La intuición es uno de los principales instrumentos para conducirnos en nuestras vidas. Con certeza la práctica del yoga y la meditación pueden entrenarnos en el desarrollo y el “afinamiento” de esta importante facultad. ¿Cómo conseguirlo? Escribe Joaquín G. Weil.
Voy primero a hacer algunas aclaraciones y luego me centraré en el yoga y la meditación.
Dicho en un lenguaje simbólico: para lanzar la flecha es necesario no directamente empujarla hacia adelante, sino tirar hacia atrás de la cuerda que la impulsa, para poder dirigirla hacia el blanco con fuerza. Vivimos en un entorno donde lo que prima es la acción apresurada y la práctica mecánica; si bien son la meditación (con objeto) y la comprensión teórica de los asuntos los que nos ayudan a atinar en el blanco.
Es un asunto que inicié en el artículo publicado en Yoga en Red a finales del año pasado: El yoga y la espiritualidad prohibida. Dado que este artículo ha recibido tan generosos elogios, quiero continuar desarrollando el asunto del aspecto práctico de la espiritualidad.
Habrán constatado los lectores que para los miles de millones de habitantes menesterosos de los países más pobres, la oración y la espiritualidad son un asunto literalmente de vida o muerte, una necesidad básica. Es algo que ya expliqué en otro artículo publicado también en Yoga en Red hace algunos años: La pirámide de Maslow estaba al revés. Las personas proclives a la espiritualidad viven más y mejor (sobre todo, entre los más pobres). Esto no es una suposición o creencia sino un dato científico (estadístico), como ilustra esta noticia en The Independent. https://www.independent.co.uk/news/ health/religion-live-longer-muslim-jewish-christian-hindu-buddhist-life-expectancy-age- a8396866.html
Como es sabido, Estados Unidos de América es el único país rico (y, de hecho, el más poderoso del orbe) donde el grado de religiosidad y espiritualidad está al nivel de los países más pobres.
Pues bien, de igual modo, para nosotros la espiritualidad tal vez no sea una cuestión de vida o muerte, si bien constituye un importante instrumento en nuestro desenvolvimiento en el día a día, y en el desarrollo de todas nuestras potencialidades.
No se trata de un mero debate de argumentos o creencias. Evidentemente que cada cual crea libremente en lo que tenga a bien. Y tengo por seguro que aquellas personas que quieren persuadir o convencer a otras es sencillamente porque ellas mismas no están ciertas de lo que pretenden profesar. Tampoco se trata de un asunto sólo teórico, sino que, como ya dijimos, tiene una vertiente práctica y útil, y otra vertiente histórica.
Alma y consciencia
Como decía Rupert Sheldrake en su interesante conferencia Anatheism, Rediscovering God, la diferencia entre el Universo materialista ateo y el Universo teísta consiste en que éste está habitado por la consciencia, mientras que aquél es inerte y mecánico (lo cual incluye todos las cosas y seres vivos, también el ser humano, todos ellos, de un modo o de otro, reducibles a mecánica). Lo cual importa, y mucho, al asunto de la meditación y la intuición, como luego veremos.
En el aspecto histórico, el segundo concilio de Constantinopla, en 553 (en tiempos de Justiniano I) declaró, entre otras cosas, que el alma humana no era preexistente, con lo que convertía a la religión cristiana en una excepción dentro del panorama de las religiones y creencias espirituales del mundo. Tanto en el propio Platón, como en los neoplatónicos y gnósticos, en el judaísmo, en el budismo y en el hinduísmo (entre otras) se considera que el espíritu o la consciencia humana existe antes del nacimiento y susbsiste tras su muerte. Incluso en Orígenes (uno de los padres de la Iglesia cristiana) está presente esta creencia, por lo que fue declarado herético y destruidos sus libros. También en algunos pasajes de los Evangelios se da a entender que existe la transmigración de las almas.
“Respondiendo Jesús, les dijo: Es cierto que Elías debe venir y que habrá de restaurar todas las cosas. Pero yo os digo: Elías ya vino y no lo reconocieron. Así también padecerá el Hijo del Hombre. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”. Mateo, Cap. 17.
Como estamos tan acostumbrados a esta “rareza” del cristianismo (a partir del II Concilio de Constantinopla), no nos damos cuenta de lo extraño de dicha creencia. Hoy en día sólo es profesada, además de por el cristianismo actual, por el Islam, a su zaga, y por… (precisamente) las creencias neurocientifistas, que consideran que la consciencia es un “producto” neurológico del cerebro, y que, por tanto, nace y muere con él.
Está claro que la intuición es un acceso directo (insight) hacia el inconsciente. Pues bien, en Occidente el concepto del inconsciente viene condicionado principalmente por la definición que Freud hizo de él. Como bien explican Frederic Lenoir en su libro El Budismo en Occidente, y Rüdiger Safranski en Schopenhauer y los años salvajes de la filosofía, el concepto psicoanalítico del inconsciente lo extrajo Freud del budismo, a través de la lectura, y la traducción conceptual que de él hiciera de Schoppenhauer, quien, a su vez, lo había aprendido de Karl Kraus.
Sin embargo, hay una radical diferencia entre el inconsciente freudiano y el budista. Freud, pese a ser judío de origen, secunda el principio cristiano y cientifista del origen mundano o terrenal de la consciencia. A su vez rechaza con vehemencia, como señalara Jung, cualquier atisbo de espiritualidad. Por lo que, a diferencia del budismo, su inconsciente no era ya cósmico y eterno, sino meramente individual y biográfico. Tuvo que ser Jung quien, desde esta comprensión, comenzara a hablarnos del, así llamado por él, “inconsciente colectivo”. Lo cual se aproximaba, aunque fuera tímidamente, al inconsciente universal (en cuanto que consciencia universal desconocida) propio y original de la meditación budista.
Desde esta inmensa fuente de conocimiento que es la consciencia universal es desde donde podemos obtener, mediante nuestra intuición, los recursos para ser más eficiente, sabios y felices en nuestra vida cotidiana.
Felices intuiciones
Más allá de nuestros análisis racionales, argumentos y discursos mentales, la intuición es una herramienta imprescindible en nuestra vida cotidiana: nos permite percibir las emociones, sentimientos e intenciones de las personas con las que convivimos y nos encontramos en nuestro día a día; nos facilita tomar decisiones de un modo ágil y certero; nos indica la diferencia sutil entre lo correcto y lo incorrecto; nos permite, de algún modo, anticiparnos a los acontecimientos de futuro, del mismo modo que comprender el presente; y nos posibilita conducirnos con serenidad y certeza en un mundo sobreabundante de mensajes y comunicaciones diversas. Para que la intuición funcione de un modo eficiente es necesario limpiarla de preconceptos y depurarla de las ilusiones del ego.
¿Cómo podemos, desde el punto de vista del yoga, entrenar la intuición para lograr nuestros objetivos? Es algo que indudablemente requiere un mayor desarrollo y explicación, tal vez en próximos artículos en YogaenRed, y en venideros libros, nuestras inminentes charlas, retiros y talleres que podréis encontrar en nuestro blog de YogaSala Málaga. Gracias por la atención y paz para todos.
Joaquín G Weil
Próximo taller de Joaquín G Weil Cómo “limpiar” la intuición con el que el 29 de febrero se inaugura el Primer Congreso de Ciencia, Consciencia y Espiritualidad, a celebrarse en el Centro Atma, Málaga. Imprescindible reserva previa. http://yogasala.blogspot.com/2020/02/joaquin-g-weil-abre-el-primer-congreso.html