Este artículo estuvo entre los cinco más leídos. Decía: En los últimos años, las administraciones públicas de varios países intentan regular la profesionalización de la enseñanza de numerosas técnicas y actividades relacionadas con el ejercicio físico. La intención es proteger la seguridad de clientes/alumnos ante una desmesurada oferta de prácticas no siempre cien por cien seguras. El yoga no podía quedarse al margen. Escribe Pepa Castro.
Son los tiempos, que no están quietos. Pretender que el yoga no evolucione es inútil. Siempre coexistirán profesionales y escuelas que sigan enseñando al estilo más tradicional, junto con otros enseñantes y centros partidarios de transmitir las técnicas yóguicas enriquecidas con nuevos conocimientos en consonancia con las tendencias del momento.
Visto que la oferta yóguica de cursos, eventos, retiros, seminarios y formaciones de todo tipo crece incluso por encima de demanda, no es extraño que los profesionales –y menos profesionales– del yoga hagan frente a la escalada de la competencia poniendo en juego mucha creatividad –a veces fantasía desbordante–y todos sus recursos.
Yoga para las masas
En los últimos 50 años todo se ha disparado. En 2020 seremos más del doble de habitantes en este mundo que solo 50 años atrás. La India, por ejemplo, ha triplicado su población en estos últimos 50 años. ¿Y les parece a ustedes que la enseñanza del yoga, o de cualquier otra cosa, puede permanecer igual?
En la España de 1970 unos cuantos pioneros trataban de mostrar a una población de 34 millones de españoles un saber enigmático y elitista llamado yoga que habían conocido a través de los libros clásicos y de unos cuantos maestros indios que ya estaban adaptando la milenaria herencia recibida a sus nuevos y personalizados estilos. Hoy, y han pasado solo 50 años, la población española llega a 47 millones, somos 13 millones de individuos más. ¿Y se pretende que la enseñanza del yoga siga igual, y encima con el advenimiento de internet, las redes sociales, etc.?
Pues sí, señoras y señores, va a ser que ahora hay muuuucho más de todo. De bueno, de malo, de regular, de seriedad, de falsedad, de calidad, de superchería. De todo. ¿Han visto la proliferación de cursos de Yoga Nidra o Ayurveda, disciplinas que diez años atrás apenas conocían cuatro, por no hablar de los «hallazgos modernos» como el Mindfulness?
Y también hay muchas más cosas estupendas. Como las oportunidades para quien 50 años atrás no podía ni soñar con poder beneficiarse de aprender/enseñar yoga. O los retos para quien quiera sacudirse los prejuicios y desee sumar lo bueno conocido de ayer con lo bueno conocido de hoy para aportar lo mejor a las demandas de la sociedad actual.
Atentos a las novedades
¿Alguien niega a estas altura que enseñar yoga cara al público es ya una profesión, además de otras cosas? Sí, los cursos de formación de profesores de yoga seguirán proliferando, y habrán de adaptarse a los nuevos tiempos que le esperan. Porque también seguirá adelante el proceso de regulación de la formación profesional para la enseñanza del yoga, y eso seguirá afectando en mayor medida a todos los profesionales dedicados a ello.
Antes o después, cuando se alcance la estabilidad política, las administraciones central y autonómicas seguirán trabajando en asuntos legislativos pendientes como el desarrollo del RD1076/2012 de 13 de Julio que regula el Certificado de Profesionalidad “Instrucción en Yoga”, que pertenece a la Familia Profesional de Actividades Físicas y Deportivas. Y seguiremos hablando de más requisitos y de los procesos de acreditación que serán necesarios para poder ejercer la profesión.
Pero, curiosamente, de todas las profesiones que están en esa enorme familia, seguramente sean los profesionales que se dedican a la enseñanza del yoga los menos interesados en entenderse y asociarse para estar informados y poder ser escuchados, de cara a defender sus intereses comunes.
Eso tendría que cambiar también, ¿no creen ustedes?
Atentos, que seguirán viniendo novedades. Les iremos contando.
Pepa Castro es codirectora de YogaenRed.