En esta nueva creación, José Manuel Vázquez propone un viaje de música «orgánica, orbital, nocturna», como sugiere la maravillosa imagen de portada. Es, en sus propias palabras, «una exploración interior del espacio exterior». Ahora, en su etapa de promoción, puedes descargar el CD completo de forma gratuita.
«Dedicado a todas las personas que con su trabajo nos han alentado a cuestionar ideas y explorar otros mundos».
Nos cuenta José Manuel Vázquez en la presentación de su Moon en https://www.yogaorganico.org/
Tenía 15 años cuando mi amigo Raúl y yo (influidos por las ideas del Aviador Dro) creamos “Obreros del Sonido”, el primer sello independiente de música electrónica y experimental de Galicia. A mediados de los 80 no existía Internet, pero éramos muy activos con el correo postal. Aunque editábamos precariamente en casetes desde Taboada (un pueblo del interior de Lugo), nuestra música llegó a Canadá, EE.UU., Francia, Bélgica, Italia y Alemania. El fanzine Syntorama (Guipuzkoa) y algunos programas de Radio 3 apoyaron activamente el nacimiento de esta red alternativa de músicas electrónicas y experimentales. Programas de radio y televisión como Ars Sonora (Radio 2) y Metrópolis (la 2 de TVE) nos traían los discursos conceptuales de las vanguardias clásicas, el videoarte y las instalaciones. A pesar de vivir tan apartados, todo ello nos inspiraba y nos hacía sentir parte de un movimiento colectivo.
Hacíamos la música que nos pedía el cuerpo. Empecé a grabar, sin prácticamente medios, con el nombre de Físodo 13.4. Mezclaba los sonidos de un casiotone con las pilas gastadas y de una radio abierta, luego los mezclaba con los ladridos de mi perro y el sonido de la lluvia; todo muy naif y melancólico. Las grabaciones fueron evolucionando a texturas sonoras densas, de capas superpuestas y circulares, que se publicaron bajo el nombre de Polídrico. En 1987 recibí el tercer premio de maquetas de la revista Rockdelux y empecé a valorar la posibilidad de que aquello podría funcionar y resultar interesante para alguien.
Raúl se fue a estudiar a Santiago de Compostela y yo me vine a Madrid. Intentamos seguir con la edición de música, pero la distancia fue diluyendo el proyecto. Seguí haciendo música en solitario o en colaboración con otros artistas, seguí pintando, escribiendo, vi muchas exposiciones, no dejaba de leer, descubrí la expresión corporal, gente nueva, mucho artista emergente, muchos estímulos y experiencias nuevas. La llegada a la gran ciudad dio un vuelco a mi vida. Fueron años de sobredosis cultural, libertad a estrenar y cierta anarquía emocional. Lo último que recuerdo de esa época fue dirigir una performance sobre el tiempo cíclico inspirada en el eterno retorno nietzchianio junto a mis compañeros de teatro-laboratorio. Luego desaparecí. Todo iba demasiado rápido para mí. Yo tenía tan sólo 20 años y no supe cómo asimilar todo aquello.
Pasó el tiempo y hubo crisis vitales, varias reinvenciones y cambios personales de todo tipo. Mi búsqueda creativa se fue orientando hacia la filosofía, la psicoterapía y la espiritualidad. Volví a escribir, a pintar y a hacer música. Sin embargo, inesperadamente, gradualmente, sin yo quererlo, las técnicas de yoga fueron llegando para quedarse; me dieron estabilidad y poco a poco se convirtieron en mi profesión. En el año 2002 abrí mi escuela de yoga, “yogaorganico.org”, un lugar en el que a día de hoy sigo explorando una metodología orgánica, integral y vivencial de este increíble sistema de conocimiento. Entre el 2006 y el 2013 grabé una colección de 5 CDs llamados Science of Peace de música ambiental y planeadora; entre medias un DVD, algunos artículos de prensa y dos libros en Alianza Editorial. Desde el 2011 dirijo e imparto cursos de formación en yoga.
¿Por qué ahora?