Con frecuencia nuestro afán de “seguir” o “ser seguidos” nos lleva a repetir mensajes que no nos pertenecen y nos alejan de la verdadera comprensión. Tal vez cada uno sale de sus ignorancias cuando le toca… la consciencia. Escribe Pepa Castro.
La mayoría sabemos que cuando enfocamos la atención en un punto, automáticamente el entorno se desdibuja. Esta experiencia de concentración, que bien utilizada puede ayudar a calmar las distracciones de la mente –como bien saben el yoga y las técnicas meditativas– también puede ser manipulada para que, llamando nuestra atención sobre los árboles, no veamos la totalidad del bosque en llamas.
Y hablando de bosques incendiados, hemos visto usar esta maniobra de distracción, burda pero eficazmente, con la activista Greta Thunberg en las redes sociales: tenías que amarla u odiarla. Su imagen, su vida escolar, su familia… ; enfocando la atención sobre estos puntos anecdóticos se apartaba el interés de lo importante: el cambio climático que amenaza la vida en el planeta.
Uno de los apegos más generalizados hoy día es a seguir obsesivamente ideas y mensajes radicales sin comprobar su veracidad. Se confunde tener criterio con criticar por criticar.
En busca de la verdad no vale todo
Las redes sociales lo ponen fácil para replicar hasta el infinito ideas distorsionadas o sesgadas. Entre tantos millones de receptores, cuelan un sinfín de generalizaciones, simplificaciones y maximalismos muy alejados de la verdad, que tiende a ser siempre mucho más compleja.
Los matices, los argumentos, las investigaciones, los datos objetivos, el asesoramiento de los expertos… En suma: leer, indagar, sopesar, contrastar, preguntar… Qué pereza da todo eso, ¿no?
Y sin embargo, perseguir la ecuanimidad y la libertad interior requiere ejercer la capacidad de discernir, lo cual hay que currárselo mucho, sobre todo cuando disponemos de gran cantidad de información y conocimientos valiosos pero dispersos en un magma inabarcable de ruido y distorsión.
Tal vez, para no extraviar el buen juicio confundiendo el mapa con el territorio en la búsqueda de la verdad oculta tras lo aparente, podríamos encender nuestro faro interior.
Visión panorámica: la toma de conciencia
En dirección distinta a la concentración en un punto, lo que llamamos “toma de conciencia” sobreviene como una apertura de foco, cuando se nos revela con nitidez y al mismo tiempo lo evidente y su periferia, lo de fuera y lo de dentro. Esta visión ampliada es un “darse cuenta”, un despertar a algo, como la mayoría de nosotros hemos podido experimentar en ocasiones.
Cuando la luz de la consciencia se enciende en algún área del cerebro para iluminar lo importante, es una revelación que perdura y transforma algo en nuestro interior… Algo que nos permite ver de forma diferente aspectos de uno mismo en relación con lo de afuera, o que marca un antes y un después en el camino a seguir.
La mayor parte de las personas no llegaremos nunca, muy probablemente, a esa iluminación de sabiduría que nos desvela nítidamente nuestra naturaleza unida a lo más trascendente. Pero eso no significa que no experimentemos “humildes despertares” que nos transmiten coordenadas sobre nuestro lugar en el mundo y sensibilizan nuestra mente y nuestro espíritu en relación con lo que nos rodea, con las demás personas, con la naturaleza, con el conocimiento, con la felicidad y el dolor, con la vida y la muerte.
Entonces nos aflora, diríamos, lo mejor que llevamos dentro, y la mirada sobre el mundo se carga de comprensión y empatía, o sea compasión. Una comprensión integradora que resulta hoy día muy necesaria para liberarnos de la adicción a los tópicos, a los prejuicios, a los remedios mágicos, a los juicios rápidos y sobre todo a buscar culpables, a fin de sentirnos liberados de responsabilidades, cuando algo no funciona como nos gustaría.
Me parece importante destacar esos destellos de consciencia abierta, pues son los que, de algún modo, transmiten honestidad y coherencia a nuestra forma de pensar y actuar, y nos van haciendo evolucionar como seres humanos permitiendo que se introduzca la luz entre nuestras grietas y oscuridades e iluminando lo que de verdad importa.
Las herramientas del yoga nos ayudan a serenar y esclarecer la mente
Las “tomas de conciencia” van conformando las líneas maestras de inteligencia o de sentido que acogerán o filtrarán la información y las propuestas -ideas, creencias, teorías, patrones…- que nos llegan desde fuera, evitando que la mente vaya impregnándose de un exceso de contenido accesorio, falso o incluso tóxico que nos haga sentir más confusos o extraviados entre el ruido.
Por descontado, como norma habremos de guiarnos por el sentido común a la hora de elegir las fuentes de información que nos suministran conocimiento. Busquemos calidad, experiencia y solvencia en las voces y los contenidos: libros serios, mensajes ponderados, autores reconocidos. Las ideas lúcidas no se improvisan, ni los expertos se forman en dos días. Desconfiemos de «iluminados» y de teorías magistrales. Contrastemos, cuestionemos, dudemos.
Repetir o replicar lo que escuchamos a cualquiera en cualquier lado, con frecuencia distorsionado, reducido, traído por los pelos, no nos aporta gran cosa si no se nos enciende la luz “ahí dentro”. Abrámonos a todo lo que nos rodea pero bien atentos a cómo nos resuena en la conciencia.
Un proceso que, como todos ustedes están pensando, por fortuna las prácticas del yoga nos facilitan. Pueden encontrar mucha información sobre estas prácticas aquí, en YogaenRed.
Pepa Castro es codirectora de YogaenRed, el portal numero 1 de yoga en castellano.