empezar, aprende a concentrarte en algo que agrade a la mente. Puedes elegir un centro energético como el chakra anahata (centro del pecho) o el tercer ojo, o sencillamente el propio cuerpo, la respiración, mirar un objeto como una flor, la fotografía de un ser iluminado, o cualquier otra cosa elevada que te agrade. Cuando vengan pensamientos a la mente del pasado o el futuro que te inquieten, comienza a crear el hábito de concentrarte en uno de estos objetos que he mencionado. No te fuerces, sé flexible, al principio no será fácil, ten en cuenta que tu mente lleva mucho tiempo yendo de un sitio a otro. Sin embargo, con la práctica y el tiempo suficiente, tu mente se irá sintiendo cada vez más atraída por la paz interior fruto de este aquietamiento, que por los objetos externos que antes llamaban su atención. A esto es a lo que comúnmente se le llama meditación. Pero al principio solo nos estamos preparando para la meditación por medio de la concentración (dharana) y la abstracción de los sentidos (pratyahara).

Ahora bien, la identificación con las formas del pensamiento genera un efecto psicosomático en el cuerpo, es decir, la causa de tu identificación con un pensamiento negativo tiene como efecto una sensación o emoción en tu cuerpo. Esto se interpreta como malestar, ansiedad, angustia, nerviosismo etc…, y viene a ser como la mordedura de una serpiente; su veneno se propaga por todo tu cuerpo rápidamente. De la misma forma, al estar preocupado o cavilando en pensamientos negativos generas nudos de tensión en tu cuerpo físico y astral. Estos nudos se van acumulando con el paso del tiempo, hasta que llegan a generar bloqueos que impiden el flujo energético al cuerpo haciendo que este acabe por enfermar.

Para ello se diseñaron las posturas o asanas y la respiración consciente o pranayama. Los yoguis sabían que cuerpo y mente son dos caras de la misma moneda, y que si incidimos sobre uno repercutirá inevitablemente sobre el otro. Así, desde el trabajo con el propio cuerpo en combinación con los ejercicios de control respiratorio, podemos librarnos de estos nudos de tensión que hemos ido acumulando en el cuerpo físico/energético y liberar la energía bloqueada para que vuelva a fluir y restablecer el equilibrio.

Cómo ayuda el Hatha Yoga a liberarnos de la ansiedad

Cada postura tiene un efecto sobre nuestro cuerpo pránico o astral y sobre la mente. Es lo que llamamos un efecto «somatopsíquico», es decir, del cuerpo hacia la mente. Las flexiones, torsiones, extensiones y las presiones que realizamos en diferentes chakras son como una acupuntura. Por otro lado, aprender a controlar el flujo respiratorio o pranayama, nos pone en contacto con la energía cósmica suspendida en el aire conocida como prana. Aprendiendo a cómo respirar y manejar el prana a través de la respiración consciente, desbloqueamos la energía estancada (de baja vibración) en los nadis (canales energéticos), y permitimos que fluya libremente por todo el cuerpo, restableciendo el equilibrio del sistema nervioso y trayendo paz a la mente.

Así pues, la práctica del Hatha Yoga puede convertirse en una gran aliada para el nerviosismo y la ansiedad del siglo XXI. Busca un profesor competente en tu zona. Asegúrate de que no sea un profesor@ que enseñe sólo posturas, y dentro de lo posible, que enseñe hatha yoga tradicional, alejándote de los power-yoga, yoga-fitness, y los yogas atléticos. Elige un profesor que haga énfasis en la práctica de la meditación, yoga nidra y la relajación consciente (savasana); que cuide los aspectos filosóficos, y que en sus clases de hatha yoga incluya pranayama con secuencias de posturas que den espacios para la introversión.

Y sobre todo, recuerda que la práctica de la meditación es el mejor ansiolítico.

Javier Guerrero (profesor y formador de la escuela de Yoga Jiva Daya)